La preparación y condimentación de los alimentos influye en la energía que reportan al organismo
El desayuno ha de ser nutricionalmente equilibrado y suponer entre el 20 y el 25% de las calorías ingeridas a lo largo de la jornada. Todos sabemos que es la comida más importante del día y que en nuestro país se compone de farináceos -pan de barra, molde y tostado-, cereales, lácteos, frutas y zumos. Sin embargo, en otros países el desayuno está formado por arroz, principalmente. Un paseo virtual alrededor del mundo permite conocer las distintas costumbres en el desayuno. En cada región, se buscan los alimentos más apetecibles que proporcionen energía, fuerza y vitalidad para hacer frente a las tareas de la primera parte del día. Las propuestas de unos países resultan sorprendentes para otros debido a la costumbre de ajustarse a comidas típicas, con apenas cambios en los ingredientes y la forma de preparación. Una idea nueva es usar el arroz en grano como componente elemental.
Grano entero, en lugar de cereal procesado
La forma en la que se muestren los alimentos, la manera de prepararlos y cómo se condimenten influye en la energía que reportan al organismo, no sólo entendida como calorías, sino también como la sensación de vitalidad, fuerza y soporte físico y mental que se experimenta tras su consumo.
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El denominador común en los desayunos es el aporte elemental de hidratos de carbono, en las diferentes versiones de cereales y derivados. Son los alimentos de consumo más usual. Los cereales en grano aportan una energía más duradera al no estar procesados y cocerse el tiempo justo. Les siguen los copos y las sémolas, además de los productos más procesados, como los cereales de desayuno y los elaborados con harinas (galletas, bizcochos, bollería, etc.), que en general son muy azucarados.
Los cereales en grano aportan energía durante más tiempo puesto que no están procesados y porque se cuecen el tiempo exacto.
La elaboración, cocinado, condimentación y acompañamiento de los cereales tienen efecto directo en la digestión y metabolismo. Estos factores pueden conseguir una respuesta de energía más duradera, sin sufrir sensación de hambre hasta el mediodía o el efecto contrario; es posible sentir hambre de forma repentina al poco tiempo de haber desayunado.
El consumo frecuente de azúcares en esta comida (azúcar, cacao o miel) o alimentos dulces (mermelada, chocolate, bollería, zumo,cereales azucarados, chocolateados o con miel) favorece que la digestión de los mismos sea muy rápida (en algunos casos, casi inmediata) y la sensación de energía, vitalidad y mente despejada dura menos tiempo.