Un buen Desayuno

Es fácil darse cuenta que si no tomamos alimentos a primera hora de la mañana, podemos caer en una hipoglucemia que nos interferirá con la capacidad de atención, concentración y memoria. Por lo tanto es fácil darse cuenta de la importancia del desayuno como recarga de energía para el comienzo de un nuevo día.
El desayuno también se ha relacionado con la obesidad. Se ha visto que el no desayunar provoca un hambre a media mañana que nos lleva a consumir alimentos dulces o salados de alta densidad energética. Cuando suprimimos el desayuno, es habitual que el hambre que posteriormente aparece lo mitiguemos con el clásico “pincho”, o con una pieza de bollería o pastelería. Este hábito, a lo largo de los días, hace que nuestra alimentación se vuelva rica en grasas y pobre en los hidratos de carbono que hubiésemos tomado en el desayuno.
El desayuno marca la pauta de la alimentación diaria, y si lo suprimimos, los horarios de comida pueden empezar a alterarse. Las personas que desayunan diariamente tienen una dieta de mayor calidad, con un contenido más rico en hidratos de carbono, fibra, vitaminas y minerales. Al contrario, las personas que realizan este desayuno en la media mañana, muestran una dieta rica en grasas, pobre en fibra, y desajustada en cuanto a los horarios. Hay que recordar que en el sobrepeso y la obesidad, además del contenido calórico de la dieta, juega un papel muy importante la distribución de los alimentos a lo largo del día.

El desayuno debe aportarnos el 25 % de la energía total diaria. Por lo tanto, no se entiende como un desayuno correcto el tomarse una taza de café, leche o zumo deprisa y sin apenas sentarnos. Un desayuno correcto sería aquel que incluye un lácteo, un cereal y una fruta.

Uno de los inconvenientes, es la falta de hambre por la mañana. El desayuno es un hábito, y como tal hay que educarlo poco a poco. Una vez que una persona se acostumbra a desayunar, no podrá pasar una mañana entera sin el desayuno. Por lo tanto, en aquellas personas que tengan este problema, debemos empezar poco a poco introduciendo desayunos ligeros, hasta que lleguemos al correcto desayuno
Los lácteos son la principal fuente de calcio de la alimentación, y aquellas personas que suprimen el desayuno, difícilmente llegan a alcanzar las recomendaciones diarias de este mineral imprescindible para el correcto desarrollo y crecimiento de los huesos.
Cabe destacar que la única diferencia entre los lácteos enteros y los desnatados, se halla en la cantidad de grasa, y no en la cantidad de calcio. Conviene por lo tanto tratar de tomar leches y lácteos descremados o semidescremados. El    queso fresco también se presenta como una buena opción en el desayuno como aporte de calcio.

Cuando hablamos de un cereal en el desayuno nos referimos generalmente a pan, galletas o cereales de desayuno. De todos estos, el alimento que presenta menor cantidad de grasa son los cereales de desayuno, que además suelen presentase fortificados en vitaminas, minerales y/o fibra. Son una excelente elección en el desayuno, que puede romper la monotonía frente a la clásica rebanada de pan.

El pan y las galletas son otras opciones válidas, en las que debemos cuidar las cantidades de grasa. El pan es un alimento rico en hidratos de carbono y muy aconsejado, pero se le ha identificado como un alimento que “engorda” mucho. La verdadera causa de esta radica mala fama, en los acompañamientos que suele llevar (mantequilla, margarina, salsas, foie, etc.). Respecto a las galletas, conviene elegir aquellas que sean bajas en grasa y ricas en fibra.  Las galletas y el pan integral nos ayudan a aumentar la cantidad de fibra de la dieta, ayudándonos a prevenir el estreñimiento.

Por último hemos hablado de una pieza de fruta. Tradicionalmente, y también por la falta de tiempo, esta toma suele darse como zumo. Nuestro consejo es preferir la pieza de fruta entera frente al zumo, ya que en el zumo perdemos la fibra y otras sustancias; en el caso de tomar zumo, mejor que sea un zumo natural que un zumo comercial, ya que estos en ocasiones presentan altas cantidades de azúcar. No obstante, entre tomar zumo comercial o no tomar fruta, nos decidiremos siempre por la primera opción.

 

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