En el mercado abundan diversos refrescos que se anuncian sin azúcar, sugiriendo así que su consumo implica un mínimo riesgo para la dieta. Sin embargo, estas bebidas no son inocuas para la salud. Incluso en sus versiones menos calóricas, se convierten en una amenaza cuando el objetivo es bajar de peso, o se aspira a tener una alimentación saludable.
Las denominaciones zero, light o diet, pueden ser confusas, por eso quienes optan por esas bebidas no saben que corren riesgos consumiendo dosis excesivas.
Principales inconvenientes de los refrescos burbujeantes
En primer lugar, beber líquidos con las comidas sabotea cualquier régimen de adelgazamiento, y si el líquido es una gaseosa, el peligro aumenta, señalan especialistas, quienes también advierten que la ingestión de bebidas gaseosas dilata el estómago, dificulta la digestión y hace que la sensación de hambre reaparezca en pocos minutos.
A menor sensación de saciedad, aumenta la ingestión de alimentos, por ello las personas experimentan hambre inmediatamente después del almuerzo , ya que no quedan satisfechas con la comida, sino con la impresión de estómago lleno que les da las bebida con gas. A ese paso, se abusa de las meriendas entre comidas y se termina comiendo más en la comida siguiente, señalan expertos.
Aunque lo ideal es no beber nada cuando se come, para quienes no pueden prescindir de acompañar los alimentos con una bebida, los nutricionistas recomiendan optar por un jugo natural, preferentemente cítrico, que ayudará a la absorción del hierro que se encuentra en las verduras, legumbres y carnes; o bien, ingerir aguas, que no tienen calorías.
Otro de los problemas relacionados con los refrescos diet, light o zero, están relacionados con el aumento del consumo de sodio, el cual puede ser peligroso para la dieta y la salud, por ello este tipo de bebidas no deberían ser libres de consumo durante los regímenes de adelgazamiento.
Sucede que cuando se disminuye la cantidad de azúcar en estas bebidas, se aumenta la cantidad de sodio para compensar al paladar. El exceso de sodio retiene líquido, lo cual aumenta el peso y puede generar problemas para la salud del hígado y riñones.
Una dosis de gaseosa con azúcar, tiene en promedio 10 miligramos de sodio, en cambio, la opción light, tiene entre 28 y 39 miligramos en una porción de un vaso mediano. La dosis diaria de sodio recomendada para una persona sana es de 1,5 gramos de sodio, y es menor en las personas hipertensas.
Según nutricionistas, el verdadero inconveniente de los refrescos light, reside en que las personas exageran la dosis y empiezan a tomar gaseosas todo el tiempo y es allí donde aparecen los riesgos.
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