Las bebidas gaseosas eran un gusto ocasional hasta hace unas décadas, eran algo que las familias consumían un domingo familiar o cuando salían a comer fuera de casa, pero en algún momento se convirtieron en un capricho diario.
En los últimos años el consumo de sodas o gaseosas se ha incrementado notablemente, así como el tamaño de las mismas. En los 70’s una gaseosa personal era de 120 ml, hoy en día es de medio litro (500 ml) o más. Mientras la gaseosa familiar no llegaba a un litro en dicha época, ahora viene en presentaciones de 3 litros.
Hoy en día las bebidas gaseosas se incluyen en la dieta de los niños más precozmente y con mayor frecuencia, de manera que su conducta hacia dichas bebidas termina convirtiéndose en una verdadera habituación, que con el tiempo se traduce en adicción.
Lo cierto del caso es que no son los niños los causantes de tal adicción, pues ellos no cuentan con dinero ni autoridad suficiente dentro del hogar para disponer de estos productos. Son los padres quienes finalmente las compran y habitúan a la familia entera a consumir estas bebidas. Desafortunadamente cuando quieren cambiar esta costumbre, muchas veces es demasiado tarde.
Si bien un consumo eventual y moderado no debería representar un riesgo para la salud, cuando éste es excesivo, se torna perjudicial para la salud y nutrición de niños y adultos. Por ello es importante conocer el impacto que tiene el consumo frecuente de estas bebidas. ¡Toma nota!
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