Educación física para niños

Convertir la educación física en un juego sano y divertido para los niños

La educación física debe acompañar la vida del niño desde bien pequeño. Porque, más allá de ser una asignatura del ‘cole’, los ejercicios físicos ayudan a que nuestro hijo crezca con un mejor desarrollo psicomotor y de coordinación. Hazlo atractivo a través del juego

Cuando hablamos de trabajo físico nos referimos tanto con ejercicios de gimnasia como con cualquier deporte (judo, fútbol, etc), sin importar la edad. Ahora, estos ejercicios se deben adaptar al niño y a su edad. El incorporar un estilo de vida vinculado al ejercicio físico se reflejará en la forma de vida que tendrá de mayor.Y también en su salud: será un niño más ágil y, si acompañamos estos ejercicios con una dieta sana, además evitaremos la obesidad infantil, que se está econvirtiendo en otro problema de salud entre los más pequeños.

Trucos para incorporar el ejercicio físico en la vida del niño

  • Buscar una actividad atractica y de acuerdo a los intereses del niño.
  • Hay que buscar un primer ejercicio más bien suave e ir añadiendo dificultad conforme vaya.
  • El juego compartido con dos o tres niños más, será más divertido.
  • No se lo impongas como una amenaza, sino como una propuesta o un premio por su buen comportamietno.

Un juego, muchos ejercicios físicos para los niños

Aquí te proponemos un juego que se adpta tanto a niños con edad preescolar como escolar (de 4 a 12 años aproximadamente. Vamos a enseñarles a perseguir la sombra.

  • Conceptos que se aprenden: Perseguir, escapar, orientarse y moverse en un espacio en general
  • Materiales que se necesita: Un día soleado
  • La actividad: un niño será el que camina y otro el que atrapa. Pídele a los niños que busquen sus sombras. Al oír la palabra “ya”, el que atrapa tiene que alcanzar al que camina pisándole la sombra

Motiva a tus hijos a ejercitarse para mantenerse saludables


Es de suma importancia tener el hábito del ejercicio desde edad temprana, como aprender a lavarse la manos antes de comer y después de ir al baño o cepillarse los dientes tres veces al día. Sin embargo, las campañas para fomentar la actividad física no son suficientes. Desafortunadamente no se le ha dado la importancia debida para inculcar a la niñez a tener este hábito que lo ayudará a mantenerse saludable y lograr una mejor calidad de vida por largo tiempo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), salud es el bienestar físico, mental y social y no sólo la ausencia de dolencias o enfermedades (1948). Y el bienestar, según el Dr. John Travis, es la práctica voluntaria de la prevención de enfermedades y discapacidades y completo desarrollo de todas las dimensiones de la vida. Lograr el bienestar es un proceso, una forma de vida, no un estado que se consiga de súbito y para siempre.
Las madres en México tienen un papel muy importante dentro de la familia ya que son las responsables de la educación de los hijos por estar más tiempo con ellos, así que es importante que estén conscientes de este papel e informarse, además de las materias que cursa su hijo, de otros aspectos no menos importantes, como son la alimentación y las actividades físicas que pueda practicar su menor y que van a ser de él o ella un@ ciudadan@ saludable tanto mental, como físicamente.
Mamá, te invito a que reflexiones sobre lo mencionado y pongas especial atención en tu hijo o hija. Si aún no tienes esta responsabilidad, tal vez tengas herman@s, prim@s o sobrin@s, comienza con ellos, foméntales el interés a la práctica de un ejercicio, el que más le agrade estará bien, no hay que imponerles actividades que no puedan realizar y que en lugar de ayudarles a motivarse, los desilusione.
Ofréceles información sobre actividades físicas que pueda practicar a su edad y de esta forma elija la que más le guste.
Existen varias actividades en las cuales pueden participar niños y niñas como: la natación, fútbol, alguna disciplina de las artes marciales, béisbol, gimnasia, danza regional, jazz, hawaiano, ballet, por mencionar algunas. Mientras se decide la actividad, comienza por caminar de dos a tres veces por semana con él o ella por un lapso de 20 a 30 minutos. Este es uno de los ejercicios más seguros y es un buen comienzo.
Importante tomar en cuenta:

  • Debe      de existir un examen físico antes de comenzar con la actividad
  • El      niño debe de contar con la madurez necesaria para poder seguir a su      entrenador o instructor, según la actividad que se elija.
  • El      entrenador o instructor  debe de estar capacitado para trabajar      con niños

No lo pienses más y comienza hoy a fomentar el hábito del ejercicio en el menor, que de alguna manera, se guía por lo que ve en la familia, aprovecha esta imagen para que él se motive y escoja la actividad que más le agrade y que se le quede bien claro que es por su salud, no por lograr una imagen como los personajes de televisión que casi rompen las camisas con la musculatura, en el caso de los hombres y en las mujeres la idea de querer ponerse la talla más diminuta.
Recomiéndale que ¡cuide su cuerpo, que es su casa!
 

Que hacer en caso de…, un incremento de azúcar en la sangre


La hiperglicemia es el exceso de azúcar en la sangre. El azúcar que se consume en una dieta se utiliza o almacena, pero en algunas ocasiones por algunas enfermedades pueden causar una dificultad para procesar esta glucosa, lo que resulta en un incremento del azúcar en la sangre.
La enfermedad más conocida que causa este problema es la Diabetes.
Los niveles normales de glucosa o azúcar en sangre son de 60 a 110 mg/dl. Los valores varían a lo largo del día y se incrementan de manera natural después de comer.
Una hormona importante para el procesamiento normal del azúcar es la insulina. La insulina es una hormona que se produce en el páncreas la cual es la responsable de mantener los niveles de azúcar en sangre dentro de los valores normales.
Si hay problemas con el páncreas y la producción de la insulina se ve afectada, entonces los niveles de azúcar se incrementan.
Los síntomas del azúcar alto en la sangre son los mismos que sentiría un paciente con diabetes tipo 2:

  • te da mucha sed,
  • orinas más de lo normal,
  • te sientes cansado,
  • con mucho sueño,
  • tu piel esta caliente y seca,
  • bajas de peso de manera descontrolada,
  • eres más susceptible a tener infecciones por hongos

También en ocasiones se presenta un aliento con olor a fruta fermentada o a vino, sin haber tomado.
Cuando los efectos del azúcar alto en la sangre son prolongados, empieza a fallar la vista, se presenta visión borrosa, entumecimiento de los dedos de las manos y de los pies y si hay heridas estas tardan mucho más de lo normal en sanar.
¿Qué puede causar que se eleve el azúcar?
Principalmente la diabetes, como enfermedad. Sin embargo las infecciones, el embarazo, algunos medicamentos también los pueden elevar de manera temporal y el cuerpo se encarga de normalizarlos nuevamente.
Es importante siempre mantener una buena nutrición y hacer ejercicio regular, ya que a través de estas sencillas medidas, se puede controlar naturalmente los niveles de azúcar en la sangre y evitar la enfermedad crónica degenerativa que provoca este tipo de padecimientos.
Desafortunadamente muchos de los síntomas de la hiperglicemia, son tan simples que los pasamos o no les hacemos caso y sólo cuando ya son muy obvios o ya están generando mucho malestar se les empieza a tomar en cuenta y es cuando la enfermedad ya está muy avanzada.
Visita regularmente a tu médico y si notas:

  • aumento de la frecuencia urinaria
  • dolor al orinar
  • perdida de peso
  • visión borrosa
  • náuseas que afecten la capacidad de comer y no se alivian con los medicamentos recetados

Entonces es necesaria la valoración médica.
 

Gelatina de capuchino

(8 porciones)

Ingredientes:

  • 1 paquete de gelatina sin azúcar sabor chocolate (moka) o vainilla (capuchino)
  • 5 tazas de leche descremada
  • 3 cucharadas de crema light

Preparación:

  • Disolver la gelatina en 1 litro de leche caliente con una cucharada de café instantáneo
  • Batir bien hasta que se deshagan los grumos
  • Apagar el fuego. Añadir resto de los ingredientes
  • Dejar cuajar

Equivalencia calórica: 71 Kcal por porción.¡¡¡¡Esta receta es nutritiva, baja en grasa y deliciosa para tomarla como postre!!!

Bulimia en niños y niñas

Cada día son más los niños y niñas que padecen de bulimia. Investigaciones científicas concluyen que alrededor de los 10 años, las niñas y niños ya tienen noción del cuerpo perfecto o ideal. Esto conlleva a un aumento de probabilidades de padecer algún tipo de trastorno de la alimentación, tal como la bulimia infantil.

Los niños y niñas que padecen de bulimia, van en aumento. Este tipo de afección solían surgir en laadolescencia, pero desde hace unos años, la edad de aparición de la bulimia ha descendido a niños más pequeños.

Existen diferentes causas que pueden desencadenar un trastorno de la alimentación como la bulimia:

  •  Rechazo social a las personas que padecen obesidad.
  •  Problemas afectivos.
  •  Comentarios desfavorables sobre el peso de la niña o niño, que pueden derivar en una baja autoestima.
  •  Querer parecerse a personas famosas o personajes de moda.
  • Obesidad previa.
  • Abuso sexual.

Para ellos, ser delgado es sinónimo de ser aceptado en todos los ámbitos, tanto social, escolar y hasta familiar.

Estas alteraciones coinciden con el período prepuberal de la pubertad propiamente dicha, en el cual se produce una transformación física, psíquica y emocional. En esta etapa los niños y niñas se encuentran más vulnerables.

El tratamiento de la bulimia infantil, debe encararse con la utilización de técnicas terapéuticas que abarquen diferentes áreas: emocional, familiar, grupal, social y física. En estos casos la contención familiar es sumamente importante.

Es necesario que la familia esté atenta a la aparición de síntomas o signos relacionados con cambios de hábitos alimentarios, sociales, escolares o familiares, que hagan sospechar la aparición de un trastorno de la alimentación como es la bulimia en los niños.

Anorexia en niños y niñas

La anorexia es un grave trastorno de la Conducta Alimentaria

La anorexia es un trastorno de la alimentación que se caracteriza porque el niño, aunque tenga apetito, se niega a comer. Los niños y niñas con anorexia tienen inapetencia, sin una razón aparente.

Las personas con anorexia están obsesionadas por ser delgadas. No quieren comer y tienen miedo de aumentar de peso. Tienen una imagen completamente diferente y disconforme de si misma. Pueden estar continuamente preocupadas por cuántas calorías ingieren y por cuánta grasa tiene lo que comen. Pueden tomar tabletas para dieta, laxantes o diuréticos para bajar de peso. Pueden hacer demasiado ejercicio. Los anoréxicos usualmente piensan que están gordos a pesar de que están muy delgados. Las personas con anorexia pueden llegar a estar tan delgadas que pueden parecer como que están enfermas.

Causas de la anorexia en los niños

Este grave trastorno de la conducta alimentaria tiene tres tipos de causas:
1- Psicológicas– sobre todo cuando hay una relación conflictiva con la madre o cuando la madre o algúna otra persona de la familia también es anoréxica. Los niños suelen imitar estas conductas.

2- Orgánica– debido a una enfermedad subyacente que provoca inapetencia. En este caso, hay que identificar y curar esta enfermedad.

3- Funcional– una alteración en el desarrollo del hábito alimentario. Los malos hábitos de alimentación pueden llevar a los niños a la anorexia.

Tratamiento de la anorexia

Reeducación de los hábitos alimentarios del niño. Y en los demás casos, consulta a un médico especialista. Los Trastornos de la Conducta Alimentaria de grado clínico o cerca de convertirse en comportamientos extremos requieren ser atendidos por un agrupo do profesionalos preferiblemente con experiencia.

El tratamiento más duradero y efectivo para los Trastornos de la Conducta Alimentaria es alguna forma de psicoterapia con atención médica maneto nutricional. Idealmente este tratamiento debe ser individualizado y variar de acuerdo a la severidad del desorden y de los problemas particulares, necesidades y capacidades del paciente y su familia.

El tratamiento típico se basa en el paciente pero también incluyen terapias individuales, de grupo y de familia. Medicamentos psiquiátricos, grupos de apoyo, o terapias informativas sobre nutrición son tratamientos adjuntos que pueden ser beneficiosos para algunos pacientes.

La hospitalización se recomienda cuando el Trastorno de la Conducta Alimentaria ha causado problemas físicos que pueden poner en peligro la vida de la persona o cuando Trastorno de la Conducta Alimentaria está asociado con severas disfunciones psicológicas o de la conducta.

En algunos casos el tratamiento puede convertirse en una larga y costosa batalla. A veces, a pesar de los mejores esfuerzos, el tratamiento podría resultar no exitoso. En estos casos los individuos se mantienen crónicamente sintomáticos o aún más trágico la muerte puede ocurrir como resultado del daño físico o psicológico. Por esta razón el mejor tratamiento implica la prevención de estas complicaciones.

Prevenir los Trastorno de la Conducta Alimentaria como la Anorexia

Informarte lo más posible sobre la anorexia. La poca información puede llevar a evaluaciones o comportamientos erróneos relacionados al comer, la figura y los Trastorno de la Conducta Alimentaria.

Hay que desalentar la idea errónea de que una dieta en particular o llegar a tener un peso y talla particular lleva automaticamente a la felicidad y a la plenitud.

Si crees que su hijo o hija padece de Trastorno de la Conducta Alimentaria expresa tu preocupación de una manera franca y cuidadosa. Sutilmente pero con firmeza busque ayuda profesional.

Más sobre trastornos alimentarios en los niños

Un temprano interés por la imagen personal o las dietas pueden ser síntoma de un trastorno en la alimentación.

 

Así como está en manos de los padres el saber para que los ‘peques’ lleven unos hábitos de vida saludables, el modo en que nuestros hijos perciben la comida, o la imagen de su propio cuerpo, muchas veces se escapa del control parental, llegando a convertirse en un serio problema de salud si no se controla y ‘ataja’ a tiempo.

Los desórdenes alimentarios, como la temida anorexia o bulimia, comienzan a gestarse a una edad cada vez más temprana: factores tan dispares como el entorno social, episodios repetidos de ansiedad o estrés en el ‘cole’ o en casa, la constante sobreexposición a los medios, la baja autoestima, muchas veces presente entre pre-adolescentes y adolescentes, o la predisposición genética o biológica, pueden desencadenar un trastorno de este tipo, donde la comida, en lugar de verse como una forma divertida y saludable de proveernos energía, pasa a transformarse en un enemigo a evitar a toda costa.

Lo franjas de edad con mayor tendencia a desarrollar anorexia o bulimia: entre los 11 y los 13 años(aunque se han llegado a detectar casos aún más tempranos), con una fuerte presencia entre las niñas por encima de los chicos. Los expertos coinciden en que, de detectar alguno de los síntomas asociados a esta enfermedad potencialmente peligrosa, los padres han de ser cuidadosos y consultar rápidamente con un medico o experto en nutrición. Ansiedad, autocritica, perfeccionismo, miedo a engordar… una de cada 25 chicas desarrollará una enfermedad de estas características a lo largo de su vida, y un índice aun mayor manifestará uno o más de sus síntomas, casi siempre producto de una percepción irreal del canon de belleza aplicado al propio cuerpo.

La falta de nutrientes, especialmente durante las etapas de crecimiento, puede marcar a los pequeños, pues, de por vida: desde el momento en que nuestra hija manifieste su insatisfacción por su aspecto físico, un desmedido interés por adelgazar o un incremento sustancial en las horas de actividad física diaria, fuera de los márgenes de lo común entre otros niños de su edad, no está de más interesarse por cuáles son sus motivaciones o sus puntos de vista. Otras señales de alarma: lapérdida repentina de peso, cambios en la conducta sobre la mesa (rechazar comer pan o el postre, negarse a terminar el plato, comer menos de lo habitual o por el contrario comer mucho de una sentada y luego sentir una gran frustración), ‘escaparse’ al baño tras la comida, cambios de humor, mareos, sensación de frío permanente por la falta de calorías o la pérdida del período entre las niñas una vez llegada la pubertad.

Por eso, y para prevenirlo antes que curar, uno de los factores clave a la hora de construir una imagen corporal saludable entre tus hijos es proyectarla en casa cada día. Comer sano y de todo, juntos a la mesa, sin que los niños vean que los padres se obsesionan por los productos light o bajos en calorías, aporta normalidad a los ‘peques’ en su visión de una alimentación y un estilo de vida saludable.

¿Qué problemas alimentarios pueden aparecen en la infancia?

¿Qué problemas alimentarios pueden aparecen en la infancia?

Resulta muy habitual los problemas para comer en la infancia. Hay casos en los que los niños que comen excesivamente lentos, entreteniéndose con cualquier cosa, niños que se resisten a aprender los hábitos de conducta apropiados para su edad y tienen que comer rodeados de juguetes o con muchos entretenimientos ya que si no, dejan de comen. También puede darse el caso de niños que se levantan continuamente de la mesa o simplemente se niegan a comer. Todos estos problemas hacen que en numerosas ocasiones los padres se desesperen y que las horas de las comidas se conviertan en una lucha constante. Prueban distintas soluciones, y sin embargo, en muchas ocasiones los resultados no son los esperables.

Dentro de los problemas más frecuentes encontramos la negación a tomar alimentos sólidos por parte del niño, éste solo accede a ingerir alimentos líquidos, pasados o semipesados, negándose a tomar aquellos de constitución sólida. Aunque es posible que el peso del niño evolucione de una forma normal, aún manteniendo las comidas trituradas, prolongar durante mucho tiempo este tipo de alimentación puede causar anormalidades y problemas. El momento de aparición suele ser el paso de las comidas propias de bebes a comidas propias de un niño de mayor edad, donde ya hace falta el esfuerzo de masticar. Es en estos momentos en los que el niño se niega a ceder y prefiere que se lo den todo triturado. También es habitual que coincida con el inicio de que le salen los dientes.

Otros problemas habituales son la falta de apetito o emplear un tiempo excesivo en la comida.En muchas ocasiones es frecuente que los niños tarden más tiempo en comer que los adultos, pero a veces ese tiempo es realmente excesivo, va a depender de la edad y de la comida. Los motivos de esa lentitud excesiva a la hora de comer pueden ser: rechazo a ingerir el alimento que se le ha preparado, negación de pasar de la comida triturada a la comida sólida, rechazo a comerse toda la comida del plato, excesivos distractores (televisión, juguetes, hermanos mayores, algún juego, etc.) y se niegan a comer sin la presencia de todos ellos.

Todos estos son problemas alimentarios menores en la infancia, que en muchas ocasiones con una serie de pautas de modificación de conducta por parte de un profesional se reconduce. Sin embargo, en ocasiones se requiere de una intervención terapéutica puesto que en muchos casos estos problemas se pueden agravar con el tiempo y desarrollar hábitos alimentarios inadecuados.

Por otro lado, existen otros problemas en la infancia relacionados con la comida como por ejemplo, la pica. Un problema cuya característica esencial es una ingestión persistente de sustancias no nutritivas, la sustancia típica tiende a variar con la edad. Los niños pequeños suelen comer pintura, yeso, cuerdas, cabellos o ropa. Los niños de más edad pueden comer excrementos de animales, arena, insectos, u hojas. ¿Cuándo hablamos de un trastorno derumiación ? La característica esencial es la regurgitación y nueva masticación repetidas del alimento que acaba de comer el niño. Hacen su aparición en la boca alimentos parcialmente digeridos sin que se asocien a náuseas, arcadas. Entonces el alimento es arrojado nuevamente a la boca, masticado y vuelto a deglutir. Este problema es poco frecuente pero se da más en los niños que en las niñas. La edad de inicio de este problema es de 3 a 12 meses. Generalmente, el problema suele remitir, sin embargo, en algunos casos el problema se agrava.

¿Cómo prevenir los trastornos alimenticios en niños y adolescentes?

No todos podemos dar una definición elaborada de «salud», pero todos conocemos su importancia. Según la Organización Mundial de la Salud, ésta es «un estado de completo bienestar físico, mental y social». La salud no solamente se da en la ausencia de enfermedades, sino que necesitamos de recursos físicos, psicológicos y sociales para alcanzarla.

La prevención tiene que ver con estos recursos y si alguien conoce la importancia de la prevención, este alguien son los padres. Por ejemplo, cuando escucho testimonios de parte de ellos, casi siempre oigo mencionar el «¡Si tan solo hubiera sabido… (qué las dietas excesivas la iban a llevar a esto)!» o ¡Si tan solo hubiera sabido… (qué su autoestima estaba tan baja)!» La prevención, sin embargo, no consiste solamente de esfuerzos bien intencionados y siempre debería de descansar sobre la colaboración. Para prevenir un trastorno alimenticio (TA) en la edad escolar, necesitamos tanto de los padres como de los maestros y de los profesionales de la salud.

¿Por qué prevenir? Se calcula que aproximadamente 10% de las mujeres de 10 a 30 años puede padecer de un TA. Ésta es una estadística norteamericana, pero mi experiencia aquí en Guatemala la valida y hasta podría incluso ser mayor. Los TA son tan complejos, tan severos, tan difíciles de tratar y tan costosos, ¡que su prevención adquiere igual importancia que su tratamiento! Pero, para cumplir con sus objetivos, la prevención debe poseer una metodología y apoyarse en los conocimientos científicos.

¿Quiénes pueden beneficiarse con la prevención? No cabe duda que se dirige a los que todavía «están bien» pero que pueden ser vulnerables debido a sus circunstancias. El objetivo principal es reducir los factores de riesgo de un TA. ¿Y por qué prevenir en la edad escolar? Porque la edad escolar conlleva varios factores de riesgo. Primero, los cambios físicos provocados por la pubertad han sido asociados a los TA. Para una niña la pubertad significa el aumento de aproximadamente 20 libras de grasa y esto, en sociedades obsesionadas con el peso, suele traducirse en insatisfacción corporal, llevándola a hacer dietas restrictivas. Luego, los cambios hormonales que caracterizan dicha etapa hacen a las niñas más vulnerables a la inestabilidad emocional, la cual es también un factor de riesgo para los TA. Finalmente, esta etapa es un período durante el cual la atracción física empieza a ser muy importante y en el que sufren más la presión de grupo, la cual puede ser muy fuerte y contaminante.
¿Cómo prevenir? ¡Ojo aquí: La prevención de los trastornos alimenticios raramente se hace de manera directa! Durante la edad escolar, su prevención consiste en evitar hablar de ellos. Suficientes estudios nos advierten sobre las consecuencias negativas de hablar de dichos problemas y sus síntomas específicos. Mi experiencia clínica respalda estas conclusiones. ¡Cuántas niñas me han dicho que empezaron a vomitar luego de oír hablar de ello en el colegio! ¡Cuántas niñas más no conocían de los laxantes y empezaron a utilizarlos luego de una plática informal! El mensaje entonces es que la prevención de los TA debe hacerse de manera indirecta y continua. Para ello, existen metas de prevención que pueden ser adoptadas como puntos de referencia, tanto por padres como por maestros:

  1. Las metas de prevención en TA nunca se miden en «libras», sino en actitudes saludables hacia el peso y alimentación. Lo importante raramente es el peso (salvo cuando éste significa problemas de salud), sino una auto-imagen positiva.
  2. Es importante ayudar a los jóvenes a diferenciar el peso de la autoestima. Para muchas pacientes mías, la autoestima se construye casi enteramente sobre la apariencia. Debemos ayudar a los jóvenes a apreciar lo que el cuerpo les permite hacer y no solamente condicionar al cuerpo a una cuestión de apariencia. Esto significa que debemos evitar los comentarios y las críticas que tengan que ver con la apariencia y el peso.
  3. Los TA tienen que ver con un miedo excesivo al aumento de peso o a la «gordura». Esto refleja en parte el rechazo y la discriminación hacia la obesidad. Debemos eliminar o reducir este miedo a favor de actitudes más flexibles y más sanas en cuanto al peso y a la figura. Es importante examinar nuestras propias actitudes hacia nuestro peso y el peso de los demás. Los prejuicios hacia la obesidad son socialmente inaceptables y psicológicamente perjudiciales. Estos prejuicios contribuyen directamente a los problemas de auto-imagen, baja autoestima, depresión y sedentarismo, los cuales aumentan grandemente los riesgos de un TA. La glorificación de la delgadez y las dietas restrictivas no son una solución a la epidemia de obesidad sino un problema.
  4. Los adultos debemos ayudar a los jóvenes a ser personas saludables, incluyendo la práctica regular de ejercicio y los buenos hábitos alimenticios. Una buena nutrición debe satisfacer la sensación de hambre y además debe respetar la sensación de saciedad. Se recomienda enfatizar la alimentación compartida. Los padres deberían de ser capaces de monitorear dos comidas de sus hijos al día. ¡Ojo aquí con cuanto a la comida que se vende en los colegios! No vale predicar una alimentación sana y solamente ofrecer comidas muy altas en grasas y azúcares. Muchos pacientes míos me reportan que su mayor problema son los tiempos de comida en el colegio.
  5. Los jóvenes de hoy viven en un mundo orientado hacia el desempeño y esto significa que se les exige mucho. Es importante, por lo tanto, enseñarles habilidades para el manejo del estrés de acuerdo a su edad.
  6. Finalmente, yo diría que es importante ayudarles a desarrollar una actitud crítica. No cabe duda que desde hace 20 años nuestro entorno nutricional se ha vuelto cada vez más tóxico. Por un lado, estamos bombardeados de alimentos light y, por otro, de alimentos chatarras. El tamaño de las porciones ha aumentado, así como también el tiempo que se pasa frente a la televisión y a la computadora. Esto significa que nuestros hijos son más propensos a los malos hábitos. ¡Es necesario entonces darles criterios para que puedan tomar buenas decisiones!

Trastornos alimenticios en niños

Cuando tu hijo entra en la preadolescencia, considerada un periodo delicado debido a que aparecen las primeras variantes de ánimo y el deseo y temor de crecer se agudizan, es importante que redobles tu atención en su forma de comer ya que podría padecer enfermedades como anorexia o bulimia.

Aunque a veces es difícil detectar estos padecimientos, existe una serie de conductas llamadas de riesgo, que te pueden orientar para descubrir si es su caso.

Señales preventivas

  • Se queja reiteradamente de su aspecto físico, se niega a salir, a probarse ropa o a usar traje de baño
  • Rechaza la comida y comienza a adelgazar notoriamente
  • Tiene un carácter variable y mayor irritabilidad
  • Vomita constantemente
  • Se le retrasa o suspende la menstruación
  • Parece débil, por lo que en la escuela ha llegado a desmayarse
  • Hace dietas sin supervisión médica y sin tu consentimiento
  • Combina los regímenes alimenticios con ejercicio físico excesivo
  • Se provoca el vómito
  • Compite con otros adolescentes sobre su delgadez
  • Omite comidas

Lo que debes hacer

  • A partir de los nueve años, tu hijo iniciará una etapa de cambios, tanto físicos como mentales, que tendrán que ser vigilados por un especialista cada seis meses.
  • Es recomendable que la relación entre él y el pediatra se lleve a cabo al margen de la tuya, respondiendo a todas sus inquietudes y enseñándole cómo debe cuidarse
  • Si ya has detectado algunas de estas actitudes pero aún no estás segura de que tenga un padecimiento: Háblale con claridad, pregúntale y escúchalo. En caso de que esté sucediendo algo grave, busquen la forma de detenerlo lo antes posible.

También es indispensable mantener un canal de comunicación abierto entre padres e hijos; hacer un seguimiento de las variantes fisiológicas propias de la adolescencia, especialmente de la menstruación y sobre todo apoyarlo y animarlo a valorar qué comer y dónde hacerlo.