Se trata de una de las frutas más populares a nivel mundial, y en los Estados Unidos en estos días de crisis, la más económica. Ya sea sola, combinada en ensaladas de fruta y hasta acompañando platos principales, la banana es una de las fuentes esenciales de potasio, un mineral clave para darle energía al organismo.
Como indica el “Manual Merck de Información Médica para el Hogar”, editado por el laboratorio Merck Sharp & Dohme, la banana es eficiente para “el funcionamiento nervioso y muscular, el equilibrio acidobásico y el metabolismo del agua”. El texto agrega que 2 gramos diarios de productos que contengan este mineral (también lo poseen la leche entera y descremada, las ciruelas y las pasas de uva) son un buen aporte para que el potasio cumpla con su trabajo.
Por su capacidad de aportar energía al funcionamiento muscular, la banana también es altamente recomendada antes de realizar ejercicio o entrenamiento físico.
La Academia Americana de Pediatras recomienda en su sitio web incorporar la banana en su apartado sobre la importancia del desayuno porque esta comida “provee energía para la activa mañana del niño. Los niños que saltean el desayuno pueden no concentrarse bien en la escuela o pueden no tener energía para jugar”.
Como los pediatras reconocen que no todos los niños disfrutan de los más tradicionales desayunos, ofrecen algunos consejos para tener desayunos diferentes, y en dos de ellos está presente la banana:
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Batidos para el desayuno: combinar leche descremada o con 1 por ciento de grasa con fruta e hielo en un vaso grande.
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Banana congelada: cortar banana en un yogur y luego incorporar cereal. Frisarlas en recipientes o en forma de barras.
El periplo de esta fruta amarilla ha sido largo. Originaria de Malasia, conquistadores como Alejandro Magno la fueron acercando a Occidente, con escalas en Madagascar y las Islas Canarias, hasta que llegó a las Américas hace unos 400 años.
Una de las referencias más populares a esta fruta se encuentra en la obra clásica del siglo XVIII “Cyclopaedia of Practical Information”, de Arnold James Cooley, publicada en Londres en 1846, en donde ofrecen alternativas para comer la banana: “las bananas son comidas solas, en rodajas con azúcar y crema, o vino o jugo de naranjas. También asadas, fritas o hervidas. O procesada en forma de mermeladas”. Esta obra, aunque antigua, se puede leer en la web ya que el sitio Yahoo realizó el trabajo de digitalizarla.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) refiere a la “Wellnes Enciclopedia of Food and Nutrition” (1992) para definir con exactitud el potencial de esta fruta: “La banana es la fruta fresca más popular en los Estados Unidos. Tiene una cáscara que se quita fácilmente, madura después de haber recogida, se encuentra todo el año y es barata. La banana tiene una cantidad alta de carbohidratos y también de potasio, y eso que hace que sea la fruta preferida de muchos atletas”.
Los CDC indican también que media tasa de banana (unos 75 gramos) aporta 70 calorías al organismo, 400 miligramos de potasio y 17 gramos de carbohidratos. Y aportan consejos útiles para la “sobrevida” de la banana luego de tomarla bien verde del supermercado, “para madurar más las bananas, déjelas a la temperatura ambiente por unos días. Cuando ya estén maduras, puede guardarlas en la nevera de 3 a 5 días. La cáscara se volverá de un color pardo en la nevera, pero la fruta no cambia”.
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