Las bebidas equivalen, según estudios realizados, a un 7,1% del presupuesto en alimentos de los hogares, llegando a ser el tercer elemento más comprado después del pan. En el año 200 se consumieron 1.349 millones de litros de refresco, lo que equivale a 90,6 litros por persona al año. No cabe duda que en verano, con el calor, saben de maravilla. Pero ¿realmente aportan algún beneficio más que refrescar a nuestra salud?
El primer factor negativo que en nutrición se le recriminan a estas bebidas, son su contribución a la obesidad. Estas bebidas están hechas con una gran cantidad de azúcares nada beneficiosos para nuestra salud. Según la doctora Karen Salvo sólo aportan calorías vacías por lo que sería muy recomendable eliminarlas de la dieta o al menos reducirlas. Además, recomienda prestar atención al consumo de estas bebidas en los más pequeños de la casa.
En Estados Unidos cada persona consume un promedio de 200 litros de bebidas gaseosas al año de las cuales cerca del 70% contienen cafeína. Este componente provoca un aumento de la sensación de bienestar, alerta, concentración, disminuye el sueño y en algunos casos, provoca una mejoría de la sociabilidad. Según las empresas fabricantes se le añade cafeína a las bebidas para darle sabor, pero estudios realizados por otros científicos han demostrado que el consumidor no logra diferenciar el sabor de la cafeína.
Científicos de Johns Hopkins afirman que un consumo de tres latas diarias produce una dependencia física con síntomas de abstinencia tales como dolores de cabeza, cansancio, irritabilidad y en casos extremos náuseas y vómitos. Pero tampoco podemos olvidarnos del gas que además de provocar meteorismo, aumenta la sintomatología de enfermedades como la del colon irritable, úlcera y reflujo. En definitiva será mejor hacer caso de los expertos y apuntarnos a los zumos naturales que desde luego traen más beneficios y muchas menos consecuencias.
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