La vida sedentaria da más hambre que una actividad moderada

Las personas que llevan una vida sedentaria no sólo queman menos calorías, sino que tienen más hambre que las que practican actividades moderadas como andar, según un estudio preliminar efectuado por científicos estadounidenses.

“Estar sentado en el sofá o ante el escritorio no sólo no quema calorías, sino que puede llevar a querer comer más”, según el Dr. Barry Brown, uno de sus autores.

Los resultados del estudio, llevado a cabo por el departamento de Kinesiología de la Universidad de Massachusetts y de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Misuri, fueron presentados en la Conferencia de la Sociedad Fisiológica Americana que se celebra del 24 al 27 de septiembre en Hilton Head (sureste de EEUU).

Las conclusiones de los científicos contradicen la creencia popular de que cuanta más energía se gasta más hambre se tiene y viceversa.

Para llegar a esa conclusión, los investigadores sometieron a seis personas jóvenes, delgadas y en buena forma física -dos mujeres y cuatro hombres- a tres situaciones distintas a lo largo de tres jornadas, después de suministrarles durante varios días una dieta equivalente en calorías al gasto físico realizado.

En la primera de las situaciones, los voluntarios se mantuvieron físicamente activos -pero sin realizar ejercicio- durante 12 horas, en las cuales sólo se les permitió sentarse 10 minutos cada hora e ingirieron un número de calorías equivalente al desgaste energético.

Las actividades realizadas incluyeron andar, ordenar papeles, recoger libros y doblar la colada.

En la segunda, los jóvenes se mantuvieron inactivos durante 12 horas, hasta el punto de moverse sólo en silla de ruedas, y recibieron las mismas calorías que en el caso anterior, es decir más que las gastadas.

La tercera situación consistió en mantenerse inactivo y consumir un número de calorías proporcional.

A los voluntarios les fueron entregados cuestionarios sobre su apetito, en los que afirmaron tener más hambre, sentir un mayor deseo de comer y encontrarse menos saciados cuando estaban inactivos.

Según el estudio, los resultados sugieren que la inactividad puede aumentar la percepción de hambre y disminuir la de saciedad.

Aunque estos resultados aún son preliminares, indican que actividades de baja intensidad como caminar tienen un efecto reductor sobre el apetito, afirma Braun.

“Además de reducir el gasto de energía, sentarse durante largos periodos de tiempo puede aumentar la sensación de hambre”, señaló.

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