Cada día me sigue sorprendiendo la versatilidad de las nueces y semillas. Esta receta surgió porque necesitaba un líquido denso para un postre que estaba haciendo (y pronto lo compartiré). Como saben, a mi me gusta utilizar ingredientes lo más puros posibles y evitar todo tipo de añadiduras tóxicas como emulsificantes, espesantes, saborizantes, conservadores, etc. y por lo general las leches espesas que se consiguen en los supermercados están llenas de todos esos tóxicos, el más común de todos es la carragenina. La verdad me hace muy feliz prescindir de todo eso y tener ya un sistema en mi cocina en el que hacer una leche vegetal en casa es pan comido.
Esta leche la pueden agregar a las recetas tradicionales que les piden buttermilk, la pueden beber en la noche calientita, la pueden agregar a los pasteles crudiveganos o simplemente la pueden preparar con cacao y dátiles para una leche súper cremosa de chocolate. ¡Espero que la disfruten!
Ingredientes:
1 1/2 taza de nuez de la india
1 litro de agua purificada
1 bolsa de leches vegetales
Preparación:
1. Lavar y desinfectar las nueces. Dejarlas remojando por 4-6 horas, es importante que el agua las cubra todas.
2. Escurrir y enjuagar las nueces. Agregarlas a la licuadora con la mitad del litro de agua purificada. Moler hasta que todas las nueces hayan quedado trituradas y se empiece a notar una consistencia cremosa. Agregar el resto del agua y licuar por unos segundos más para incorporar.
3. Colar con la bolsa para leches vegetales (si no tienes puedes utilizar una manta de cielo sobre un colador tradicional) y exprimir hasta que salga la última gota. Debido a la suavidad de las nueces de la india, es probable que un poco de la pulpa se salga por los poros de la bolsa de leches, esto está bien porque le dará aún más cremosidad.
4. Guardar en un refractario de cristal. Es importante que esté súper limpio y de ser posible esterilizado (pónganlo a hervir 15 minutos) para que no se eche a perder tan rápido y les dure por más días la leche fresca.
