Es bien sabido que la alimentación y la belleza no sólo no están reñidas sino que además son complementarias. Una cosa conduce a la otra. Muchas veces la estética se entiende como la aplicación de productos externos que favorezcan y conserven nuestro estado de salud físico y nuestra juventud. Esto es un gran error.
La belleza proviene desde dentro y este es el caso demostrable de nuestra piel. Nuestra piel es, por decirlo de alguna manera, el traje con el que nos vestimos. En un gato por ejemplo, el brillo de su pelaje nos indica un buen estado de salud, en los humanos, la piel es lo que el pelaje para los gatos. Su estado es reflejo de nuestra salud.
Para mantener una piel limpia y bella el primer truco que debemos aprender es el de hidratarla. Agua, agua y más agua. La hidratación repercute directamente sobre el brillo de nuestra piel, su elasticidad y resistencia. Hay personas, aunque a estas alturas nos parezca increíble, que sin usar ninguna crema hidratante, lucen una piel espectacularmente brillante. ¿El secreto? La hidratación.
Por otro lado, la depuraciòn es la otra gran aliada. Hacer ejercicio y tomar infusuones o bebidas diuréticas nos ayudará a quemar las toxinas que sobran en nuestro organismo y a mejorar la función de muchos de nuestros órganos entre los que se encuentra la piel. El último truco, el uso de una buena hidratante que dará el toque final para lucir una piel escandalosamente brillante. Eso sí, prohibido el tabaco, el alcohol y el exceso de grasas.
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