Producción alimentaria: ¿cuál es el siguiente paso?

COMER ES MUCHO MÁS QUE UNA NECESIDAD BÁSICA :

Nuestros hábitos alimentarios han dado un vuelco a lo largo del siglo XX. En las cinco primeras décadas, y sobre todo inmediatamente después de la II Guerra Mundial, la comida era una mera fuente de energía. Hoy en día, también constituye un fenómeno sensorial, cultural y social. No sólo esperamos satisfacción de la comida, sino también que contribuya a mejorar nuestra salud y bienestar. Además no estamos dispuestos a perder nuestro escaso tiempo libre preparando platos muy elaborados. La comida ha de ser rápida y fácil de preparar, además de sana y sabrosa. Como colofón, también esperamos que tenga un precio razonable. En resumen, la comida debe ser sabrosa, segura, barata y sana, estar disponible todo el año, ser lo más natural posible, variada, e incluso refinada y exótica en ciertas ocasiones.  Aunque demos todo esto por supuesto, proveer de alimentos a un mercado de más de 350 millones de personas, únicamente en Europa central, no es tarea fácil. Por añadidura, a medida que la población aumenta, el número de agricultores disminuye, lo que incrementa la presión sobre los sistemas de almacenamiento y transporte, sobre todo debido a que muchas de las materias primas no se cultivan en Europa. Parece imposible satisfacer esta enorme demanda. Sin embargo, los avances tecnológicos en la elaboración alimentaria y los recientes descubrimientos de las ciencias de la nutrición han derivado en la mejora de la calidad de los alimentos y en una enorme variedad de los mismos.

UN DICHO ANTIGUO, PERO CIERTO: SOMOS LO QUE COMEMOS

Nuestro estilo de vida y nuestros hábitos alimentarios no sufrieron un cambio radical hasta “los últimos momentos” del calendario histórico.  Todavía en el siglo XV, la dieta europea habitual estaba constituida de col, leche, cebada, caldo con manteca de cerdo y, de vez en cuando, un poco de carne. Y hasta hace escasas décadas, el trabajo extenuante de la mano de obra, que conllevaba un enorme consumo de energía, era moneda corriente. Hoy en día, sin embargo, nuestras ocupaciones tienden a ser sedentarias.  Muchos de nosotros podríamos mejorar el desequilibrio existente entre la ingesta de calorías y la actividad física. Sin embargo, se ha demostrado que, en los últimos años, los recientes descubrimientos en materia de nutrición han comenzado a influir en nuestros hábitos alimentarios. Cada vez nos decantamos más por las carnes magras, la verdura y los alimentos ricos en fibras dietéticas.

SANO, SANÍSIMO, LO MÁS SANO… DIETAS DEL SIGLO XXI

A medida que las ciencias de la alimentación nos ofrecen más información sobre los mecanismos por los que ciertos ingredientes alimentarios afectan a nuestras funciones corporales, tanto científicos como expertos del mercado constatan que los alimentos a los que se atribuyen propiedades positivas son cada vez más populares. Los análisis de mercado sobre la demanda y el comportamiento de los consumidores prevén que en los próximos años, prácticamente todo grupo de productos contendrá alimentos especiales para mejorar la salud (1). La ciencia se centra ahora en reducir el riesgo de contraer enfermedades crónicas y debilitantes, en especial, trastomos cardiovasculares, obesidad, cancer, osteoporosis y diabetes no dependiente de insulina.

Tabla 1: CAMBIOS EN LA COMPOSICIÓN DE LA DIETA Y EL ESTILO DE VIDA

Porcentaje de energía procedente de:

Estilo de vida Grasas Azúcares Almidón Proteínas Fibra (gr/día)
Cazador-recolector 15-20 0 50-70 15-20 40
Campesino-agricultor 10-15 5 60-75 10-15 90
Miembro de la sociedad de la abundancia 40+ 20 25-30 12 20

Fuente: FAO

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