El buen dormir es una parte fundamental del bienestar general de un individuo y, por ende, de una vida saludable. Por eso, desde hace años se estudia la relación entre la falta de sueño y los trastornos en la rutina de alimentación que pueden derivar en sobrepeso.
Y los números del insomnio y los trastornos vinculados del sueño son significativos. Datos del Centro Nacional para el Estudio de los Desórdenes del Sueño, del Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre de los Institutos Nacionales de Salud indican que entre el 30% y el 40% de los adultos en el país registran varios síntomas de insomnio a lo largo de un año, lo que señala la alta incidencia de trastornos del sueños, algunos de los cuales pueden convertirse en crónicos.
A la hora de enumerar las causas que pueden llevar al sobrepeso y la obesidad, esta organización destaca la falta de sueño. En su sitio de Internet www.nhlbi.nih.gov indica que “estudios hallaron que cuanto menos duermen las personas, más proclives son a tener sobrepeso u obesidad. Las personas que reportan dormir cinco horas cada noche, por ejemplo, son mucho más proclives a convertirse en obesas comparadas con aquellas que duermen entre siete y ocho horas por las noches”. Según los especialistas, “los individuos que duermen menos horas parecen preferir comidas más altas en calorías y carbohidratos, que están relacionadas con comer más y con la obesidad. Las hormonas que se secretan mientras se duerme controlan el apetito y el uso de la energía corporal. Por ejemplo, la insulina controla el aumento y la disminución de los niveles de azúcar en sangre durante el sueño. Las personas que no duermen lo suficiente tienen niveles de insulina y azúcar en sangre similares a las de aquellas que tienen predisposición a tener diabetes”.
También aseguran que las personas que duermen poco presentan altos niveles de la hormona grelina (que causa hambre) y niveles más bajos de la hormona leptina (que ayuda a controlar el apetito).
Al respecto, la National Sleep Foundation –que cada marzo realiza la Semana de Concientización del Sueño– ofrece recomendaciones clave vinculadas al sueño y a la alimentación.
- Termine de comer al menos 2 a 3 horas antes de irse a la cama. “Comer y beber mucho puede hacer que se sienta menos confortable al recostarse… además, la comida picante puede causar acidez, relacionado con dificultades para conciliar el sueño”.
- Trate de restringir los líquidos para no despertarse en medio de la noche. “De esta forma se previene los despertares nocturnos para ir al baño”.
- Evite el café. “las infusiones sin cafeína puede ser una buena rutina antes de irse a dormir”. Y destaca que “la cafeína es un estimulante, lo que significa que puede producir un estado de alerta. Productos con cafeína, como el café, los tes, las bebidas cola y hasta el chocolate, permanecen en el organismo de 3 a 5 horas, pero pueden afectar a algunas personas hasta por 12 horas. Aunque usted piense que la cafeína no lo afecta, puede modificar la calidad de su sueño. Evitar la cafeína de 6 a 8 horas antes de irse a dormir puede ayudar a mejorar la calidad del mismo”.
Ya lo decían nuestras abuelas, no hay nada comparable a un sueño reparador. Sobre todo, si eso nos mantiene delgados.
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