Niños que miran T.V. mientras comen, engordan más

Mirar televisión, así como ingerir alimentos mientras se convive con otros distractores, tales como la radio o el ordenador, es notablemente influyente sobre el aumento de peso de los niños, pero también en los adultos.

 

Un estudio canadiense comprobó que los niños que comen y miran televisión al mismo tiempo engordan más que aquellos que evitan sus programas favoritos en el momento de la comida.

 

Se observó que los niños asimilan 228 calorías más si al momento de comer están mirando tele.

 

Uno de los fundamentos de éste mayor consumo calórico es que quienes ven televisión no reconocen cuándo es el momento en que deben parar de comer.

 

Es decir, la tele provoca una alimentación mecánica que no permite tomar conciencia de lo que se está consumiendo y su cantidad.

 

Por ello, los niños no reconocen qué es lo que están llevando a su boca, no disfrutan del momento placentero y social de la comida y engordan más porque comen más.

 

En un momento en que la obesidad afecta cada vez más a los niños, es indispensable que los padres reconozcan la importancia de comer sin distractores y apaguen la tele al momento de compartir un almuerzo o una cena.

 

Además, la publicidad engañosa acerca de la comida basura engaña a los niños y los atrapa estimulando el consumo nocivo de este tipo de alimentos.

Los niños y la mesa

Cada vez es más difícil encontrar niños sanos y delgados, pues a menudo, ya sea por pereza o por malos hábitos, los pequeños corren el riesgo de sufrir sobrepeso.

 

La alarma del sobrepeso y obesidad en los niños, ha saltado alrededor del mundo. Se estima que actualmente de cada cuatro niños, uno supera el peso correcto. Las principales causas son el estilo de vida cada vez más sedentario y una alimentación abundante, rica en grasas y muy energética.

 

Los niños necesitan hacer ejercicio y ajustar las comidas al gasto energético, seguir un horario, y no saltarse ninguna comida. Para crecer bien, todo niño necesita introducir cada día todos los nutrientes, con gran variedad y en las dosis justas.

 

Siga estos consejos y estrategias sobre alimentación equilibrada para sus hijos. Recuerde que si hasta los 12 meses son los pediatras los que guían la dieta de los pequeños, a partir de ese momento la educación alimentaria pasa a manos de los padres.

 

El rito de la mesa

Una familia poco interesada en la comida, donde se prefiere comprar platos preparados, se come con prisa, sin controlar horarios y se da poca importancia a lo que se lleva a la mesa, incide sobre la relación entre el niño y la alimentación. El momento de la comida tiene además un enorme valor educativo para la formación de un niño, para la construcción de las costumbres y de los comportamientos alimentarios.

 

Lo que se come es tan importante como la “forma” de comer. Lo ideal es sentarse a la mesa todos juntos, con calma, prestando mucha atención al niño y a lo que se ha preparado para él. ¿Y cuando el problema es que el pequeño llega a la mesa sin hambre?. Entonces se necesita replantear las comidas durante el día, limitar picar entre horas, establecer horarios fijos para las 5 comidas diarias y estar en la mesa el tiempo necesario, sin televisión.

 

Las diferentes etapas del rito de la mesa:

 

1. EL DESAYUNO

Un desayuno completo se compone de una taza de leche o un yogur, 2 rodajas de pan con 2 cucharadas de mermelada o una porción de bizcocho casero o cereales en copos y fruta, y suplirá entre el 20 y 25% de las calorías diarias.

 

Es muy importante que se ingiera con calma, recuerde que los niños imitan a los mayores, por lo que si la mamá bebe un café rápido, difícilmente conseguirá convencer al hijo para hacer un desayuno completo. Un método para ayudar a los niños, es usar una tabla de refuerzos positiva, por ejemplo, por la noche que preparen la mesa con lo necesario para el desayuno.

 

2. LA MERIENDA

Si el desayuno es completo y sustancioso, difícilmente el niño tendrá demasiada hambre a media mañana, y esto impedirá que se llene de aperitivos y bollería. Por eso, tanto a media mañana como de merienda, lo mejor es una rebanada de pan con mermelada, miel o aceite, o un yogur con fruta o galletas o bocadillo. Como alternativa, una manzana o un puñado de frutos secos. Todos son alimentos que proporcionan otro 10% de las calorías necesarias durante la jornada. Si el niño se empeña en una merienda “industrial”, trate de insistir en alimentos sanos y genuinos y conceda como premio de vez en cuando su capricho.

 

3. LA COMIDA Y LA CENA

La fórmula ideal a mediodía es: 60 g de pasta y 80 g de carne o pescado (alternar huevos y quesos), y guarniciones de verduras, con un panecillo y una fruta. En la cena, al menos 2 veces a la semana, debería tomar sopa de verduras, un huevo y una loncha de queso y siempre, un acompañamiento verde, crudo o cocido.

La alimentación al llegar a los 40

En esta etapa de la vida las personas suelen tomar conciencia de lo importante que es conservar una buena salud y evitar el sobrepeso a través de la alimentación. Por tal razón, tienden a consumir más verduras, legumbres, frutas y grasas cardiosaludables.

 

Los errores más frecuentes que se comenten en la alimentación a los 40 son:

 

• No disfrutar de comidas equilibradas debido al exceso de trabajo y a las responsabilidades propias de esta edad, lo cual propicia el aumento de peso e incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

 

• Si bien es cierto en esta etapa, se empieza a tomar conciencia de la importancia de observar una dieta equilibrada, el consumo de frutas, verduras y fibra suelen seguir siendo escaso.

 

• Otro de los errores frecuentes en las personas que han arribado a las cuatro décadas, es la falta de ejercicio físico.

 

Recomendaciones:

 

• Incremente el ejercicio físico y siga una dieta equilibrada para evitar el sobrepeso y disminuir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.

 

• Reduzca el consumo de sal y beba abundante agua diariamente.

 

• Controle las grasas, especialmente las más nocivas. Consuma carnes magras, pescados y grasas cardiosaludables como el aceite de oliva. Limite la bollería, mantequillas o embutidos muy grasos y resérvelos para ocasiones especiales.

 

• Incremente los alimentos ricos en antioxidantes, vitaminas C, E y betacaroteno. Esto se logra consumiendo frutas y verduras frescas. Las hoja verdes o de tonalidad naranja, son las que proporcionan en mayor concentración de estos nutrientes.

 

• Continúe prestando atención al consumo de calcio dentro de su dieta.

 

La alimentación al llegar a los 30

Las personas de 30 suelen llevar un estilo de vida ajetreado tanto dentro como fuera de casa, razón por la cual con frecuencia tienen que comer fuera, cualquier comida rápida.

 

Si tienen niños, suele prestar más atención a la nutrición de éstos pero tienden a descuidar la propia.

 

Los errores más frecuentes que cometen los treintañeros en materia de alimentación son:

 

• Exceso de trabajo, tienen poco tiempo para relajarse y disfrutar de una comida saludable.

• Demasiadas comidas fuera de casa, con frecuencia poco equilibradas y propician la ganancia de peso.

• Consumo escaso de frutas, verduras y fibra.

• LLevar una vida sedentaria.

 

Las recomendaciones nutricionales para las personas que están viviendo su tercera década son las siguientes:

 

• Evite el sedentarismo, incremente el ejercicio físico.

 

• Cuando coma fuera, elija platos de verduras, ensaladas, proteínas a la parrilla y platos sin demasiadas salsas y condimentos. Como postre, siempre que sea posible, elije frutas frescas.

 

• Elabore la cesta de la compra a partir de productos frescos, frutas, verduras, legumbres, pan integral, lácteos descremados, carnes magras, pescado, aceite de olive. Preste especial atención a las “grasas ocultas” que abundan en aperitivos, galletitas o patatas fritas y también en los pastelillos y bollería industrial.

 

• Evite el consumo excesivo de café y excitantes, ya que el exceso de éstos aumenta la pérdida de calcio.

 

• Continúe prestando atención al consumo de calcio en su dieta.

 

La alimentación de los niños en verano

En tiempo de vacaciones las rutinas cambian, los horarios se alteran y la alimentación corre un mayor riesgo de desordenarse, lo cual representa un peligro para la salud de los niños.

 

Como los desequilibrios surgen con mayor facilidad en esta etapa, la dieta debe ser más cuidada. Expertos en nutrición recalcan la importancia de mantener hábitos alimentarios saludables en todos los periodos, y fomentar pautas alimentarias que favorezcan la promoción de la salud y el correcto desarrollo de los niños, lo cual les brindará beneficios a corto y largo plazo.

 

Durante el verano es importante mantener una alimentación variada y equilibrada, adaptando los menús a los alimentos propios de la estación, que les aportarán gran cantidad de vitaminas y minerales. Además, las vacaciones, son una oportunidad para que los niños consuman alimentos de temporada y prueben nuevos sabores, dentro de un ambiente festivo.

 

En verano la dieta debe también estar compuesta de tres comidas principales y dos comidas adicionales más ligeras, a media mañana y a media tarde. Al igual que en el curso escolar, se debe vigilar que el niño realice un desayuno correcto, cambiando algo el horario, pero manteniendo la organización de las comidas. El picoteo constante entre horas debe evitarse y se debe moderar el consumo de grasas, dulces, golosinas y “snacks”.

 

“El tentempié” para la playa, o para después de la cena, cuando pasa mucho tiempo antes de que el niño vaya a dormir, debe complementar los alimentos consumidos durante el día con alguna pieza de fruta, yogurt o vaso de leche. Evite darles alimentos con aporte energético innecesario y escaso valor nutricional.

 

Como es frecuente que los niños tomen pocos cereales, el consumo de pan en las comidas o entre horas, incluyendo en ocasiones pasta o arroz, puede ayudar a revertir esta tendencia.

 

El verano es también una época apropiada para consumir frutas y verduras preparadas de mil maneras o mezcladas. Tampoco pueden faltar los lácteos, que deben consumirse 2-3 veces/día; el grupo de las carnes/pescados/huevos , se aconseja consumirlos de 2-3 veces/día.

 

Es razonable un consumo de carne de 4-7 veces/semana (más cantidad y veces en los niños más grandes y activos y menor cantidad y frecuencia en los más pequeños o sedentarios).

 

Durante el verano existe también un mayor riesgo de deshidratación, por ello se aconseja consumir abundante cantidad de líquidos, principalmente agua. Incluya líquidos sistemáticamente en la dieta sin esperar a que los niños tengan sensación de sed. Para los más pequeños puede preparar batidos de frutas frescas o mezcladas con yogurt. Los zumos de frutas o de frutas con hortalizas, buscando las combinaciones más atractivas, pueden ser deseables para cualquier edad. Se ha comprobado que ofrecer bebidas variadas, favorece que el niño beba más.

 

Errores que cometemos a los 30 en nuestra alimentación

Cada etapa tiene sus propios requerimientos nutricionales, pero de acuerdo a la edad, también cambian las preocupaciones de cada persona respecto a su alimentación.

 

Por ejemplo a los 20, las personas tienden a preocuparse más por la silueta que por la salud, mientras que a los 30 sucede lo contrario, pues empiezan a preocuparse por su salud.

 

Sucede muchas veces que debido a las obligaciones del trabajo y del hogar que tenemos a los 30, enfrentamos el reto de la falta de tiempo para mantener una alimentación sana, especialmente si tenemos hijos pequeños, pues solemos prestar más atención a la nutrición de ellos que a la nuestra.

 

Veamos cuáles son los errores más frecuentes que cometemos en nuestra alimentación a los 30

 

1. Tenemos poco tiempo para preparar comida casera y disfrutar del acto mismo de comer.

2. Comemos con frecuencia comidas desequilibradas fuera de casa y a deshora.

3. No consumimos suficientes frutas, verduras y cereales.

4. Solemos ser sedentarios, no hacemos suficiente actividad física.

 

¿Qué hacer para corregir estos errores?

 

• Si tienes que comer fuera de casa un consejo sencillo pero poderoso es aprender a elegir tus comidas. Trata de elegir más frutas y verduras y menos condimentos y salsas.

 

• Aprende cómo hacer compras inteligentes los fines de semana.

 

• Reduce tu consumo de café y estimulantes, ya que contribuyen a la disminución de calcio.

 

• No descuides tu consumo de alimentos que sean ricos en calcio, como los lácteos.

 

• Pónle un alto al sedentarismo. Incrementa tu actividad física diaria, ve a un gimnasio, haz deporte, o intenta ejercitarte haciendo tareas domésticas.

Alimentación para un envejecimiento saludable

José María Ordovás, investigador español y uno de los científicos pioneros en el estudio de la relación entre la salud y la dieta, ha señalado la importancia que tiene una buena alimentación a la largo de la vida para poder gozar de un envejecimiento saludable.

 

Al respecto, el científico afirma que una buena alimentación “juega un papel muy relevante”, ya que ayuda a retrasar el envejecimiento y a que las personas se sientan mejor, además de prevenir enfermedades asociadas con la edad entre las que se encuentran las cardiovasculares, el cáncer, la osteoporosis, diabetes, la obesidad, etc.

 

Ordovás señala que no debemos olvidar que estas enfermedades se desarrollan a lo largo de toda la vida, de ahí que, para conseguir el mayor efecto en términos de un envejecimiento saludable, se debe llevar a cabo una nutrición saludable desde la infancia e incluso antes de ella por parte de la madre durante el embarazo.

 

En cuanto a los efectos que puede tener sobre el cuerpo la introducción de estos hábitos en la edad adulta, no está tan claro “que se pueda reparar el daño hecho”. Por tanto, considera indispensable que esa alimentación se lleve a cabo “durante toda la vida”, ya que, a su juicio, es la mejor manera de mantener esa línea de envejecimiento saludable.

 

El científico español dice que si por ejemplo hablamos del calcio, sabemos que determina la calidad ósea y, por lo tanto, cuanto se “ahorre” al principio, durante el crecimiento, va a ser esencial para cuando décadas más tarde, tengamos que “vivir de esos ahorros”. Explica que en las arterias pasa lo mismo, una alimentación sana va a prevenir la acumulación de grasa en las mismass, y eso va a prevenir el infarto en los 60 o los 70 y así podríamos ir presentando cada vitamina, antioxidante, etc. que constituyen nuestra dieta”, afirma el experto.

 

Asimismo, Ordovás se muestra escéptico con la introducción en el mercado de la alimentación de suplementos y productos anti-envejecimiento y lo que se conoce como la “cosmética en pastillas”. En este sentido, aclara que “hay que empezar desde el principio de la vida a cuidar de ese problema”, al tiempo que recuerda que “el pensar en volver el reloj atrás por tomar una pastilla u otra cosa no está demostrado científicamente”.

 

“No hay duda que cuanto más se cuide uno a cualquier edad, va a contribuir a que se retrase el envejecimiento, pero de ahí a las “balas de plata mágicas” hay un gran trecho”, señala el científico.

 

Los niños y los complementos de vitaminas

Muchos niños y adolescentes estadounidenses sanos, podrían estar tomando complementos vitamínicos y de minerales que no necesitan, señalan investigadores en la edición de febrero de Archives of Pediatric & Adolescent Medicine.
 
Los expertos indican que los complementos de vitaminas y minerales no se consideran necesarios si se lleva una dieta balanceada. Los niños que realmente necesitan estos complementos, son los que no tienen tan buena nutrición, son menos activos y provienen de hogares de bajos ingresos, por lo que podrían no estar recibiendo las dosis de vitaminas y minerales que necesitan, señalan los expertos.
 
La Academia Estadounidense de Pediatría no recomienda complementos de vitaminas para la mayoría de los niños mayores de un año, pero sí para aquellos que tienen enfermedades crónicas, trastornos alimentarios y algunas otras afecciones.
 
La sobredosis o el envenenamiento por el uso de complementos puede ser un problema, sobre todo entre los niños más pequeños (entre 2 y 4 años). Una sobredosis puede provocar vómitos o problemas más graves como daños renales o hepáticos.
 
El Dr. Ulfat Shaikh, autor del estudio y profesor asistente de pediatría de la facultad de medicina Davis de la Universidad de California y pediatra del Hospital infantil de la UC en Davis, dijo: “Nos sentíamos curiosos por saber por qué ciertos padres podrían elegir complementos multivitamínicos de venta libre para niños y otros no”. Según explicó, la hipótesis del estudio se basó en que los complementos se pueden utilizar para reducir los efectos adversos, si los padres piensan que el niño no está comiendo bien o si se preguntan de dónde vendría su próxima comida.
 
Los autores revisaron datos sobre complementos de vitaminas y minerales, así como la dieta, el ejercicio y factores de seguro de salud de unos 11,000 niños y adolescentes entre los 2 y los 17 años de la Encuesta nacional de examen de la salud y la nutrición.
 
Cerca de la tercera parte (el 34 por ciento) de los jóvenes había usado complementos de vitaminas y minerales durante el mes anterior a la entrevista. Como se esperaba, los niños que tenían exceso de peso eran los que más tomaban vitaminas y minerales.
 
De manera sorprendente, sin embargo, era más probable que los niños que no los necesitaban tanto consumieran estos complementos, por ejemplo, los niños blancos de familias con ingresos más elevados, más seguridad alimentaria, mejor nutrición y más niveles de actividad. El 47 por ciento de estos niños (que también eran menos propensos a ser obesos) tomaban vitaminas, en comparación con el 28 por ciento de los que estaban en situaciones menos privilegiadas.
 
El equipo halló que el costo parece ser el mayor obstáculo para que los hogares de ingresos más bajos agreguen complementos a la dieta de sus hijos. “Una de las cosas que pensamos que era responsable de esto fue la posibilidad de que el ingreso y la educación paterna pudieran superar otros factores”, aseguró Shaikh.
 
Además, de hecho, la información mostró que el 22 por ciento de los niños que vivían en hogares ubicados bajo el límite federal de pobreza, usaban vitaminas, en comparación con el 43 por ciento de los hogares que vivían por encima de la línea.
 
El 38 por ciento de los niños que vivían en hogares que no usaban cupones alimenticios usaban vitaminas, en comparación con el 18 por ciento de los jovencitos de hogares en los que no se usaban estas ayudas gubernamentales.

La alimentación de los 4 a los 11 años

De los 4 a los 11 años, los niños necesitan recibir una alimentación que responda a sus necesidades nutricionales. Aproximadamente en esta etapa se requieren entre 1.600 y 2.500 calorías por día, aunque esto varía y se determina en función del metabolismo basal de cada niño, el ritmo de crecimiento y su nivel de actividad.

 

El gasto calórico es alto en esta etapa debido a que los niños están en proceso de crecimiento y también por la intensa actividad física que desarrollan (saltar, correr, jugar, etc.), lo cual hace que se quemen más calorías.

 

Es importante que en esta etapa los niños no sólo cubran sus necesidades nutricionales sino que desarrollen hábitos alimenticios adecuados. Es bueno que aprendan a comer todo tipo de alimentos y a degustar diferentes sabores. También es importante reducir o moderar el consumo de bollería industrial, así como el consumo de chucherías a la salida de la escuela que solo aportan calorías vacías. Debe evitarse el consumo excesivo de bebidas refrescantes azucaradas, es mejor sustituilas por zumos naturales, batidos caseros de leche, yogur o frutas.

 

Algunas recomendaciones sobre la dieta

 

Bríndeles una dieta equilibrada y variada para evitar carencias nutricionales.

 

Incluya al menos un lácteo y cereales en el desayuno. Mejor aún si incluye también una fruta o su zumo.

 

Para los almuerzos o meriendas prepáreles bocadillos caseros, frutas y productos lácteos. No abuse de los embutidos, patés y quesos grasos.

 

Es importante presentarles la comida en forma llamativa y explicarles para qué sirven los distintos alimentos, de esta forma logrará que los acepten mejor.

 

Los niños deben consumir aproximadamente 6 raciones de lácteos al día, por ejemplo: 2 yogures, 1 porción de queso y 3 vasos de leche.

 

Progresivamente introduzca alimentos nuevos, especialmente en los más pequeños. Conviene insistir varias veces hasta lograr que el niño se aficione a determinadas comidas.

 

Nunca utilice los alimentos como premio o castigo, esto puede generar conductas alimentarias negativas (rechazo o aversión, caprichos).

 

Si el niño no come durante una comida, espere hasta la siguiente toma para no perder el ritmo de los horarios.