Alimentos que ayudan a proteger el higado

El hígado es uno de los órganos mas complejos de nuestro cuerpo y  merece mucho cuidado. Entre las mas de 200 funciones que realiza, el hígado funciona como un filtro, eliminando todo lo que es toxico del organismo.

Cuando exageremos en el  consumo de bebidas alcohólicasy en el consumo de alimentos muy grasientos, el hígado tiene una gran sobrecarga y necesita, muchas veces, una buenadesintoxicación. Conozca, a continuación, los alimentos que ayudan a limpiar el hígado:

En la verdad, no hay ningún alimento específico capaz de realizar esta limpieza en el hígado. Es necesario consumir estos alimentos, considerados desintoxicantes, acompañados de una alimentación equilibrada. No se puede comer un alimento desintoxicante y salir de fiesta creyendo que puedes beber y comer todo.

El extracto de propóleos contiene sustancias llamadas bioflavonoides, que están relacionados a una mejora en las funciones del hígado. Así, puedes ayudar a acelerar la desintoxicación de tu organismo.

La piña cuenta con una potente enzima llamada bromelina, que auxilia en la digestión, desobstruyendo el hígado del acumulo de grasas y toxinas. Para potencializar aun más el efecto puedes consumir zumo de piña natural con hierbabuena u otras frutas.

La manzana tiene pectina, una fibra soluble que ayuda en la reducción de la tasa de colesterol y facilita la digestión de grasas por el organismo. Estas fibras “se agarran” a las células de grasas llevándolas para fuera del cuerpo e impidiendo su acumulo en el hígado.

No te olvides beber mucha agua, ya que este es el combustible para que el hígado pueda trabajar. Es fundamental para eliminar las toxinas.

El jengibre es considerado un tónico para el hígado; ayuda en la secreción de bilis. Con ello, la digestión de grasas es más eficiente, evitando la sobrecarga del hígado. Consuma jengibre rallado en tu comida y cena.

La escarola estimula la producción y secreción de la bilis, además de ser fuente de nutrientes como acido fólico, zinc y vitaminas que dan salud y disposición para que todo el organismo funcione perfectamente.

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Costumbres nocivas… evítalas para tener una vida saludable

 
 
 
Además del tabaquismo y el consumo de alcohol existen en la sociedad costumbres erróneamente consideradas «inofensivas». La ciencia explica por qué evitarlas.
1- Llevar el teléfono móvil en el bolsillo. Los hombres que utilizan más de cuatro horas diarias su teléfono móvil sufren una reducción del 50% en el número de espermatozoides. Además, llevarlo siempre en los bolsillos del pantalón puede afectar negativamente la calidad del semen y, por lo tanto, la fertilidad masculina. Según el urólogo español Jordi Postius, las radiaciones electromagnéticas de los teléfonos móviles inciden de dos maneras: primero, porque calientan el testículo, y segundo, porque afectan al ADN de las células encargadas de producir los espermatozoides. «Está demostrado que a medida que se incrementa el tiempo de uso de esta tecnología, se produce un deterioro progresivo de los parámetros seminales», aseguró.
 
2- Comer rápido. Diversos estudios han constatado que cuando una persona come de manera rápida o apresurada, los mecanismos biológicos que indican al cerebro la sensación de saciedad no se activan a tiempo, lo que se traduce en que la persona ingiera mucha más cantidad de alimento y, por lo tanto, de calorías. Si esta forma de comer se practica de forma más o menos habitual, puede tener consecuencias directas en un mayor sobrepeso o, incluso, obesidad. De acuerdo con expertos en Nutrición, la solución es una vuelta a una comida «en familia, reposada y tranquila, en la que los mecanismos de saciedad se activen de forma natural y se eviten así atracones e ingestas excesivas de alimento de forma habitual».
 
Otro estudio preliminar difundido recientemente indica que comer con demasiada rapidez podría aumentar el riesgo de diabetes tipo 2. Investigadores de Lituania compararon a 234 pacientes con diabetes tipo 2 y 468 personas que no sufrían de la enfermedad, y hallaron que los que comían con mayor rapidez tenían 2,5 veces más probabilidades de sufrir de diabetes que los que comían más pausadamente.
 
3- Consumir alimentos y líquidos en envases plásticos. El Bisfenol A (BPA) es un producto químico que se utiliza desde hace muchos años como componente para la fabricación de policarbonato y resinas epoxi-fenólicas. El policarbonato es un tipo de plástico rígido transparente que se usa para hacer envases de alimentos, como botellas retornables de bebidas, mamaderas, vajilla (platos y tazas) y recipientes. Las resinas epoxi-fenólicas se utilizan en recubrimientos y revestimientos de conservas y depósitos de alimentos y bebidas. Como sucede en todos los materiales que entran en contacto con los alimentos, pequeñas cantidades de BPA pueden migrar del plástico o del recubrimiento de resina a los alimentos y bebidas. BPA es una de las numerosas sustancias que potencialmente pueden interaccionar con los sistemas hormonales del cuerpo humano (disruptores endocrinos).
 
4- Llevar a los chicos en el asiento delantero del auto. Según explica el Centro de Experimentación y Seguridad Vial (CESVI), las plazas más seguras de un vehículo son las traseras, debido a que en la mayoría de los impactos dicha zona es la única que conserva la habitabilidad de los ocupantes.
 
«Por tal motivo consideramos que la mayoría de las lesiones ocurridas en accidentes de tránsito con niños podrían evitarse si fueran sentados en los asientos traseros, utilizando el cinturón de seguridad y el asiento infantil apropiados para su estatura y peso», subraya el organismo.
 
Asimismo, aclara que cuando un niño tiene menos de un año de edad o pesa menos de 10 kilos debe usarse un asiento especial porta-bebés, colocándolo en sentido contrario al de marcha. Ello se debe a que en un impacto frontal el débil cuello del niño no soportaría la fuerza con que la cabeza se desplaza hacia adelante
5- Permanecer varias horas sentado. Un estudio llevado a cabo por el «Instituto Sax», en Australia, difundido en abril último, indica que permanecer horas sentado podría acortar la vida. Los datos obtenidos de la investigación apuntan a que las personas que mantienen esta posición durante la mayor parte del día tienen un 54 por ciento más de probabilidades de morir de un ataque al corazón.
 
El cuerpo no está hecho para las más de nueve horas al día que queda postrado en una silla o en el sofá, por encima incluso de la media del descanso en la cama (7,7 horas). Una muerte temprana es una de las consecuencias del sedentarismo, pero los investigadores también apuntan a los perjuicios de trabajar constantemente sentado incluso para quienes practiquen deporte.
 
Para evitar los efectos nocivos se proponen pequeños cambios de hábitos, por ejemplo alternando el trabajo frente al escritorio, con el uso de mesas más altas donde trabajar de pie. Tanto para el tiempo libre como para la jornada laboral los investigadores proponen la búsqueda de un mayor equilibrio entre sentarse, permanecer de pie, caminar y otras actividades.
 
6- Dormir poco. Investigadores del Brigham and Women»s Hospital de Boston, en Estados Unidos, aseguran que dormir poco o a deshoras -modificando el reloj biológico interno- hace que el organismo tenga dificultades para controlar los niveles de azúcar en sangre, aumentando el riesgo de padecer diabetes tipo 2 u obesidad. Los autores del estudio, publicado en la revista «Science Translational Medicine», observaron que los cambios en los patrones normales de sueño son capaces de interrumpir los procesos metabólicos del organismo.
 
Los científicos observaron que la restricción prolongada del sueño y la interrupción simultánea del ritmo circadiano redujo la tasa metabólica de los participantes. Según explicaron, la reducción en la tasa metabólica -la velocidad con la que las células utilizan la energía disponible- puede traducirse en un aumento de más de 4,5 kilos al año si no se cambian los patrones de dieta y actividad.
 
7- Tomar gaseosas y bebidas saborizadas. Investigadores del Instituto de Bienestar de la Clínica Cleveland y la Universidad de Harvard descubrieron que un mayor consumo de refrescos endulzados con azúcar y bajos en calorías se asocia con un mayor riesgo de accidente cerebrovascular. Estudios anteriores relacionaron el azúcar y el consumo de bebidas con el aumento de peso, diabetes, presión arterial alta, colesterol alto, gota y enfermedad arterial coronaria.
8- Olvidarse de usar hilo dental. Un amplio estudio, presentado en el Congreso de la Asociación Americana del Corazón, llevado a cabo en más de 100.000 personas sin problemas cardíacos en el inicio del estudio y seguidos durante siete años, concluyó que una higiene oral correcta reduce en un 24% las probabilidades de sufrir un infarto de corazón y en un 13% el riesgo de ser afectado por un derrame cerebral (ictus). Este estudio también demostró que las personas que se someten a una higiene bucal por un profesional una vez al año disminuyen considerablemente el riesgo de sufrir alguna alteración coronaria o cerebrovascular.
 
Esto se debe a que la higiene bucal y el cepillado dental reducen el desarrollo de bacterias orales responsables de la inflamación de la encías, lo que aumenta el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular.
9- No lavarse las manos. Lavarse las manos salva millones de vidas, destaca el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) «Clean your hands» («Límpiese las manos»). El simple gesto de lavarse las manos logra salvar millones de vida cada año, eliminando las bacterias y microorganismos que se transmiten a través de este medio. Lavarse las manos con agua no sirve para eliminar estos gérmenes, pero un simple lavado con jabón entre cinco y diez segundos es capaz de prevenir la propagación de enfermedades que provocan gripes, diarreas, neumonías o infecciones oculares, protagonistas de una gran cifra de muertes en algunas regiones.
Desde la OMS aseguran que, para lavarse las manos correctamente, son necesarios entre 40 y 60 segundos, frotándose tanto las palmas de las manos como los dorsos y las puntas de los dedos, con agua tibia.

 

Tomar más agua reduce el sobrepeso en niños

Un mayor consumo de agua disminuiría el riesgo de padecer sobrepeso en los niños y adolescentes, según expertos en Nutrición y Pediatría que participaron en la presentación del libro «El agua mineral en la infancia», elaborado por el Instituto de Investigación Agua y Salud, en colaboración con la Asociación Española de Pediatría.

 

El doctor Isidro Vitoria Miñana, pediatra de la Unidad de Nutrición del Hospital La Fe de Valencia, destacó que «el agua y la leche han de seguir siendo las bebidas habituales en la infancia, mientras que las bebidas calóricas sólo han de ser de consumo ocasional», y señaló que para evitar la epidemia de la obesidad el niño ha de comer con agua en las comidas, y no con otro tipo de bebidas.

 

En concreto, subrayó que, según los resultados de estudios realizados en países como Australia, México o Canadá, el agua es la primera herramienta contra la obesidad, ya que puede ayudar a reducir en más del 30 por ciento el riesgo de padecer esta enfermedad. Además, otros trabajos demuestran que la disponibilidad de «latas» en los colegios no son un beneficio para la prevención de la obesidad, y señalan que en vez de esas bebidas podía haber agua mineral natural.

 

Por otro lado, los especialistas destacaron la ventaja del agua mineral en la preparación de biberones y papillas porque no precisa llevarla a ebullición, a diferencia del agua del grifo, que ha de ser hervida al menos un minuto para estar seguros de que está libre de parásitos.

 

Asimismo, este experto en Pediatría destacó que la composición constante, es decir, la capacidad en el tiempo de que permanezcan en composición constante las aguas minerales naturales, permite elegir qué determinada agua, y en función de las necesidades nutricionales del niño se podrá elegir, según el calcio o sodio que se necesite en cada momento.

 

Según se recoge en la guía sobre el agua mineral y la infancia, los expertos destacaron que los niños deben beber una media de 1,8 litros de agua hasta los 8 años y, a partir de los 9, esta cantidad sube hasta los 2,5 litros en los niños y hasta los 2,2 en las niñas.

 

Por su parte, el profesor titular de Hidrología Médica de la Universidad Complutense de Madrid, Francisco Maraver, explicó que el agua mineral natural es constante en la composición, tiene una pureza de origen, y se envasa en el origen sin ningún tipo de manipulación ni química ni microbiológica, y es una garantía, a diferencia del agua de la red.