¿Cómo prevenir los trastornos alimenticios en niños y adolescentes?

No todos podemos dar una definición elaborada de “salud”, pero todos conocemos su importancia. Según la Organización Mundial de la Salud, ésta es “un estado de completo bienestar físico, mental y social”. La salud no solamente se da en la ausencia de enfermedades, sino que necesitamos de recursos físicos, psicológicos y sociales para alcanzarla.

La prevención tiene que ver con estos recursos y si alguien conoce la importancia de la prevención, este alguien son los padres. Por ejemplo, cuando escucho testimonios de parte de ellos, casi siempre oigo mencionar el “¡Si tan solo hubiera sabido… (qué las dietas excesivas la iban a llevar a esto)!” o ¡Si tan solo hubiera sabido… (qué su autoestima estaba tan baja)!” La prevención, sin embargo, no consiste solamente de esfuerzos bien intencionados y siempre debería de descansar sobre la colaboración. Para prevenir un trastorno alimenticio (TA) en la edad escolar, necesitamos tanto de los padres como de los maestros y de los profesionales de la salud.

¿Por qué prevenir? Se calcula que aproximadamente 10% de las mujeres de 10 a 30 años puede padecer de un TA. Ésta es una estadística norteamericana, pero mi experiencia aquí en Guatemala la valida y hasta podría incluso ser mayor. Los TA son tan complejos, tan severos, tan difíciles de tratar y tan costosos, ¡que su prevención adquiere igual importancia que su tratamiento! Pero, para cumplir con sus objetivos, la prevención debe poseer una metodología y apoyarse en los conocimientos científicos.

¿Quiénes pueden beneficiarse con la prevención? No cabe duda que se dirige a los que todavía “están bien” pero que pueden ser vulnerables debido a sus circunstancias. El objetivo principal es reducir los factores de riesgo de un TA. ¿Y por qué prevenir en la edad escolar? Porque la edad escolar conlleva varios factores de riesgo. Primero, los cambios físicos provocados por la pubertad han sido asociados a los TA. Para una niña la pubertad significa el aumento de aproximadamente 20 libras de grasa y esto, en sociedades obsesionadas con el peso, suele traducirse en insatisfacción corporal, llevándola a hacer dietas restrictivas. Luego, los cambios hormonales que caracterizan dicha etapa hacen a las niñas más vulnerables a la inestabilidad emocional, la cual es también un factor de riesgo para los TA. Finalmente, esta etapa es un período durante el cual la atracción física empieza a ser muy importante y en el que sufren más la presión de grupo, la cual puede ser muy fuerte y contaminante.
¿Cómo prevenir? ¡Ojo aquí: La prevención de los trastornos alimenticios raramente se hace de manera directa! Durante la edad escolar, su prevención consiste en evitar hablar de ellos. Suficientes estudios nos advierten sobre las consecuencias negativas de hablar de dichos problemas y sus síntomas específicos. Mi experiencia clínica respalda estas conclusiones. ¡Cuántas niñas me han dicho que empezaron a vomitar luego de oír hablar de ello en el colegio! ¡Cuántas niñas más no conocían de los laxantes y empezaron a utilizarlos luego de una plática informal! El mensaje entonces es que la prevención de los TA debe hacerse de manera indirecta y continua. Para ello, existen metas de prevención que pueden ser adoptadas como puntos de referencia, tanto por padres como por maestros:

  1. Las metas de prevención en TA nunca se miden en “libras”, sino en actitudes saludables hacia el peso y alimentación. Lo importante raramente es el peso (salvo cuando éste significa problemas de salud), sino una auto-imagen positiva.
  2. Es importante ayudar a los jóvenes a diferenciar el peso de la autoestima. Para muchas pacientes mías, la autoestima se construye casi enteramente sobre la apariencia. Debemos ayudar a los jóvenes a apreciar lo que el cuerpo les permite hacer y no solamente condicionar al cuerpo a una cuestión de apariencia. Esto significa que debemos evitar los comentarios y las críticas que tengan que ver con la apariencia y el peso.
  3. Los TA tienen que ver con un miedo excesivo al aumento de peso o a la “gordura”. Esto refleja en parte el rechazo y la discriminación hacia la obesidad. Debemos eliminar o reducir este miedo a favor de actitudes más flexibles y más sanas en cuanto al peso y a la figura. Es importante examinar nuestras propias actitudes hacia nuestro peso y el peso de los demás. Los prejuicios hacia la obesidad son socialmente inaceptables y psicológicamente perjudiciales. Estos prejuicios contribuyen directamente a los problemas de auto-imagen, baja autoestima, depresión y sedentarismo, los cuales aumentan grandemente los riesgos de un TA. La glorificación de la delgadez y las dietas restrictivas no son una solución a la epidemia de obesidad sino un problema.
  4. Los adultos debemos ayudar a los jóvenes a ser personas saludables, incluyendo la práctica regular de ejercicio y los buenos hábitos alimenticios. Una buena nutrición debe satisfacer la sensación de hambre y además debe respetar la sensación de saciedad. Se recomienda enfatizar la alimentación compartida. Los padres deberían de ser capaces de monitorear dos comidas de sus hijos al día. ¡Ojo aquí con cuanto a la comida que se vende en los colegios! No vale predicar una alimentación sana y solamente ofrecer comidas muy altas en grasas y azúcares. Muchos pacientes míos me reportan que su mayor problema son los tiempos de comida en el colegio.
  5. Los jóvenes de hoy viven en un mundo orientado hacia el desempeño y esto significa que se les exige mucho. Es importante, por lo tanto, enseñarles habilidades para el manejo del estrés de acuerdo a su edad.
  6. Finalmente, yo diría que es importante ayudarles a desarrollar una actitud crítica. No cabe duda que desde hace 20 años nuestro entorno nutricional se ha vuelto cada vez más tóxico. Por un lado, estamos bombardeados de alimentos light y, por otro, de alimentos chatarras. El tamaño de las porciones ha aumentado, así como también el tiempo que se pasa frente a la televisión y a la computadora. Esto significa que nuestros hijos son más propensos a los malos hábitos. ¡Es necesario entonces darles criterios para que puedan tomar buenas decisiones!