La dieta en el verano

Cuando la temperatura se dispara, lo más importante es beber mucho líquido, pero no hay que olvidar alimentarse bien. Al sudar, eliminamos vitaminas y minerales, por lo que es muy importante reemplazar tanto unos como otros, y para ello nada mejor que las frutas y verduras frescas. El calor aumenta también el riesgo de infecciones y problemas digestivos. Consumir alimentos ricos en fibra ayuda a mantener el buen tránsito intestinal.

Calor e Inapetencia

El calor quita las ganas de comer y, sin embargo, alimentarse bien en verano es imprescindible para reponer todas las vitaminas y minerales que eliminamos con el sudor.

Una buena alimentación en esta época es especialmente importante para las mujeres embarazadas, los convalecientes y los ancianos.

En el caso de estas personas, los requerimientos calóricos no deben abandonarse. Por ello, hay que consumir alimentos de poco volumen pero que aporten suficientes nutrientes y calorías.

Las sopas frías y ensaladas son excelentes para todas las personas de todas las edades, pero llenan mucho y si se está especialmente inapetente es aconsejable reducirlas para poder ingerir además otros alimentos.

Es mejor comer pocas cantidades a menudo, que hacer una gran comida al día. En época de calor una comilona puede ser además muy peligrosa. Ingerir pocas cantidades previene además los cortes de digestión y los golpes de calor.

Platos variados y alimentos crudos

Un único plato variado, con verduras, proteínas e hidratos de carbono, es mejor que dos platos cuando no se tienen muchas ganas de comer.

Los líquidos son imprescindibles en épocas de calor, pero llenan el estómago. Procure beber entre comidas y nunca antes de sentarse a la mesa, pues le quitará las pocas ganas de alimentarse que tenga.

No hay que olvidar que cuando se está muy acalorado, las bebidas excesivamente frías pueden producir peligrosos cortes de digestión y otros problemas para la salud.

Las frutas, verduras y hortalizas que abundan en los meses de calor aportan grandes cantidades de minerales y vitaminas. La cocción reduce por lo general este aporte, por lo que en lo posible es mejor aprovechar esta época para tomarlas crudas y hacer así buen acopio de elementos esenciales para la salud, que serán de gran provecho durante el resto del año.

Infecciones de verano

En ocasiones, la falta de higiene en la manipulación de los alimentos y los problemas para mantener las carnes y pescados en buen estado cuando aprieta el calor, dan lugar a infecciones estomacales, más o menos graves.

Los alimentos ricos en fibra ayudan a mantener el buen funcionamiento del intestino y son imprescindibles para evitar infecciones y problemas estomacales.

Más frecuentemente, el calor produce alteraciones digestivas que provocan diarreas y vómitos. Estos problemas aumentan aún más la deshidratación, por lo que no hay que olvidar tomar abundantes líquidos.

Glucosa, sodio y potasio son los tres minerales que se eliminan más rápidamente con los líquidos. Recuerde que hay que contrarrestar su pérdida con azúcar, sal y zumos como el de limón, con alto contenido en potasio.

Cuando el desarreglo dure más de un día, hay que acudir urgentemente a un médico. En el caso de los niños y personas mayores, hay que tener muy presente que el peligro de deshidratación es muy alto.

Dieta desintoxicante

En verano se dedica más tiempo a la familia y los amigos, y además se hace más ejercicio. Las vacaciones propician el relax y la práctica de las aficiones preferidas. Es el momento perfecto para “desintoxicar” cuerpo y mente.

Tener tiempo para hacer lo que se quiere y romper la rutina ayuda a desintoxicar la mente.

Para desintoxicar el organismo de todas las grasas y azúcares acumuladas a lo largo de los meses más fríos, basta con aprovechar los alimentos frescos propios del verano, consumir todo el pescado azul que sea posible y, sobre todo, limpiarnos por dentro con muchos litros de agua, zumos de frutas y sopas frías de verduras y legumbres.

Por: María Luisa Rubio

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