Alrededor del 60 por ciento de la protección ofrecida a las mujeres por medio de los ejercicios contra la enfermedad cardíaca y el accidente cerebrovascular proviene de su efecto sobre ciertos factores de riesgo, señala un estudio publicado en la revista Circulation.
Los investigadores evaluaron los factores de riesgo cardiovasculares y los niveles de ejercicio en más de 27.000 mujeres de entre 45 a 90 años (con una edad media de 55 años) inscritas en el Women’s Health Study, que fueron evaluadas en un seguimiento medico que duró más de 11 años. Los científicos concluyeron que las mujeres que más se ejercitaban eran 40 por ciento menos propensas a sufrir un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular que las que hacían la menor cantidad de ejercicio.
«La actividad física regular es enormemente beneficiosa en la prevención del ataque cardíaco y el accidente cerebrovascular», dijo en un comunicado la autora principal, la Dra. Samia Mora, catedrática en la Facultad de Medicina de Harvard en las divisiones de medicina preventiva y cardiovascular en el Hospital Brigham and Women’s de Boston.
«Hallamos que incluso los cambios modestos en los factores de riesgo para la enfermedad cardiaca y el accidente cerebrovascular, sobre todo los relacionados con la inflamación/hemostasis y la presión arterial, pueden tener un impacto profundo en la prevención de eventos clínicos. Este estudio es el primero en examinar la importancia de una variedad de factores de riesgo conocidos para explicar cómo la actividad física previene la enfermedad cardiaca y el accidente cerebrovascular», apuntó Mora.
El equipo de Harvard halló que los cambios relacionados con el ejercicio en biomarcadores inflamatorios y hemostáticos (fibrinógenos, proteína C reactiva y molécula 1 de adhesión intracelular) tuvieron el mayor impacto, y redujeron el riesgo de el ataque cardíaco y accidente cerebrovascular en un 33 por ciento. «Los factores inflamatorios y hemostáticos como grupo tienen funciones y papeles superpuestos y, en nuestro estudio, tuvieron el mayor efecto en la mediación de la cardioprotección relacionada con el ejercicio, más que la presión arterial y el peso corporal», apuntó Mora.
La mejora relacionada con el ejercicio en la presión arterial fue el segundo efecto más importante (una reducción de 27 por ciento en el riesgo), seguido de los lípidos (grasas sanguíneas), índice de masa corporal, anormalidades en la glucosa, función renal, y homocisteína.
Debido a la falta de evidencia clínica, la inclusión de biomarcadores inflamatorios y hemostáticos como factores de riesgo en la evaluación de la enfermedad cardiovascular aún no es reconocida por la American Heart Association.
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