Junto con la variedad de alimentos y las formas de preparación saludables, la moderación en el tamaño de las porciones que comemos es esencial para mantener la salud y controlar el peso.
Sin embargo, en la actualidad existe una tendencia opuesta a este principio, cuya colosal presencia se ha abalanzado sobre la población, ha cubierto los medios de difusión y es hoy en día casi parte de nuestra vida. Es la tendencia de restaurantes y centros de comida rápida a servir porciones demasiado grandes, como es evidente y lo han resaltado diversas publicaciones.
Más grandes en Estados Unidos
Las porciones gigantes arremeten más que nada sobre los comensales en Estados Unidos. Tomemos en cuenta un escalofriante ejemplo que menciona Selecciones del Reader’s Digest: un simple croissant pesa 4 onzas y aporta 430 calorías en los Estados Unidos, mientras que en Francia, donde se originó este producto de pastelería, pesa 2 onzas y aporta 215 calorías. ¡La mitad!
Otro ejemplo: una ración de papas fritas de una conocida empresa estadounidense expendedora de hamburguesas pesa en los Estados Unidos 8 onzas y aporta 610 calorías, mientras que en Francia, donde dicha marca se ha hecho popular, la ración de papas fritas pesa apenas 5 onzas y media y aporta sólo 486 calorías. Otro ejemplo muy ilustrativo es el del italianísimo café capuchino, que en su país de origen es servido en una tacita de 4 onzas y media, y que las más famosas tiendas de café de los Estados Unidos sirven en vasos que van desde las 12 onzas para arriba, a los cuales además hay que agregarles, por supuesto, tres o cuatro veces más azúcar.
¡Crecen con el tiempo!
Eso no es todo. El tamaño y el peso de las porciones se ha duplicado desde los años 70 hasta ahora, según un análisis de la revista Shape. Entre los alimentos que ahora se sirven en mayores cantidades están el bagel, el ponqué (muffin), las papas fritas, las papitas (potato chips), la hamburguesa, la pasta servida en restaurantes y hasta las palomitas de maíz.
Aunque el tamaño descomunal de las porciones en los restaurantes y tiendas no es el único factor responsable del incremento de la obesidad en los Estados Unidos y posiblemente en otros países del mundo, no queda la menor duda de que juega un papel muy importante, sobre todo porque el número de personas que se ven obligadas a “comer en la calle” crece también, con el transcurso del tiempo.
Súper descomunales
Como si esto fuera poco, una estrategia de ventas muy común en las cadenas de comida rápida es la oferta de aumentar el tamaño de las raciones y hasta del vaso de gaseosa, por sólo unos centavos más. Estas ofertas se anuncian con atractivos nombres, como “súper tamaño” (super size), “grande” (biggie) y doble (double).
No son pocas las personas que caen en esa tentación, quizás sin darse cuenta del impacto que esa “oferta” tiene sobre el contenido calórico de su comida. Si, por lo general, la comida rápida ya es muy rica en grasa y calorías innecesarias, es preferible no mencionar lo que pasa cuando se inflan las porciones a reventar.
Regeneración espontánea
Otra técnica de los restaurantes para atraer a los clientes es el regalo adicional del relleno gratis (free refill) del vaso de refresco elegido – la regeneración espontánea de una porción de por sí gigantesca.
En los Estados Unidos, no sólo nos batimos contra formidables vasos de refresco de entre 24 y 44 onzas (mientras que en Europa sirven un vaso de máximo 12 onzas adornado con una rodaja de limón), sino que cuando lo terminamos ¡nos lo vuelven a llenar, gratis! Como expresión de buen servicio, antes de que nosotros terminemos de consumir el primer enorme vaso de gaseosa, ya lo habrán reemplazado por otro de igual tamaño, del cual nos sentiremos obligados a tomar aunque sea parte de su contenido como educada expresión de agradecimiento a la cortesía de quienes atienden nuestra mesa.
Y entonces, ¿qué hacer?
A continuación, presentamos algunas sugerencias para enfrentarnos a las porciones gigantes:
- Pensar que, cuando de comer se trata, el negocio no está en recibir más cantidad de comida por nuestro dinero, sino en procurar no hacernos daño con lo que comemos.
- En lo posible, no ordenar aperitivos (appetizers) o seleccionar solamente un buen y saludable aperitivo en vez del enorme plato principal.
- Si nos decidimos por un plato principal (entree), llevar a casa parte de lo que nos han servido en exceso para compartirlo con otros.
- Dar preferencia a una deliciosa porción de fruta ante la tentadora imagen de los postres.
- Optar por el agua o las gaseosas light o dietéticas en vez de las tradicionales cuando de bebidas se trata.
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