Nunca es tarde para comenzar

Uno de los temas acerca de los cuales se escribe más cada día es la importancia de la actividad física en el mantenimiento de la calidad de vida a pesar del paso de los años.

Las investigaciones en este campo coinciden en que el secreto de una vejez sana y feliz está en mantenerse activo y que, a su vez, esto es favorecido enormemente cuando la persona ha practicado ejercicios de manera disciplinada desde joven.

No es verdad

Esta afirmación descarta la creencia popular de que la vejez es una etapa de la vida que se caracteriza inevitablemente por la imposibilidad de hacer casi de todo. Ahora existe una nueva verdad, ya demostrada en los países desarrollados: La vejez es una bella época de la vida que debe permitirnos disfrutar de la experiencia adquirida con el paso de los años, del cariño de los nietos y de la posibilidad de hacer, sin ningún apuro, casi todo lo que es necesario hacer para ser felices.

Hoy sabemos que las limitaciones que se asociaban a la vejez no eran producto del inexorable transcurrir del tiempo, sino del impacto de las enfermedades sufridas en las etapas precedentes del ciclo vital. Actualmente, reconocemos que el ejercicio juega un papel muy importante en la prevención de estas enfermedades.

Por eso es necesario promover un programa de actividad física disciplinada a los esquemas de vida de los niños y los jóvenes desde etapas muy tempranas y hacer todo los esfuerzos posibles para convencer a los demás de que nunca es tarde para comenzar. Siempre podremos beneficiarnos de la acción favorable del trabajo muscular sobre cada uno de nuestros órganos y sistemas.

Encuentra la juventud

Son muchos los trabajos científicos que han permitido concluir, sin lugar a dudas, que las funciones orgánicas, en vez de decaer, pueden mejorar en los llamados “años dorados”. En diversas instituciones de investigación se ha sometido a personas de más de sesenta años a programas especiales de levantamiento de pesas, lográndose una recuperación y mantenimiento de la masa muscular con una eficiencia mayor que en grupos más jóvenes de la población. En muchos casos, se ha logrado que personas de hasta noventa años logren abandonar sus bastones y sillas de rueda a través de la actividad física, rescatando así la calidad de vida que habían perdido.

La elasticidad de los tejidos del sistema muscular y articular, que es fundamental para la realización de movimientos, la fortaleza y la capacidad aeróbica, que constituyen la base del bienestar físico, sólo se logran con un buen programa de ejercicios. Este bienestar será mayor mientras más temprano comencemos la preparación de nuestros músculos, articulaciones, corazón y pulmones, para que puedan ayudarnos a vivir activos por un número mayor de años.

Por supuesto que, mientras más años de inactividad ha pasado una persona, más cuidado debe tenerse en la selección de un programa de ejercicios; sin olvidar que es indispensable una buena evaluación médica previa.

Nunca es tarde para comenzar, puede ser tarde para no comenzar.