Neofobia: el rechazo de los niños hacia nuevos alimentos

En otras palabras, la Neofobia es la cara de “no me gusta” que ponen los niños y bebés ante un alimento desconocido. Ellos temen la incorporación de nuevos alimentos en su dieta y los rechazan categóricamente.

 

La Neofobia es un mecanismo natural del niño y refleja un proceso de adaptación. El que un niño rechace algún alimento, no significa necesariamente que padezca este trastorno.

 

La Neofobia puede aparecer por primera vez con el destete, aunque usualmente se presenta en niños de dos a tres años de edad, etapa que coincide con el desarrollo de su personalidad, en la cual el niño comienza a estructurar su alimentación y a afirmar sus gustos y preferencias. En algunos casos la Neofobia puede volver, una vez superada.

 

Se sabe que este trastorno es una de las causas principales de la inapetencia en los niños, por lo que es importante no forzarlos a comer un determinado alimento, sino intentar incorporarlo paulatinamente en su dieta.

 

La resistencia que muchos niños presentan especialmente ante las frutas y verduras es difícil de vencer, requiere paciencia, ingenio, perseverancia y sobre todo convicción en la importancia de adoptar desde la infancia una alimentación saludable.

 

Consejos para vencer la Neofobia en los niños.

 

• Evita la monotonía

No ofrezcas siempre al niño las mismas frutas y verduras. Procura ofrecerle todo tipo de alimentos, no solamente aquellos que sabes que aceptará, pues esto podría predisponerlo a adquirir el trastorno. Trata de variar incluso la preparación de los alimentos, pues la monotonía puede hacer que pierda la preferencia que se había logrado por cierto alimento.

 

• Cocina con tus niños

Hazlos partícipes de la preparación de comidas con frutas y verduras. Será un buen incentivo, ya que cuando los niños ayudan siempre prueban la comida y el que prueben un nuevo alimento será un punto a favor.

 

• Comidas sencillas

No te compliques con las comidas. Las comidas muy elaboradas pueden volverse enemigas. Es mejor preferir las preparaciones sencillas y cotidianas.

 

• No disfraces las verduras

Muchas mamás “disfrazan” las verduras con tal que los pequeños se las coman, sin embargo, procesarlas para disimularlas en las comidas, puede ser un arma de doble filo. Puedes aumentar su consumo, pero no hará que los niños las consideren como una posibilidad, ya que el disfraz no permitirá que el niño conozca las verduras, sus sabores y texturas.

 

Cuando introduzcas un alimento nuevo es importante que lo hagas más atractivo para el niño. Puedes acompañarlo con bromas y sin exigencias. Si lo obligas a ingerir un alimento, sólo conseguirás que su fobia aumente y que se convierta en manía.

 

Si la primera vez que introduces un alimento, el niño no lo acepta de buen grado, no se lo des al día siguiente pero vuelve a intentarlo. Espera unos días para que no lo asocie con una experiencia traumática como vomitar, pues esto hará que lo rechace con más fuerza. Estudios sugieren que hay que insistir en un mismo alimento al menos 15 veces antes de desistir.

 

Es importante también que la temperatura del alimento sea la correcta, el que esté un poco más caliente de lo normal o demasiado frío, podría ser la excusa perfecta para que no lo pruebe.

 

Finalmente la actitud de los padres es vital en este tema. Al igual que en otras áreas, los padres deben predicar a sus hijos con el ejemplo. El niño debe comprobar que los padres comen de todo y que le dan la misma importancia a todos los alimentos. Esto ayudará en la labor de introducirlos en su dieta.