Nutrición y envejecimiento: La vitamina D y su importancia para la salud de los huesos

Nutrición y envejecimiento de la población: La vitamina D y su importancia para la salud de los huesos

Actualmente la proporción de ancianos en Europa se sitúa cerca del 20 % y se prevé que aumente al 25 % de aquí al 2020. Los cambios demográficos más pronunciados afectan al grupo de mayor edad (80 años y más). Hay una serie de factores, como la nutrición, que contribuyen a este incremento de la esperanza de vida. Este fenómeno de escala mundial ha renovado el interés por el proceso de envejecimiento entre investigadores, responsables políticos e industriales.

En un taller de la Comisión Europea organizado en noviembre del 2004, numerosos científicos pusieron en común los resultados obtenidos hasta el momento en las investigaciones relacionadas con la nutrición y el envejecimiento, con el fin de extraer enseñanzas para la asistencia sanitaria y definir prioridades para el futuro. Nutrición y envejecimiento fue un área prioritaria del Quinto Programa Marco de la Unión Europea que concedió fondos para diez proyectos de investigación en este ámbito. Algunos de los temas que abarcaban estos proyectos eran: dieta y prevención de la enfermedad de Alzheimer (LIPIDIET); alimentos funcionales para las personas mayores (CROWNALIFE), o vitamina D y salud ósea (OPTIFORD). En este artículo se analiza la relación entre la vitamina D y la salud ósea, y el objetivo del proyecto OPTIFORD.

Desafíos nutricionales

El mero hecho de que la gente viva más tiempo hace que la osteoporosis esté más extendida. Esta enfermedad se caracteriza por la reducción de la masa ósea y el deterioro del tejido óseo, que conllevan una mayor fragilidad de los huesos y un mayor riesgo de fractura, especialmente de cadera, columna y muñeca. En el caso de las personas mayores, hay varios factores que contribuyen al riesgo de osteoporosis, como una dieta de poca calidad, un consumo reducido de calcio, una actividad física y una exposición a la luz solar escasas, y los niveles reducidos o la carencia de hormonas sexuales masculinas y femeninas. Aunque la osteoporosis es menos frecuente en hombres que en mujeres, los hombres también tienen un riesgo elevado de padecerla y a menudo desconocen las medidas preventivas para protegerse de la enfermedad. El consumo inadecuado de calcio en la dieta es un factor alimentario conocido que interviene en el desarrollo de la osteoporosis, pero la deficiencia de vitamina D también es importante. El aporte insuficiente de vitamina D disminuye la capacidad del organismo de utilizar el calcio, lo cual contribuye al desarrollo de la osteoporosis.

Vitamina D y salud ósea

La vitamina D es una vitamina liposoluble esencial para  el mantenimiento de la salud de los huesos. Permite que el organismo utilice el calcio de forma eficaz. Por su parte, el calcio es fundamental para el funcionamiento normal del sistema nervioso, el crecimiento de los huesos y el mantenimiento de su densidad.

La vitamina D puede obtenerse de la luz solar y de la alimentación. Su principal fuente es la exposición a la luz solar (fotones ultravioleta B, UVB). Sin embargo, la síntesis de vitamina D por la acción de los UVB en la piel, se ve limitada por factores tales como la estación del año, la ubicación (latitud), la hora del día, la contaminación y la edad. Así, la gente que vive en los hemisferios norte o sur en latitudes de 40 grados al norte o al sur, no reciben los suficientes UVB en los meses de invierno para formar la vitamina D necesaria. Con la edad, la capacidad del cuerpo de sintetizar vitamina D mediante la exposición solar disminuye considerablemente.

La vitamina D está presente de forma natural en pocos alimentos; la mejor fuente es el pescado azul, como el salmón, la caballa y las sardinas. La vitamina D también se encuentra en ciertos alimentos enriquecidos. En algunos países de Europa, se enriquecen la margarina y algunos productos con cereales.

El proyecto OPTIFORD

El objetivo del proyecto OPTIFORD, que reúne un equipo investigadores procedentes de cinco países europeos, es mejorar el status en vitamina D de grandes grupos de población, como las personas mayores, en Europa. Pretenden reducir la osteoporosis aumentando el aporte alimentario de vitamina D.

El proyecto trata de determinar si el enriquecimiento del pan en vitamina D es un método factible para remediar el déficit de esta sustancia en grandes grupos de la población europea (por ejemplo, los ancianos) y aspira a determinar cuál es el nivel óptimo de dicho enriquecimiento. Un resultado importante es que permitirá reforzar la base científica de las recomendaciones relativas a la vitamina D como nutriente. Los resultados preliminares son alentadores.

Qué se entiende por nutrición?

Qué se entiende por nutrición?

Hoy en día, todo el mundo se interesa por lo que tiene en el plato, pero pocos son los que saben algo más que el nombre de lo que comen. En esta serie de artículos, extraída de una nueva revista publicada por el EUFIC, se explicarán los conceptos básicos de la nutrición y se ofrecerá una perspectiva sobre los problemas actuales de la nutrición. En este primer artículo se examinan los parámetros clave de la alimentación. En crónicas futuras se explicará la importancia de los principales grupos de nutrientes y se propondrá un análisis de la anemia, entre otras cuestiones. La serie concluirá con recomendaciones dietéticas para una vida más larga y sana.

La nutrición es la ciencia que analiza la alimentación con relación a la salud. A partir de la observación clínica de enfermedades debidas a carencias alimentarias, como el escorbuto (falta de vitamina C), la nutrición ha evolucionado hacia temas más complejos: problemas cardíacos, diabetes y osteoporosis. Hoy en día, esta ciencia centra su atención en una nueva definición de la salud, considerada como “prevención de la enfermedad”, en la cual la alimentación desempeña un papel fundamental.

¿Qué hay que comer?

La industria alimentaria no obedece a las mismas leyes que las demás industrias. No está gobernada por la tecnología, sino por el factor humano: ¿qué quiere comer la gente? Sin embargo, la mayoría de los interesados no sabrían decir si un alimento determinado es bueno o malo para su salud.

Para esclarecer las cosas, hay que tener en mente tres reglas fundamentales de nutrición. En primer lugar, que resulta difícil estudiar los efectos de la alimentación en los complejos sistemas orgánicos del cuerpo humano. En segundo, que la mayoría de las consecuencias de una determinada dieta se manifiestan después de mucho tiempo, en un período más largo de lo que dura la mayoría de los estudios. Esto supone que los resultados deben extrapolarse durante toda una vida, lo que implica un mayor riesgo de error. Por último, que muchas de las denominadas «enfermedades occidentales» son tan complejas que no se pueden achacar a una sola causa y no admiten un único remedio.

Transmitir el mensaje

La confusión también procede de una comunicación deficiente entre los científicos y el público, como lo ilustra el próximo esquema. Por ello, uno de los objetivos de este Boletín Informativo es contribuir a suplir esas deficiencias, ayudando a los medios de comunicación, los dirigentes de la opinión pública, las autoridades educativas, las asociaciones de consumidores y a través de todos ellos al gran público, a entender mejor los avances de la investigación dietética.

Sin necesidad de profundizar en el estudio de la dietética, existen unas cuantas reglas simples que pueden ayudarnos a decidir si debemos o no cambiar nuestros hábitos alimenticios frente a un nuevo «descubrimiento» en materia de nutrición. Lo más importante es verificar los hechos y no sacar conclusiones apresuradas. Antes de cambiar los hábitos de alimentación de toda una vida, es preferible esperar la confirmación de informes u opiniones, así como escuchar a los expertos procedentes de distintos campos científicos.

La palabra “nutriente” es un término amplio que describe todas las sustancias alimenticias usadas por el cuerpo para asegurar un desarrollo normal y mantener una buena salud. El concepto, sin embargo, puede dividirse en dos grupos diferenciados de componentes alimentarios:

  • macronutrientes y
  • micronutrientes

Los Macronutrientes son proteínas, lípidos (grasas), e hidratos de carbono. Constituyen los principales ingredientes de la dieta y son o bien el material básico que compone el cuerpo humano (por norma general, las proteínas y grasas forman el 44% y el 36% del peso en seco del cuerpo, respectivamente), o bien el “combustible” necesario para que funcione (lo ideal es que los hidratos de carbono y las grasas nos proporcionen el 55% y el 30% de nuestra energía).

El agua es también un macronutriente, pero dado que no obtenemos ningún “alimento” de ella (ni energía ni otros componentes esenciales), a menudo no se la considera como tal. No obstante, se trata del elemento más importante de nuestro cuerpo, tanto cuantitativa como cualitativamente. No sólo representa en torno a un 60% del peso total de nuestro cuerpo, sino que también es el elemento más indispensable. Generalmente, una pérdida de sólo un 8% del agua del cuerpo (alrededor de unos 4 litros) es suficiente para provocar una enfermedad grave. En cambio, en el caso de las proteínas, que son el segundo elemento en importancia, el margen de pérdida posible es de un 15% aproximadamente, cifra que, en el elemento más prescindible, la grasa, llega hasta el 90%.

A diferencia de los macronutrientes, los Micronutrientes , casi no aportan energía, sino que constituyen unos factores de colaboración esenciales para que el metabolismo funcione. Los micronutrientes son principalmente las vitaminas (por ejemplo, las vitaminas A, B, C, D, E y K), los minerales (tales como el calcio y el fósforo) y los oligoelementos (como pueden ser el hierro, el zinc, el selenio y el manganeso). Aunque estos nutrientes se necesitan en cantidades muy pequeñas, son sin embargo los elementos alimentarios clave. Sin ellos no tendrían lugar los procesos de crecimiento y producción de energía, al igual que otras muchas funciones normales.

Consecuentemente, la salud depende de un suministro óptimo tanto de macronutrientes como de micronutrientes. La insuficiencia o el exceso en el consumo de cualquiera de ellos puede acarrear problemas. En el mundo actual, las cuestiones nutricionales más importantes se refieren fundamentalmente a los excesos en el consumo de macronutrientes o a la insuficiencia en la ingestión de micronutrientes. El próximo artículo de esta serie tratará un ejemplo de cada caso.

Tabaquismo y aumento de peso

Tabaquismo y Aumento de Peso

Uno de los temores más habituales para quienes se plantean dejar de fumar es el de aumentar incontroladamente de peso. Si bien es cierto que algunas personas pueden llegar a engordar hasta 9 kg durante el primer año de abstinencia, otros estudios más esperanzadores han demostrado que el aumento de peso registrado en un primer momento alcanza el nivel máximo a los seis meses y que muchas personas recuperan su peso normal, dentro de los doce meses que siguen al abandono de este hábito.

Si se está planteando dejar de fumar, pero duda de su capacidad de llevar a cabo tal proeza, no se preocupe: los ex-fumadores que practican de forma habitual una actividad física tienen más posibilidades de controlar su peso que aquellos que llevan una vida sedentaria.

Una investigación sobre el aumento de peso registrado tras dejar de fumar, llevada a cabo en Estados Unidos entre un grupo de 9000 mujeres, demuestra que el aumento de la actividad física es un factor clave para controlar el peso durante los dos años que siguen al abandono del tabaco. Las fumadoras “moderadas” (hasta 24 cigarrillos al día) que empezaron a practicar entre 1 y 2 horas de deporte a la semana engordaron como media 2,2 kg mientras que las “grandes” fumadoras (a partir de 25 cigarrillos al día), engordaron al menos el doble.

En parte, la tendencia a almacenar grasa corporal se atribuye a la ralentización del metabolismo debido a la desaparición de la nicotina de la dieta, dado que ésta, al igual que la cafeína, tiene la capacidad de aumentar ligeramente la velocidad del metabolismo. El tabaco y la nicotina pueden tener otros efectos fisiológicos sobre el comportamiento y la percepción sensitiva que, a su vez, pueden afectar la ingestión de alimentos y provocar el aumento del apetito al desaparecer del organismo.

Si bien aún no se conocen las causas directas, sí se ha podido observar que el 70% de los aumentos de peso se deben a un incremento en la cantidad de calorías ingeridas. En un estudio en particular, se constató que las mujeres habían aumentado el consumo de alimentos y bebidas en cantidades en torno a 227 calorías más al día.

Para quienes estén pensando en dejar de fumar pero estén preocupados por el riesgo de aumentar de peso, la clave parece estar en atacar el problema desde las dos …variables de la ecuación del equilibrio energético.

Plan en cinco pasos

  1. Comience a practicar algún tipo de ejercicio físico de manera regular y dedique a ello más de dos horas semanales.
  2. Organice sus sesiones de entrenamiento de manera que incluyan 25 minutos de fortalecimiento muscular, con el fin de combatir la pérdida de masa muscular asociada a la edad y, por tanto, la pérdida de velocidad del metabolismo.
  3. Cinco días antes de dejar de fumar, empiece a anotar diariamente sus comidas.
  4. Siga anotándolas una vez que deje de fumar. Compárelas con sus notas de antes de dejar de fumar e identifique las horas a las que come más y los tipos de alimentos ingeridos.
  5. Aprenda a sobrellevar los momentos difíciles y tenga siempre a mano para picar fruta o algún tentempié de bajo contenido en grasas.

El estrés y la conducta alimentaria

El estrés y la conducta alimentaria

Imagínese que está preparándose para un importante discurso en público, ¿le da por lanzarse a la caja de las galletas o se le quita el hambre por completo? El estrés afecta a la conducta alimentaria de las personas de forma diferente. Siga leyendo para saber por qué.

Experimentamos estrés cuando ocurre algo en nuestro interior o a nuestro alrededor que altera nuestro equilibrio. Entonces utilizamos tácticas para combatir el agente estresante y regresar a nuestro estado normal. El estrés puede ser interno, como al preocuparse por algo o disgustarse, o externo, como el causado por un examen o determinadas situaciones sociales. Ya que el estrés forma parte de nuestra vida diaria, nuestro modo de alimentarnos bajo sus efectos puede afectar a nuestra alimentación y salud en general.

Pelear o escapar

Ante una amenaza, se desencadena automáticamente en el organismo una respuesta de “lucha o huída”. La descarga de adrenalina lleva sangre al cerebro, al corazón y a los músculos, lejos del sistema digestivo, para preparar nuestro cuerpo a escapar o pelear. Se cree que experimentamos este tipo de reacción incluso si la amenaza o agente estresante es psicológico o emocional, en lugar de físico. Este estado de alerta debería hacernos incapaces de comer e incluso provocarnos náuseas (1). Sin embargo, se ha descubierto que a algunas personas el estrés las incita a comer más (1). ¿Cómo se explica este fenómeno?

Las personas que están a régimen suelen comer más en situaciones de estrés

Hoy en día mucha gente está a dieta para adelgazar o “vigilar su peso”. Generalmente esto implica controlar el tipo y la cantidad de alimentos que se consumen. Estas personas además hacen caso omiso de las señales que les indican que tienen hambre para comer menos de lo que les gustaría. En otras palabras, restringen su alimentación. Las personas que comen en función de su apetito, no se imponen límites. Las investigaciones han demostrado en repetidas ocasiones que quienes limitan su alimentación tienden a comer más en respuesta al estrés, mientras que quienes no lo hacen suelen comer menos (2) y (3).

El estrés puede llevar a que quienes restringen su alimentación coman en exceso

El Dr. Paul Lattimore, experto en conducta alimentaria de la Universidad John Moores de Liverpool explica por qué las personas que están a régimen comen más en situaciones de estrés. “Estas personas dedican tanta energía a controlar sus señales biológicas que les quedan pocos recursos para enfrentarse a los problemas cotidianos. Por eso, cuando se estresan, pierden el control y si tienen comida a mano, la consumen. Además, están tan acostumbrados a no hacer caso a su cuerpo que ignoran o malinterpretan las señales relacionadas con la lucha o la huída”.

Estrategias para enfrentarse al estrés

En un estudio a gran escala realizado recientemente en Finlandia, se halló que el índice de masa corporal (relación entre el peso y la altura de las personas) es mayor en quienes comen en situaciones de estrés y que estas personas tienden a comer más alimentos como salchichas, hamburguesas, chocolate y pizza, si las comparamos con las demás personas (4). Al comer como respuesta al estrés, los intentos de controlar el peso de estas personas se ven abocados al fracaso; entonces, ¿qué solución se les puede ofrecer? El Dr. Lattimore, basándose en su experiencia en la prevención de la obesidad, ofrece algunos consejos. “En primer lugar, la persona debe saber qué tipo de situaciones la incitan a comer en exceso y a continuación debe idear formas alternativas de enfrentarse al estrés. Una solución ideal sería ir a dar un paseo, para cambiarnos las ideas y que además quema calorías.”

Resumen

Las personas que comen cuando tienen hambre y dejan de comer cuando están saciadas están en sintonía con las señales biológicas de su organismo. En situaciones de estrés, estas personas no sienten hambre. Aquellas personas que ignoran sus señales biológicas deben ser conscientes de los factores emocionales y psicológicos que les llevan a visitar la nevera y deben poner en práctica tácticas para evitarlo. La respuesta al estrés muestra la importancia de utilizar enfoques para el control del peso que reduzcan la restricción alimentaria y de privilegiar el consumo de fruta y verdura (bajo contenido en calorías y muy nutritivos). Además estos alimentos diluyen la carga calórica ingerida durante los atracones.

Cómo satisfacer necesidades nutritivas específicas

CÓMO SATISFACER NECESIDADES NUTRITIVAS ESPECÍFICAS

Está demostrado que muchos ingredientes vegetales resultan beneficiosos para la prevención de enfermedades. Al aumentar los conocimientos sobre la importancia de los diversos nutrientes, se pueden establecer dietas para satisfacer distintas necesidades.  La gama de productos alimentarios específicos para cubrir las exigencias nutritivas de grupos determinados tales como ancianos, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, recién nacidos, niños y deportistas, no deja de aumentar. Esos alimentos se caracterizan por su composición equilibrada de complementos energéticos, en forma de lípidos, carbohidratos y proteínas, a los que se añade un cóctel de vitaminas y minerales, elaborado de acuerdo con los conocimientos científicos actuales. Para muchos ancianos, resulta ventajoso que ciertos alimentos puedan proporcionarles al mismo tiempo una dieta equilibrada y el aporte necesario de vitaminas, aminoácidos esenciales y minerales, sin que tengan que modificar sus arraigadas costumbres.  Continúan realizándose esfuerzos por descubrir nuevos compuestos con propiedades salutíferas, y en el futuro se elaborarán dietas más sanas. Mientras tanto, todavía hay preguntas sin respuesta en cuanto a la funcionalidad de ciertos alimentos. Por ejemplo, se sabe muy poco sobre la acción de varios fitoquímicos en lo concerniente a su biodisponibilidad (en que medida las sustancias acceden al lugar de acción en el organismo y ejercen sus efectos positivos), al metabolismo y a los posibles efectos adversos en función de las dosis. Estas cuestiones son de gran trascendencia y requieren un estudio detallado. Aún es más: puede que algunos efectos no se produzcan por la intervención de un solo componente, sino que se deban a la sinergia de varios. A medida que se dilucide el papel de los fitonutrientes, se podrán corroborar las recomendaciones actuales a favor de un estilo de vida sano, que conceden una especial importancia a una dieta variada, una ingesta de energía equilibrada y el ejercicio a diario.

Producción alimentaria: ¿cuál es el siguiente paso?

COMER ES MUCHO MÁS QUE UNA NECESIDAD BÁSICA :

Nuestros hábitos alimentarios han dado un vuelco a lo largo del siglo XX. En las cinco primeras décadas, y sobre todo inmediatamente después de la II Guerra Mundial, la comida era una mera fuente de energía. Hoy en día, también constituye un fenómeno sensorial, cultural y social. No sólo esperamos satisfacción de la comida, sino también que contribuya a mejorar nuestra salud y bienestar. Además no estamos dispuestos a perder nuestro escaso tiempo libre preparando platos muy elaborados. La comida ha de ser rápida y fácil de preparar, además de sana y sabrosa. Como colofón, también esperamos que tenga un precio razonable. En resumen, la comida debe ser sabrosa, segura, barata y sana, estar disponible todo el año, ser lo más natural posible, variada, e incluso refinada y exótica en ciertas ocasiones.  Aunque demos todo esto por supuesto, proveer de alimentos a un mercado de más de 350 millones de personas, únicamente en Europa central, no es tarea fácil. Por añadidura, a medida que la población aumenta, el número de agricultores disminuye, lo que incrementa la presión sobre los sistemas de almacenamiento y transporte, sobre todo debido a que muchas de las materias primas no se cultivan en Europa. Parece imposible satisfacer esta enorme demanda. Sin embargo, los avances tecnológicos en la elaboración alimentaria y los recientes descubrimientos de las ciencias de la nutrición han derivado en la mejora de la calidad de los alimentos y en una enorme variedad de los mismos.

UN DICHO ANTIGUO, PERO CIERTO: SOMOS LO QUE COMEMOS

Nuestro estilo de vida y nuestros hábitos alimentarios no sufrieron un cambio radical hasta “los últimos momentos” del calendario histórico.  Todavía en el siglo XV, la dieta europea habitual estaba constituida de col, leche, cebada, caldo con manteca de cerdo y, de vez en cuando, un poco de carne. Y hasta hace escasas décadas, el trabajo extenuante de la mano de obra, que conllevaba un enorme consumo de energía, era moneda corriente. Hoy en día, sin embargo, nuestras ocupaciones tienden a ser sedentarias.  Muchos de nosotros podríamos mejorar el desequilibrio existente entre la ingesta de calorías y la actividad física. Sin embargo, se ha demostrado que, en los últimos años, los recientes descubrimientos en materia de nutrición han comenzado a influir en nuestros hábitos alimentarios. Cada vez nos decantamos más por las carnes magras, la verdura y los alimentos ricos en fibras dietéticas.

SANO, SANÍSIMO, LO MÁS SANO… DIETAS DEL SIGLO XXI

A medida que las ciencias de la alimentación nos ofrecen más información sobre los mecanismos por los que ciertos ingredientes alimentarios afectan a nuestras funciones corporales, tanto científicos como expertos del mercado constatan que los alimentos a los que se atribuyen propiedades positivas son cada vez más populares. Los análisis de mercado sobre la demanda y el comportamiento de los consumidores prevén que en los próximos años, prácticamente todo grupo de productos contendrá alimentos especiales para mejorar la salud (1). La ciencia se centra ahora en reducir el riesgo de contraer enfermedades crónicas y debilitantes, en especial, trastomos cardiovasculares, obesidad, cancer, osteoporosis y diabetes no dependiente de insulina.

Tabla 1: CAMBIOS EN LA COMPOSICIÓN DE LA DIETA Y EL ESTILO DE VIDA

Porcentaje de energía procedente de:

Estilo de vida Grasas Azúcares Almidón Proteínas Fibra (gr/día)
Cazador-recolector 15-20 0 50-70 15-20 40
Campesino-agricultor 10-15 5 60-75 10-15 90
Miembro de la sociedad de la abundancia 40+ 20 25-30 12 20

Fuente: FAO

Espárragos a la sal con azafrán

Espárragos a la sal con azafrán
Ingredientes:
10 pzs espárragos.
¼ tza aceite de olivo.
5 grs azafran.
100 grs roast beef.
Sal de grano.
Paprika pimienta.
Preparación:
1. Se recomienda cortar el espárrago por lo menos 3 cm, del tallo a la cabeza, ya que llega a ser muy duro y fibrosa esa parte.
2. En un sartén caliente, agregar espárragos, y al cambiar color, agregar los sazonadores.
3. Como sugerencia el roastbeef se puede enrollar en los espárragos.
Disfruta de recetas fáciles de preparar y deliciosas.

Col morada con peras, nueces california y arándanos

¡Una receta deliciosa ,sana y fácil!

Ingredientes para preparar Col Morada con Peras, Nueces de California y Arándanos

2 coles cortadas (una morada y otra verde).

1 zanahoria rallada.

Media taza de cebolla roja cortada muy fina.

Una cucharada de sal.

Una taza de vinagre de sidra.

Una taza de mayonesa.

Una taza de yogurt natural.

1 a 2 cucharas grandes de miel.

Una taza de arándanos, secos o frescos.

1 o 2 peras preferiblemente Bosc.

Una taza (como máximo) de Nueces de California cortadas en trozos y ligeramente tostadas.

Rodajas de limón.

Cómo Preparar Col Morada con Peras, Nueces de California y Arándanos

1. Mezclar las coles, la zanahoria y la cebolla en una ensaladera grande. Añadir la sal y mezclar bien.
2. En otra ensaladera (más pequeña), mezclar el vinagre, la mayonesa, el yogurt y la miel. Batir hasta que se quede sin grumos. Echar la salsa, junto con los arándanos, en la mezcla preparada anteriormente, y darle vueltas para mezclarlo todo bien. Echar la mezcla en un recipiente con tapa hermética y ponerlo en la nevera hasta poco antes de servir.
3. Justo antes de servir, cortar las peras en tiras delgadas o en trozos pequeños, añadirlas a la mezcla y dar vueltas suavemente. Cubrir con las Nueces de California y servir de inmediato con las rodajas de limón.
Nota: Las peras Bosc son adecuadas porque son bastante duras, las otras se pueden deshacer.
Truco: Tiene mejor sabor cuando esta hecho al menos 1 día antes (hasta 2 días). Agregar las peras y las Nueces de California justo antes de servir.

¿Hambre física o emocional?

Cuando los psicólogos trabajan con el tema de la sobrealimentación, hablamos principalmente sobre el hambre emocional, tema esencial dentro de los problemas de sobrepeso y obesidad.  Sin embargo, ¿cómo podemos reconocer cuando tenemos hambre emocional si muchas veces no llegamos a reconocer nuestra hambre fisiológica?

Vivimos tan a prisa y estresadas que hemos aprendido a aplazar o ignorar las señales que nos manda nuestro cuerpo. ¿Cuántas veces tenemos frío y no nos tapamos porque “así nos vemos bien”, “el suéter está muy lejos”, “ahorita voy”? ¿Cuántas veces tenemos sed y nos tomamos una taza de café en vez de un vaso con agua? Y que ni se nos ocurra querer ir al baño cuando estamos en medio de una junta o un examen, “vejiga, ¡aguántate!”.

No obstante, nuestro cuerpo es muy sabio y nos pide lo que necesita mandando señales claras a las cuales generalmente no les hacemos caso. Entonces, ¿cómo queremos reconocer nuestros sentimientos y hambre emocional si ni siquiera le hacemos caso a las claves básicas de nuestro cuerpo?

Es por eso que uno de los primeros pasos para comenzar a trabajar en nuestra alimentación es escuchar y darle a nuestro organismo lo que necesita. En relación a los alimentos, las siguientes son señales de hambre física y saciedad con las cuales debemos empezar a trabajar para después comenzar con el manejo del hambre emocional. Es recomendable comer inmediatamente cuando se presentan estas señales y parar cuando las de saciedad se hacen presentes. Un tip es comer lentamente para darle tiempo a nuestro sistema de enviar estas claves a nuestro cerebro.

Señales de hambre física:

  • Ruidos o dolor estomacal
  • Sensación de vacío en el estómago
  • Dolor de cabeza
  • Falta de atención o concentración
  • Debilidad o cansancio
  • Mareo
  • Irritabilidad

Señales de saciedad (parar de comer cuando se presentan):

  • Se deja de experimentar hambre y hay una sensación de comodidad
  • El cuerpo obtiene energía y se siente “ligero”
  • La comida pierde su sabor, por lo tanto los bocados no saben tan deliciosos como los primeros

Debemos evitar seguir comiendo hasta sentirnos sumamente “llenas” o hasta que nos aprieta el pantalón, ya que en esos momentos estamos haciendo a un lado las claves que nos manda el cerebro y estamos respondiendo al hambre emocional, alimentándonos más por placer o ansiedad que por las necesidades de nuestro cuerpo.

Una dieta sana para el embarazo

Es una evidencia decir que, durante el embarazo, la mujer debe cuidar en extremo su dieta, ya que la vida del recién nacido depende de la buena alimentación de la madre. Sin embargo, se tiene la falsa creencia de que cuanto más se come, más sano nacerá el bebé. Las embarazadas tienen que comer en cantidad suficiente para sustentar a una pequeña vida, eso es cierto, pero sobre todo han de comer con variedad y calidad. Ambas son las máximas que deben regir en la dieta de una mujer encinta.

Normalmente una futura mamá engordará entre kilo y kilo y medio por cada mes de embarazo, lo que significa que aumentará entre 12 y 14 kilos de peso durante el periodo de gestación. Superar esas cifras representa un peso excesivo que supone un exceso de grasa para la madre y el niño.

 Por supuesto, no ganar los kilos suficientes también es perjudicial para el bebé, sobre todo si el aumento de peso es inferior a los 4,5 kilos. Las dietas de adelgazamiento están totalmente prohibidas durante el embarazo ya que el feto recibe menos nutrientes de los que debería. Es nuestro médico el que irá vigilando el buen estado de salud de la madre y del niño, e indicará las correspondientes correcciones en la alimentación.

Una alimentación equilibrada

Las máximas de la dieta de una embarazada, como ya hemos dicho, deben ser calidad y variedad. Las comidas, por tanto, serán ricas en alimentos muy diversos, en los que estén presentes, de manera abundante, los alimentos frescos, fundamentalmente cereales, frutas, verduras, pescado, carnes, huevos y lácteos.

Además, de cada grupo de los mencionados, es necesario incluir todo tipo de productos para asegurarse de que se está recibiendo toda la cantidad de nutrientes que se necesitan en este periodo clave de la vida. Es importante insistir en que no se puede consumir de un tipo de alimento en exceso ni, cómo no, que falte cierto producto en la dieta.

Respecto a las necesidades calóricas de una embarazada, no son tantas como se ha creído tradicionalmente. Para el correcto desarrollo del feto es suficiente con incrementar 250 calorías más la dieta diaria. Es muy importante que gran parte de este aumento esté bien nutrido de proteínas (pescado, carne, huevos, legumbres y lácteos).

Proteínas, grasas y ácido fólico

Las proteínas de los productos de origen animal y de las legumbresson básicas para la dieta del ser humano y, por tanto, de la embarazada. Tampoco faltarán en su alimentación los vegetales (frutas y hortalizas) y los cereales, siempre ricos en fibra y sin azúcar.

Por otra parte, hay que evitar el consumo de grasas, que provienen fundamentalmente de la bollería, los aperitivos de patata, las bebidas gaseosas azucaradas y los dulces. La sal es necesaria para el embarazo y no debe suprimirse de la dieta, pero hay que usarla con moderación y siempre prefiriendo la sal yodada.

La vitamina fundamental para las mujeres en estado de gestación es el ácido fólico. Perteneciente al grupo B, podemos encontrarla en las verduras de hoja verde, los espárragos, las legumbres y el hígado. Para las embarazadas es imprescindible tomar al menos 0,4 mg. de esta vitamina cada día, principalmente en las primeras semanas.

Una buena provisión de ácido fólico ayuda a proteger al feto de contraer ciertos defectos congénitos de la espina dorsal y del cerebro. Si se diesen casos de carencias de esta sustancia, ya que mediante la alimentación exclusivamente puede ser difícil obtener toda la cantidad que se necesita, el especialista puede recomendar complejos vitamínicos adicionales.

Hábitos alimenticios y saludables

Como costumbre sana, una mujer encinta debe hacer tres comidas diarias, aunque si se dan molestias estomacales, se pueden ampliar a cinco o seis raciones, reduciendo, como es lógico, la cantidad de alimentos en cada una de ellas. Para superar el hambre entre comidas, el queso, el yogur, el zumo, las frutas y las verduras deberán ser los mejores tentempiés, desechando las fuentes de grasa, como pasteles, aperitivos de patata o bebidas azucaradas.

Una mujer en estado de gestación requiere tener su cuerpo bien hidratado y por eso ha de beber mucho líquido. Se recomienda que, como mínimo, la futura mamá beba unos ocho vasos de líquido diario. El agua se puede complementar con un vaso de zumo de frutas y un par de vasos de leche.

Por otra parte, una embarazada deberá ser cauta con la ingesta de cafeína. Ha de tener cuidado con el café, el té, las bebidas estimulantes y el chocolate. Todos estos productos tienen cafeína en distintas cantidades y dicha sustancia debe suministrarse con moderación.

Respecto a otros hábitos, no alimenticios en este caso, está totalmente prohibido fumar y beber alcohol. También es esencial no tomar medicamentos que no hayan sido recetados por el médico.

Una guía para una dieta variada

A continuación exponemos una lista de los requerimientos diarios que necesita una embarazada por tipo de alimento. No olvides que se trata de una guía orientativa y que, en realidad, es un médico el que mejor te puede asesorar respecto a cada caso concreto:

Fruta (2-4 raciones): recuerda que una ración equivale a media taza de fruta cortada, una fruta mediana (como una pera o una manzana) o a tres ciruelas.

Cereales (6-11 raciones): una ración equivale a una rebanada de pan, 150 gr de cereales o 100 gr de arroz o pasta.

Lácteos (3-4 raciones): una ración es un vaso de leche, dos yogures, 150 gr de queso fresco o un flan.

Proteínas (2-3 raciones): una ración es un filete de carne roja, de pollo, de pescado, o bien dos huevos.

Verduras (3-5 raciones): una taza de verduras crudas o media taza de verdura cocida.