Dieta pobre en hidratos contribuye a prevenir ataques epilépticos en niños

Un estudio de un grupo de niños que sufrían ataques epilépticos diarios ha confirmado los beneficios de una dieta pobre en carbohidratos para prevenir ese tipo de episodios en niños aquejados de epilepsias resistentes a los fármacos.
El llamado régimen cetogénico viene empleándose desde los años veinte del pasado siglo para tratar a los niños con esa condición, señala la revista médica británica «The Lancet Neurology».
Se trata de una dieta muy rica en grasas, baja en hidratos de carbono y con una ingesta controlada de proteínas.
Aunque no está aún claro cuál es el mecanismo de actuación, se cree que el elevado contenido de grasa y la restricción de los hidratos de carbono imita la respuesta bioquímica al hambre cuando las cetonas, en lugar del azúcar, satisfacen las demandas energéticas del cerebro.
Si bien son ya varios los estudios por observación de los efectos de ese régimen alimentario, un equipo del Instituto de Sanidad Infantil del University College de Londres ha efectuado el primero de tipo aleatorio con un total de 145 niños de edades comprendidas entre los 2 y los 16 años.
Los niños, que venían sufriendo al menos un ataque epiléptico al día y no habían sido sometidos previamente a un régimen cetónico, no respondían al tratamiento con fármacos anti-epilépticos.
A 73 de los niños se les administró desde el primer momento una dieta baja en hidratos mientras que otro, integrado por 72 niños, tuvo que esperar tres meses hasta comenzar con el mismo régimen alimentario y funcionó durante esa espera como grupo de control.
Tras analizar los resultados en 54 niños del primer grupo y en 49 del de control, los médicos descubrieron que el número de ataques epilépticos en el primero se redujo en más de un tercio mientras que en el grupo de control se incrementaron en más de un tercio.
En veintiocho de los cincuenta y cuatro niños que completaron los tres primeros meses en el grupo sometido a la dieta baja en carbohidratos se registró una reducción del 50 por ciento de los ataques epilépticos en comparación con sólo cuatro de los 49 niños del grupo de control.
Cinco niños del primer grupo experimentaron incluso una reducción de más del 90 por ciento de los ataques epilépticos frente a ninguno del grupo de control.
Los efectos secundarios observados durante esos tres meses fueron estreñimiento, vómitos, falta de energía y hambre, todo lo cual debe tenerse en cuenta, según los autores del estudio, a la hora de sopesar ventajas e inconvenientes.

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