Nutrición y envejecimiento: La vitamina D y su importancia para la salud de los huesos

Nutrición y envejecimiento de la población: La vitamina D y su importancia para la salud de los huesos

Actualmente la proporción de ancianos en Europa se sitúa cerca del 20 % y se prevé que aumente al 25 % de aquí al 2020. Los cambios demográficos más pronunciados afectan al grupo de mayor edad (80 años y más). Hay una serie de factores, como la nutrición, que contribuyen a este incremento de la esperanza de vida. Este fenómeno de escala mundial ha renovado el interés por el proceso de envejecimiento entre investigadores, responsables políticos e industriales.

En un taller de la Comisión Europea organizado en noviembre del 2004, numerosos científicos pusieron en común los resultados obtenidos hasta el momento en las investigaciones relacionadas con la nutrición y el envejecimiento, con el fin de extraer enseñanzas para la asistencia sanitaria y definir prioridades para el futuro. Nutrición y envejecimiento fue un área prioritaria del Quinto Programa Marco de la Unión Europea que concedió fondos para diez proyectos de investigación en este ámbito. Algunos de los temas que abarcaban estos proyectos eran: dieta y prevención de la enfermedad de Alzheimer (LIPIDIET); alimentos funcionales para las personas mayores (CROWNALIFE), o vitamina D y salud ósea (OPTIFORD). En este artículo se analiza la relación entre la vitamina D y la salud ósea, y el objetivo del proyecto OPTIFORD.

Desafíos nutricionales

El mero hecho de que la gente viva más tiempo hace que la osteoporosis esté más extendida. Esta enfermedad se caracteriza por la reducción de la masa ósea y el deterioro del tejido óseo, que conllevan una mayor fragilidad de los huesos y un mayor riesgo de fractura, especialmente de cadera, columna y muñeca. En el caso de las personas mayores, hay varios factores que contribuyen al riesgo de osteoporosis, como una dieta de poca calidad, un consumo reducido de calcio, una actividad física y una exposición a la luz solar escasas, y los niveles reducidos o la carencia de hormonas sexuales masculinas y femeninas. Aunque la osteoporosis es menos frecuente en hombres que en mujeres, los hombres también tienen un riesgo elevado de padecerla y a menudo desconocen las medidas preventivas para protegerse de la enfermedad. El consumo inadecuado de calcio en la dieta es un factor alimentario conocido que interviene en el desarrollo de la osteoporosis, pero la deficiencia de vitamina D también es importante. El aporte insuficiente de vitamina D disminuye la capacidad del organismo de utilizar el calcio, lo cual contribuye al desarrollo de la osteoporosis.

Vitamina D y salud ósea

La vitamina D es una vitamina liposoluble esencial para  el mantenimiento de la salud de los huesos. Permite que el organismo utilice el calcio de forma eficaz. Por su parte, el calcio es fundamental para el funcionamiento normal del sistema nervioso, el crecimiento de los huesos y el mantenimiento de su densidad.

La vitamina D puede obtenerse de la luz solar y de la alimentación. Su principal fuente es la exposición a la luz solar (fotones ultravioleta B, UVB). Sin embargo, la síntesis de vitamina D por la acción de los UVB en la piel, se ve limitada por factores tales como la estación del año, la ubicación (latitud), la hora del día, la contaminación y la edad. Así, la gente que vive en los hemisferios norte o sur en latitudes de 40 grados al norte o al sur, no reciben los suficientes UVB en los meses de invierno para formar la vitamina D necesaria. Con la edad, la capacidad del cuerpo de sintetizar vitamina D mediante la exposición solar disminuye considerablemente.

La vitamina D está presente de forma natural en pocos alimentos; la mejor fuente es el pescado azul, como el salmón, la caballa y las sardinas. La vitamina D también se encuentra en ciertos alimentos enriquecidos. En algunos países de Europa, se enriquecen la margarina y algunos productos con cereales.

El proyecto OPTIFORD

El objetivo del proyecto OPTIFORD, que reúne un equipo investigadores procedentes de cinco países europeos, es mejorar el status en vitamina D de grandes grupos de población, como las personas mayores, en Europa. Pretenden reducir la osteoporosis aumentando el aporte alimentario de vitamina D.

El proyecto trata de determinar si el enriquecimiento del pan en vitamina D es un método factible para remediar el déficit de esta sustancia en grandes grupos de la población europea (por ejemplo, los ancianos) y aspira a determinar cuál es el nivel óptimo de dicho enriquecimiento. Un resultado importante es que permitirá reforzar la base científica de las recomendaciones relativas a la vitamina D como nutriente. Los resultados preliminares son alentadores.

La sardina: Tu dosis de Omega 3

Hoy toca pescado, pero esta vez dale la oportunidad a las sardinas, un básico de la cocina mediterranea que además son muy fáciles de conseguir, de preparar y muy baratas. Si normalmente consumes blanco del niño, huachinango o atún, te proponemos alternarlos con esta otra variedad, así ganarás en sabor, versatilidad y en beneficios.

Este pescado es muy rico en ácidos grasos Omega 3 que, como sabes, son parte importante de la salud cardiovascular. Los Omega 3 previenen arritmias, aumentan el colesterol bueno, disminuyen los trigliceridos y reducen el riesgo de muerte súbita. Se ha visto que las personas que los incluyen en su dieta, por lo menos dos veces a la semana, tienen menor riesgo de sufrir infartos.

Otro de los beneficios que se han encontrado en los Omega 3, es la disminución significativa de la rigidez y el dolor en las articulaciones en pacientes con artritis. También ayudan a evitar la depresión y son excelentes para las embarazadas y el desarrollo visual y neurologico de los bebes.

Pescado poderoso

Grasa buena aparte, las sardinas son ricas en vitamina D una muy dificil de encontrar en alimentos, encargada de la absorción y regulación y regulación del calcio y fosforo en la sangre y de fortalecer nuestros huesos y dientes. De acuerdo con el journal of the amercian college of cardiology, la deficiencia de vitamina D es un importante factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.

La Amercian Heart Association recomienda comer pescado, especialmente los azules, justamente como la sadrina, por lo menos dos veces a la semana. La porción ideal es de 3/4 de taza, sin escamas. Puedes comprarlas frescas o las que vienen enlatadas, que son más faciles de conseguir, sólo cuida que no estén en aceite, para no aumentar su valor calórico. Procura cocinarlas a la parrilla o a la plancha, porque un exceso de grasa, al freir, resultaria contraproducente con una dieta saludable.

Como ves aunque pequeñas y delgadas, el potencial de las sardinas es inmenso y pocas veces valorado, además de que las encuentras todo el año en el estante de cualquier supermercado. Disfrútalas como entrada o como platillo principal.