El desayuno es la comida más importante del día. Diversos estudios han demostrado que las personas que desayunan son más productivas, realizan sus labores con mayor eficiencia, mejoran su estado nutricional y mantienen el peso dentro de límites saludables en mayor medida que quienes omiten esta ración.
En cambio no desayunar, deteriora la memoria y la actividad mental, pues el cerebro toma su energía de la glucosa y cuando las reservas de ésta bajan, nuestro cuerpo empieza a quemar otras reservas energéticas, lo que causa múltiples alteraciones en el normal funcionamiento orgánico.
Actualmente muchas personas consideran que han desayunado tras haber tomado únicamente café, zumo o galletas,
lo cual dista de las recomendaciones de una dieta equilibrada.Además, debido a los rígidos horarios laborales, muchas veces tampoco almorzamos, por lo que el desayuno debería convertirse en nuestro principal aliado para afrontar el día.
Saltarse el desayuno trae consigo decaimiento, falta de concentración y mal humor, debido al déficit de glucosa que produce el ayuno, pues hay que recordar que a primera hora de la mañana el organismo lleva entre 8 y 10 horas sin recibir ningún alimento.
A quienes les preocupa el peso, necesitan saber que las calorías que consumimos en las primeras horas del día tienen pocas probabilidades de convertirse en kilos de más. En general, las personas delgadas suelen ser las que comen tres o más veces al día. Idealmente, el desayuno debe aportar la tercera o cuarta parte de la cantidad necesaria de proteínas del día, además de carbohidratos ricos en fibra y una pequeña cantidad de grasa.
El desayuno debe suponer entre el 20 y el 25% de las calorías ingeridas a lo largo del día. Para que sea equilibrado, deben estar representados como mínimo los siguientes grupos de alimentos: lácteos (leche, yogur, cuajada, requesón…), frutas y cereales (pan, tostadas, cereales de desayuno, galletas…). Aparte de estos, también pueden participar otros alimentos, como derivados cárnicos y dulces, en cantidades moderadas.
Un desayuno ideal podría incluir: media taza de cereal de grano entero (caliente o frío) y leche baja en grasas o descremada; yogur bajo o libre de grasas con fruta y pan de trigo entero con jamón o margarina; licuado de yogur con fruta y leche descremada y pan tostado de trigo entero o un sándwich de pavo, de queso o de mantequilla de cacahuate en pan de grano entero con jugo de fruta y leche.
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El alto precio de no desayunar
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