La fructosa es un endulzante natural que se obtiene principalmente de la frutas, razón por la que se le conoce como “azúcar de la fruta”. También se le puede encontrar en algunas verduras, en la miel y en otras plantas como el azúcar de caña y la remolacha, de donde se extrae para elaborar un azúcar alternativo.
La fructosa es un azúcar simple (monosacárido), posee la misma fórmula química de la glucosa, pero tiene una estructura molecular diferente.
La fructosa se usa desde los 70’s en Estados Unidos y en la Unión Europea para endulzar refrescos. Actualmente está presente en diferentes cantidades en una amplia variedad de alimentos, y se ha convertido en uno de los endulzantes más utilizados por la industria alimentaria. Se le puede encontrar en productos de repostería, alimentos procesados, frutas y bebidas refrescantes azucaradas, azúcar común, entre otros.
La fructosa es un carbohidrato, por lo que constituye una importante fuente de energía para el cuerpo. Tradicionalmente la fructosa se ha utilizado como edulcorante para los diabéticos, aunque hoy día existen dos posturas divididas respecto a su uso en estos pacientes.
La primera afirma que debido a que la fructosa no aumenta la glucosa de la sangre y no requiere insulina, las personas diabéticas pueden tolerarla mejor que otros azúcares. Mientras tanto, otro grupo señala que la fructosa acaba transformándose en glucosa produciendo una elevación glucémica en sangre, por lo que ya no se considera un edulcorante recomendable para diabéticos.
La fructosa endulza más que el azúcar blanca o refinanda, y aporta solo 4 kilocalorías por gramo, una buena noticia para quienes cuidan la línea.
Se sabe que la fructosa es metabolizada y guardada en parte por el hígado en forma de glucógeno, como reserva para cuando necesitamos hacer un esfuerzo.
Estudios afirman que tomar fructosa en exceso, favorece el aumento de los triglicéridos plasmáticos, hecho que se ha de contemplar en caso de hipertrigliceridemia.
Efectos de la fructosa en el organismo:
Un estudio norteamericano asegura que los alimentos procesados con fructosa, especialmente las bebidas, podrían ser más peligrosos que otros tradicionalmente limitados en las dietas de adelgazamiento, como los productos con almidón.
Según algunos investigadores, la fructosa es el componente más peligroso del azúcar (el azúcar común o sacarosa) y señalan que su consumo habitual aumenta la producción de ácido úrico. (consumer.es)
No todas las personas pueden asimilar bien los alimentos con alto contenido de fructosa, es decir que presentan lo que se denomina “intolerancia a la fructosa”.
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