Querer motivarse es asumir el cambio. Si no nos motivamos lo suficiente es porque nos resistimos a cambiar, el cambio nos da miedo, nos angustia, nos provoca estrés. El estrés es proporcional al grado de novedad y de cambio que la nueva situación va a provocar. La respuesta al estrés: la lucha o la huida.
Si se lucha, nos motivamos. Si se huye, nos demotivamos.
Por ello, para evitar el afrontamiento que implica tomar una decisión nos creamos mil y una excusas y adoptamos comportamientos verbales o no verbales que son los síntomas de nuestra resistencia al cambio y el reflejo de nuestra desmotivación.
Cuanto te resistes al cambio es porque tienes miedo a las consecuencias que puede acarrear eso, cómo va a cambiar tu vida cotidiana, por ello no actúas, no tomas ninguna decisión. Pero puede ser que de tanto miedo y esperar, cuando la tomes sea demasiado tarde, y luego pensarás “tengo mala suerte”.
Te invito a llevar a cabo este ejercicio para saber si te resistes al cambio:
- Describe un proyecto que hayas tenido y que tendía que haber provocado un cambio en tu vida pero que nunca llevaste a cabo. Por ejemplo, cambiar de escuela, casarte, tener un hijo, cambiar de casa, ir de vacaciones, decorar tu recámara, irte a vivir sola, cambiar de trabajo, etcétera.
- Acuérdate de tus reacciones cuando aún era un proyecto.
- Cuando lo esplicabas, cuando pensaban en ello, ¿cuáles eran tus reacciones? Fíjate en la lista de abajo y elige cuáles eran, también puedes poner otras tú:
- Cambiabas de tema de conversación
- Ibas al baño o salías de la habitación
- Te daba dolor de estómago
- Evitabas el tema
- Encontrabas siempre un pretexto para evitar la conversación
- Suponías que no le interesaba a nadie más que a ti
- Fumabas o bebías más
- No comías más o comías demasiado
- Te decías: “El tiempo lo arregla todo”
- Encontrabas el proyecto demasiado ambicioso, demasiado caro, de poca importancia
- Pensabas que te llevaría demasiado tiempo, que requeriría demasiado trabajo
- No podías creer en el éxito del proyecto, proyectarte en el futuro
- Siempre tenías otras cosas que hacer
- Pensabas que tu famlia o amigos no lo entenderían
- Creías que no tendrías los medios para conseguirlo
- Te considerabas demasiado joven, demasiado vieja, demasiado grande, demasiado pequeña
- No te sentías preparada para pensar en ello
- Creías que no cambiaría nada en tu vida, en el fondo todo iba bien
- Tenías miedo a equivocarte
- No cinfiabas en tí misma
- Pensabas que podrías perder a tus amigos o tu libertad
- No te sentías capaz
Ahora, ya con tu lista de resultados piensa un poco en ello.
Todas estas actitudes son frenos que explican por qué tu idea se quedó en proyecto. Pero ¿deseabas realmente realizar aquel proyecto? ¿Estaba todo en tu contra o fue el miedo el que te detuvo?
El miedo al cambio puede ser el principal freno para realizar cosas positivas en nuestra vida y, a la larga, nos va desmotivando para todo. Sin embargo, tienes que tomar en cuenta que la vida es cambio constante y que nuestra forma de adaptarnos y tomar ventaja de ello es lo que nos lleva al éxito y nos hace felices.
Cuando emprendas un proyecto y tengas algunas actitudes como las de la lista, haz una lista de las cosas que te emocionan de tu proyecto, haz un esfuerzo por ser positiva y enlista tus sueños, las cosas que te gustaría que pasaran. Fija tu atención en ello y adelante con tu proyecto. La única que puede frenar tus sueños eres tú.