Mejora los trastornos hormonales con estos alimentos

Las mujeres que siguen dietas muy estrictas, sufrenestrés  o practican ejercicio en exceso son las más propensas a sufrir desarreglos hormonales.

Además de hacer una visita al ginecólogo ante la menor señal de alarma, te proponemos revisar la dieta dando prioridad a estos alimentos.

Kiwi. Casi ninguna otra futa contiene tanta vitamina C como el kiwi. Este nutriente hace frente a los estragos del estrés y también resulta indispensable para la producción hormonal.

Aceitunas. La razón por la que a las mujeres que practican deporte en exceso o siguen una dieta severa se les retrasa o les desaparece la regla es porque su cuerpo no dispone de suficiente grasa, imprescindible a la fabricación de las hormonas sexuales. Incluir en la dieta alimentos grasos, pero saludables –como las aceitunas, el aguacate, los frutos secos y  el  pescado  azul-,  es de gran  ayuda a  la hora de tener  ciclos menstruales más regulares.

Brotes de soja. Todos los derivados de la soja, el apio, las semillas de lino, las manzanas, los dátiles, la col y los brotes de alfalfa, entre otros, contienen unas sustancias muy similares a las hormonas femeninas. Por esa razón, los expertos los consideran fantásticos reguladores hormonales de origen natural.

Bistec de ternera. Después del hígado de ternero o de pollo, es la carne más rica en hierro. Las mujeres que tienen reglas muy abundantes, deberían comer carne roja, debido a que pierden mucho hierro en el período, lo que les ocasiona cansancio y debilidad.

Perejil. No sólo es uno de los vegetales más ricos en hierro y vitamina C, sino que también estimula el flujo menstrual  –cuando la regla sufre un retaso- y alivia el dolor del período. No obstante, deberías evitar el consumo de semillas de perejil en caso de embarazo o piedras en el riñón.

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El ejercicio ayuda al corazón femenino

(HealthDay News/Dr. Tango) — Alrededor del 60 por ciento de la protección ofrecida a las mujeres por medio de los ejercicios contra la enfermedad cardíaca y el accidente cerebrovascular proviene de su efecto sobre ciertos factores de riesgo, señala un estudio publicado en la revista Circulation.

Los investigadores evaluaron los factores de riesgo cardiovasculares y los niveles de ejercicio en más de 27.000 mujeres de entre 45 a 90 años (con una edad media de 55 años) inscritas en el Women’s Health Study, que fueron evaluadas en un seguimiento medico que duró más de 11 años. Los científicos concluyeron que las mujeres que más se ejercitaban eran 40 por ciento menos propensas a sufrir un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular que las que hacían la menor cantidad de ejercicio.

«La actividad física regular es enormemente beneficiosa en la prevención del ataque cardíaco y el accidente cerebrovascular», dijo en un comunicado la autora principal, la Dra. Samia Mora, catedrática en la Facultad de Medicina de Harvard en las divisiones de medicina preventiva y cardiovascular en el Hospital Brigham and Women’s de Boston.

«Hallamos que incluso los cambios modestos en los factores de riesgo para la enfermedad cardiaca y el accidente cerebrovascular, sobre todo los relacionados con la inflamación/hemostasis y la presión arterial, pueden tener un impacto profundo en la prevención de eventos clínicos. Este estudio es el primero en examinar la importancia de una variedad de factores de riesgo conocidos para explicar cómo la actividad física previene la enfermedad cardiaca y el accidente cerebrovascular», apuntó Mora.

El equipo de Harvard halló que los cambios relacionados con el ejercicio en biomarcadores inflamatorios y hemostáticos (fibrinógenos, proteína C reactiva y molécula 1 de adhesión intracelular) tuvieron el mayor impacto, y redujeron el riesgo de el ataque cardíaco y accidente cerebrovascular en un 33 por ciento. «Los factores inflamatorios y hemostáticos como grupo tienen funciones y papeles superpuestos y, en nuestro estudio, tuvieron el mayor efecto en la mediación de la cardioprotección relacionada con el ejercicio, más que la presión arterial y el peso corporal», apuntó Mora.

La mejora relacionada con el ejercicio en la presión arterial fue el segundo efecto más importante (una reducción de 27 por ciento en el riesgo), seguido de los lípidos (grasas sanguíneas), índice de masa corporal, anormalidades en la glucosa, función renal, y homocisteína.

Debido a la falta de evidencia clínica, la inclusión de biomarcadores inflamatorios y hemostáticos como factores de riesgo en la evaluación de la enfermedad cardiovascular aún no es reconocida por la American Heart Association.