El estrés y la conducta alimentaria

El estrés y la conducta alimentaria

Imagínese que está preparándose para un importante discurso en público, ¿le da por lanzarse a la caja de las galletas o se le quita el hambre por completo? El estrés afecta a la conducta alimentaria de las personas de forma diferente. Siga leyendo para saber por qué.

Experimentamos estrés cuando ocurre algo en nuestro interior o a nuestro alrededor que altera nuestro equilibrio. Entonces utilizamos tácticas para combatir el agente estresante y regresar a nuestro estado normal. El estrés puede ser interno, como al preocuparse por algo o disgustarse, o externo, como el causado por un examen o determinadas situaciones sociales. Ya que el estrés forma parte de nuestra vida diaria, nuestro modo de alimentarnos bajo sus efectos puede afectar a nuestra alimentación y salud en general.

Pelear o escapar

Ante una amenaza, se desencadena automáticamente en el organismo una respuesta de “lucha o huída”. La descarga de adrenalina lleva sangre al cerebro, al corazón y a los músculos, lejos del sistema digestivo, para preparar nuestro cuerpo a escapar o pelear. Se cree que experimentamos este tipo de reacción incluso si la amenaza o agente estresante es psicológico o emocional, en lugar de físico. Este estado de alerta debería hacernos incapaces de comer e incluso provocarnos náuseas (1). Sin embargo, se ha descubierto que a algunas personas el estrés las incita a comer más (1). ¿Cómo se explica este fenómeno?

Las personas que están a régimen suelen comer más en situaciones de estrés

Hoy en día mucha gente está a dieta para adelgazar o “vigilar su peso”. Generalmente esto implica controlar el tipo y la cantidad de alimentos que se consumen. Estas personas además hacen caso omiso de las señales que les indican que tienen hambre para comer menos de lo que les gustaría. En otras palabras, restringen su alimentación. Las personas que comen en función de su apetito, no se imponen límites. Las investigaciones han demostrado en repetidas ocasiones que quienes limitan su alimentación tienden a comer más en respuesta al estrés, mientras que quienes no lo hacen suelen comer menos (2) y (3).

El estrés puede llevar a que quienes restringen su alimentación coman en exceso

El Dr. Paul Lattimore, experto en conducta alimentaria de la Universidad John Moores de Liverpool explica por qué las personas que están a régimen comen más en situaciones de estrés. “Estas personas dedican tanta energía a controlar sus señales biológicas que les quedan pocos recursos para enfrentarse a los problemas cotidianos. Por eso, cuando se estresan, pierden el control y si tienen comida a mano, la consumen. Además, están tan acostumbrados a no hacer caso a su cuerpo que ignoran o malinterpretan las señales relacionadas con la lucha o la huída”.

Estrategias para enfrentarse al estrés

En un estudio a gran escala realizado recientemente en Finlandia, se halló que el índice de masa corporal (relación entre el peso y la altura de las personas) es mayor en quienes comen en situaciones de estrés y que estas personas tienden a comer más alimentos como salchichas, hamburguesas, chocolate y pizza, si las comparamos con las demás personas (4). Al comer como respuesta al estrés, los intentos de controlar el peso de estas personas se ven abocados al fracaso; entonces, ¿qué solución se les puede ofrecer? El Dr. Lattimore, basándose en su experiencia en la prevención de la obesidad, ofrece algunos consejos. “En primer lugar, la persona debe saber qué tipo de situaciones la incitan a comer en exceso y a continuación debe idear formas alternativas de enfrentarse al estrés. Una solución ideal sería ir a dar un paseo, para cambiarnos las ideas y que además quema calorías.”

Resumen

Las personas que comen cuando tienen hambre y dejan de comer cuando están saciadas están en sintonía con las señales biológicas de su organismo. En situaciones de estrés, estas personas no sienten hambre. Aquellas personas que ignoran sus señales biológicas deben ser conscientes de los factores emocionales y psicológicos que les llevan a visitar la nevera y deben poner en práctica tácticas para evitarlo. La respuesta al estrés muestra la importancia de utilizar enfoques para el control del peso que reduzcan la restricción alimentaria y de privilegiar el consumo de fruta y verdura (bajo contenido en calorías y muy nutritivos). Además estos alimentos diluyen la carga calórica ingerida durante los atracones.

¿Hambre física o emocional?

Cuando los psicólogos trabajan con el tema de la sobrealimentación, hablamos principalmente sobre el hambre emocional, tema esencial dentro de los problemas de sobrepeso y obesidad.  Sin embargo, ¿cómo podemos reconocer cuando tenemos hambre emocional si muchas veces no llegamos a reconocer nuestra hambre fisiológica?

Vivimos tan a prisa y estresadas que hemos aprendido a aplazar o ignorar las señales que nos manda nuestro cuerpo. ¿Cuántas veces tenemos frío y no nos tapamos porque “así nos vemos bien”, “el suéter está muy lejos”, “ahorita voy”? ¿Cuántas veces tenemos sed y nos tomamos una taza de café en vez de un vaso con agua? Y que ni se nos ocurra querer ir al baño cuando estamos en medio de una junta o un examen, “vejiga, ¡aguántate!”.

No obstante, nuestro cuerpo es muy sabio y nos pide lo que necesita mandando señales claras a las cuales generalmente no les hacemos caso. Entonces, ¿cómo queremos reconocer nuestros sentimientos y hambre emocional si ni siquiera le hacemos caso a las claves básicas de nuestro cuerpo?

Es por eso que uno de los primeros pasos para comenzar a trabajar en nuestra alimentación es escuchar y darle a nuestro organismo lo que necesita. En relación a los alimentos, las siguientes son señales de hambre física y saciedad con las cuales debemos empezar a trabajar para después comenzar con el manejo del hambre emocional. Es recomendable comer inmediatamente cuando se presentan estas señales y parar cuando las de saciedad se hacen presentes. Un tip es comer lentamente para darle tiempo a nuestro sistema de enviar estas claves a nuestro cerebro.

Señales de hambre física:

  • Ruidos o dolor estomacal
  • Sensación de vacío en el estómago
  • Dolor de cabeza
  • Falta de atención o concentración
  • Debilidad o cansancio
  • Mareo
  • Irritabilidad

Señales de saciedad (parar de comer cuando se presentan):

  • Se deja de experimentar hambre y hay una sensación de comodidad
  • El cuerpo obtiene energía y se siente “ligero”
  • La comida pierde su sabor, por lo tanto los bocados no saben tan deliciosos como los primeros

Debemos evitar seguir comiendo hasta sentirnos sumamente “llenas” o hasta que nos aprieta el pantalón, ya que en esos momentos estamos haciendo a un lado las claves que nos manda el cerebro y estamos respondiendo al hambre emocional, alimentándonos más por placer o ansiedad que por las necesidades de nuestro cuerpo.

Más sobre trastornos alimentarios en los niños

Un temprano interés por la imagen personal o las dietas pueden ser síntoma de un trastorno en la alimentación.

 

Así como está en manos de los padres el saber para que los ‘peques’ lleven unos hábitos de vida saludables, el modo en que nuestros hijos perciben la comida, o la imagen de su propio cuerpo, muchas veces se escapa del control parental, llegando a convertirse en un serio problema de salud si no se controla y ‘ataja’ a tiempo.

Los desórdenes alimentarios, como la temida anorexia o bulimia, comienzan a gestarse a una edad cada vez más temprana: factores tan dispares como el entorno social, episodios repetidos de ansiedad o estrés en el ‘cole’ o en casa, la constante sobreexposición a los medios, la baja autoestima, muchas veces presente entre pre-adolescentes y adolescentes, o la predisposición genética o biológica, pueden desencadenar un trastorno de este tipo, donde la comida, en lugar de verse como una forma divertida y saludable de proveernos energía, pasa a transformarse en un enemigo a evitar a toda costa.

Lo franjas de edad con mayor tendencia a desarrollar anorexia o bulimia: entre los 11 y los 13 años(aunque se han llegado a detectar casos aún más tempranos), con una fuerte presencia entre las niñas por encima de los chicos. Los expertos coinciden en que, de detectar alguno de los síntomas asociados a esta enfermedad potencialmente peligrosa, los padres han de ser cuidadosos y consultar rápidamente con un medico o experto en nutrición. Ansiedad, autocritica, perfeccionismo, miedo a engordar… una de cada 25 chicas desarrollará una enfermedad de estas características a lo largo de su vida, y un índice aun mayor manifestará uno o más de sus síntomas, casi siempre producto de una percepción irreal del canon de belleza aplicado al propio cuerpo.

La falta de nutrientes, especialmente durante las etapas de crecimiento, puede marcar a los pequeños, pues, de por vida: desde el momento en que nuestra hija manifieste su insatisfacción por su aspecto físico, un desmedido interés por adelgazar o un incremento sustancial en las horas de actividad física diaria, fuera de los márgenes de lo común entre otros niños de su edad, no está de más interesarse por cuáles son sus motivaciones o sus puntos de vista. Otras señales de alarma: lapérdida repentina de peso, cambios en la conducta sobre la mesa (rechazar comer pan o el postre, negarse a terminar el plato, comer menos de lo habitual o por el contrario comer mucho de una sentada y luego sentir una gran frustración), ‘escaparse’ al baño tras la comida, cambios de humor, mareos, sensación de frío permanente por la falta de calorías o la pérdida del período entre las niñas una vez llegada la pubertad.

Por eso, y para prevenirlo antes que curar, uno de los factores clave a la hora de construir una imagen corporal saludable entre tus hijos es proyectarla en casa cada día. Comer sano y de todo, juntos a la mesa, sin que los niños vean que los padres se obsesionan por los productos light o bajos en calorías, aporta normalidad a los ‘peques’ en su visión de una alimentación y un estilo de vida saludable.

¿Qué problemas alimentarios pueden aparecen en la infancia?

¿Qué problemas alimentarios pueden aparecen en la infancia?

Resulta muy habitual los problemas para comer en la infancia. Hay casos en los que los niños que comen excesivamente lentos, entreteniéndose con cualquier cosa, niños que se resisten a aprender los hábitos de conducta apropiados para su edad y tienen que comer rodeados de juguetes o con muchos entretenimientos ya que si no, dejan de comen. También puede darse el caso de niños que se levantan continuamente de la mesa o simplemente se niegan a comer. Todos estos problemas hacen que en numerosas ocasiones los padres se desesperen y que las horas de las comidas se conviertan en una lucha constante. Prueban distintas soluciones, y sin embargo, en muchas ocasiones los resultados no son los esperables.

Dentro de los problemas más frecuentes encontramos la negación a tomar alimentos sólidos por parte del niño, éste solo accede a ingerir alimentos líquidos, pasados o semipesados, negándose a tomar aquellos de constitución sólida. Aunque es posible que el peso del niño evolucione de una forma normal, aún manteniendo las comidas trituradas, prolongar durante mucho tiempo este tipo de alimentación puede causar anormalidades y problemas. El momento de aparición suele ser el paso de las comidas propias de bebes a comidas propias de un niño de mayor edad, donde ya hace falta el esfuerzo de masticar. Es en estos momentos en los que el niño se niega a ceder y prefiere que se lo den todo triturado. También es habitual que coincida con el inicio de que le salen los dientes.

Otros problemas habituales son la falta de apetito o emplear un tiempo excesivo en la comida.En muchas ocasiones es frecuente que los niños tarden más tiempo en comer que los adultos, pero a veces ese tiempo es realmente excesivo, va a depender de la edad y de la comida. Los motivos de esa lentitud excesiva a la hora de comer pueden ser: rechazo a ingerir el alimento que se le ha preparado, negación de pasar de la comida triturada a la comida sólida, rechazo a comerse toda la comida del plato, excesivos distractores (televisión, juguetes, hermanos mayores, algún juego, etc.) y se niegan a comer sin la presencia de todos ellos.

Todos estos son problemas alimentarios menores en la infancia, que en muchas ocasiones con una serie de pautas de modificación de conducta por parte de un profesional se reconduce. Sin embargo, en ocasiones se requiere de una intervención terapéutica puesto que en muchos casos estos problemas se pueden agravar con el tiempo y desarrollar hábitos alimentarios inadecuados.

Por otro lado, existen otros problemas en la infancia relacionados con la comida como por ejemplo, la pica. Un problema cuya característica esencial es una ingestión persistente de sustancias no nutritivas, la sustancia típica tiende a variar con la edad. Los niños pequeños suelen comer pintura, yeso, cuerdas, cabellos o ropa. Los niños de más edad pueden comer excrementos de animales, arena, insectos, u hojas. ¿Cuándo hablamos de un trastorno derumiación ? La característica esencial es la regurgitación y nueva masticación repetidas del alimento que acaba de comer el niño. Hacen su aparición en la boca alimentos parcialmente digeridos sin que se asocien a náuseas, arcadas. Entonces el alimento es arrojado nuevamente a la boca, masticado y vuelto a deglutir. Este problema es poco frecuente pero se da más en los niños que en las niñas. La edad de inicio de este problema es de 3 a 12 meses. Generalmente, el problema suele remitir, sin embargo, en algunos casos el problema se agrava.

Trastornos alimenticios en niños

Cuando tu hijo entra en la preadolescencia, considerada un periodo delicado debido a que aparecen las primeras variantes de ánimo y el deseo y temor de crecer se agudizan, es importante que redobles tu atención en su forma de comer ya que podría padecer enfermedades como anorexia o bulimia.

Aunque a veces es difícil detectar estos padecimientos, existe una serie de conductas llamadas de riesgo, que te pueden orientar para descubrir si es su caso.

Señales preventivas

  • Se queja reiteradamente de su aspecto físico, se niega a salir, a probarse ropa o a usar traje de baño
  • Rechaza la comida y comienza a adelgazar notoriamente
  • Tiene un carácter variable y mayor irritabilidad
  • Vomita constantemente
  • Se le retrasa o suspende la menstruación
  • Parece débil, por lo que en la escuela ha llegado a desmayarse
  • Hace dietas sin supervisión médica y sin tu consentimiento
  • Combina los regímenes alimenticios con ejercicio físico excesivo
  • Se provoca el vómito
  • Compite con otros adolescentes sobre su delgadez
  • Omite comidas

Lo que debes hacer

  • A partir de los nueve años, tu hijo iniciará una etapa de cambios, tanto físicos como mentales, que tendrán que ser vigilados por un especialista cada seis meses.
  • Es recomendable que la relación entre él y el pediatra se lleve a cabo al margen de la tuya, respondiendo a todas sus inquietudes y enseñándole cómo debe cuidarse
  • Si ya has detectado algunas de estas actitudes pero aún no estás segura de que tenga un padecimiento: Háblale con claridad, pregúntale y escúchalo. En caso de que esté sucediendo algo grave, busquen la forma de detenerlo lo antes posible.

También es indispensable mantener un canal de comunicación abierto entre padres e hijos; hacer un seguimiento de las variantes fisiológicas propias de la adolescencia, especialmente de la menstruación y sobre todo apoyarlo y animarlo a valorar qué comer y dónde hacerlo.

Alertan por aumento de jóvenes diabéticos

Alertan por Aumento de Jóvenes Diabeticos

La diabetes mellitus va ganando terreno en las personas jóvenes, y cada vez aparecen más casos ocasionados por llevar una vida poco saludable, encabezada por malos hábitos alimenticios, sobrepeso u obesidad, así como sedentarismo y carga genética. Una prueba de ello es que, según la doctora adscrita a la Unidad de Medicina Familiar Número Uno (UMF), Carmen Horta Morales, entre 30% y 40% de los jóvenes de entre 20 y 40 años que acuden a consulta tiene diabetes y no lo sabe, lo que provoca que la enfermedad avance y con ella las complicaciones propias, como la retinopatía.

De estos pacientes, hasta 5% ya presenta rasgos de retinopatía, pero al no ser tan visibles los síntomas, se pasan por alto y el padecimiento a nivel ocular avanza sin darse cuenta.

“Gracias a la revisión integral que se hace del paciente, al margen de la patología que lo orilló a buscar atención médica, es como se captan estos casos en los que también la obesidad es un común denominador muy significativo, presente hasta 90% de ellos”, indicó la especialista.

Pacientes que van a consulta por algún síntoma de enfermedad respiratoria o gastrointestinal, son los más comunes en la atención de la UMF. Al hacerles una revisión general se detectan niveles muy altos de glucosa o con la presión alta.

Horta Morales mencionó que, contrario a lo que se escucha, cuando una persona joven se sabe diabética y con la probabilidad de tener complicaciones como retinopatía, daño renal y venoso, comienza a tener más conciencia sobre su salud, cambia sus hábitos y muestra apego al tratamiento.

“Tenemos pacientes que, con una tableta de metformina al día, logran un adecuado control, pero la buena alimentación y el ejercicio mejoran la salud”
Carmen Horta Morales, especialista de la UMF Número Uno.

El dato

Padecimiento asintomático

Hasta 40% de los jóvenes de entre 20 y 40 años que acuden a consulta a la Unidad de Medicina Familiar Número Uno (UMF) tiene diabetes y no lo sabe.

Trastornos alimenticios: un flagelo que mata

Existen muchos trastornos alimenticios también denominados trastornos de la alimentación o psicopatologías alimentarias, algunos de ellos han sido ampliamente estudiados, pero hay otros de los que aún se conoce poco.

Los trastornos alimenticios están relacionados con la alteración de los hábitos alimenticios comunes. Son provocados por múltiples factores socioculturales, familiares e individuales, pero sus principales causas son la ansiedad y la excesiva preocupación por el peso corporal y el aspecto físico.

Fue a finales del siglo XVIII cuando los trastornos alimenticios empezaron a considerarse como enfermedades y con el transcurso del tiempo se han ido sumando a la lista nuevas patologías que incluyen síntomas de lo más extraños, que afectan principalmente a jóvenes y adolescentes, aunque los niños y adultos no escapan a algunos de ellos.

Por su creciente incidencia y sus mortales consecuencias, los trastornos alimenticios se han convertido en un grave problema de salud pública.
Trastornos alimenticios: un flagelo que mata (I)

En situaciones normales comemos para saciar nuestro apetito y para tener una buena nutrición y salud. Otras veces comemos por placer o por el simple hecho de compartir un buen momento con otras personas. Sin embargo, hay ocasiones en que la relación con la comida se vuelve extraña, se hacen cosas que salen del terreno de lo normal y que son destructivas tanto a nivel físico como emocional.

Los trastornos alimenticios están relacionados con la alteración de los hábitos alimenticios comunes. Su principal causa es la ansiedad y la excesiva preocupación por el peso corporal y el aspecto físico.

Fue a finales del siglo XVIII cuando los trastornos alimenticios empezaron a considerarse como enfermedad. A continuación describiremos brevemente en qué consisten algunos de los principales trastornos alimenticios conocidos a la fecha, entre los que figuran: Obesidad, Vigorexia, Ortorexia, Síndrome del comedor selectivo, Síndrome del comedor nocturno, Anorexia Nerviosa, Pregnorexia, Bulimina Nerviosa, Atracón compulsivo, Síndrome de Pica, Síndrome del Gourmet, Diabulimia y Ebrorexia.

Otros trastornos alimenticios

• Obesidad
Es el trastorno alimenticio más frecuente, se caracteriza por un exceso de grasa que se traduce en aumento del peso, sobrepasando un 15% del peso ideal.

• Ortorexia
Se define como la obsesión por comer comida saludable. Quienes la padecen tienen obsesión por la ingesta de productos probióticos, alimentos orgánicos, cultivados ecológicamente sin sustancias artificiales, entre otros. También presentan obsesión por la preparación de la comida y los recipientes utilizados para cocinar los alimentos.

• Vigorexia
La vigorexia se caracteriza por la obsesión de querer tener un cuerpo perfecto. Quienes la padecen asocian la belleza con el aumento de la musculatura y con una gran tonicidad, por lo que el ejercicio se vuelve una adicción para ellos. Los vigoréxicos utilizan anabólicos y suplementos alimenticios que no están aprobados y que pueden poner en riesgo la salud.

• Síndrome del comedor selectivo
Se define como comedor selectivo a las personas que se nutren exclusivamente de menos de 10 alimentos, durante un mínimo de 10 años y generalmente está asociado a otros trastornos alimentarios. Suelen aparecer con mayor frecuencia en la niñez muchas veces como consecuencia de carencias afectivas, traumas o problemas psicológicos.

• Síndrome del comedor nocturno
El comedor nocturno se levanta a comer por la noche aunque continúa dormido, asalta la nevera para comer compulsivamente y como no está consciente de lo que hace, no recuerda nada al despertar. Este trastorno alimenticio se asocia con el comedor por atracones, con la bulimia y la obesidad. Quienes lo padecen, suelen hacer dieta durante el día.

Otros trastornos alimenticios

• Anorexia Nerviosa
La anorexia nerviosa o simplemente anorexia es un trastorno alimenticio con mayor incidencia en la mujeres, principalmente adolescentes. Se caracteriza porque la persona se priva de comer intencionalmente provocando con ello una pérdida extrema de peso. Estas personas suelen realizar estrictas rutinas de actividad física para no ganar peso.

• Pregnorexia
Se denomina pregnorexia a la anorexia en mujeres embarazadas, que con el afán de bajar de peso, ponen en riesgo no solo su propia vida, sino la vida de su futuro hijo.

• Bulimia Nerviosa
La bulimia es un trastorno alimenticio caracterizado por la ingesta de grandes cantidades de alimentos (también llamados atracones), tras los cuales las personas utilizan métodos no apropiados,denominados purgas, para deshacerse de los alimentos ingeridos, tales como auto provocarse el vómito, utilizar laxantes, enemas, o medicamentos diuréticos, o bien realizar ayunos o ejercicio excesivo para controlar el peso.

• Atracón compulsivo
Este trastorno alimenticio conocido como Binge Eating Disorder, por su nombre en inglés, es más frecuente en mujeres. Consiste en episodios de comilonas o atracones descontrolados en breves periodos de tiempo ( por lo general 2 horas), hasta que las personas se sienten negativamente llenas. A diferencia de la bulimia, quienes lo padecen no utilizan purgas para eliminar el exceso de comida y tras los atracones experimentan sentimientos de culpa y desánimo.

• Síndrome de Pica
El síndrome de Pica o simplemente pica es una extraña enfermedad alimenticia que provoca el deseo urgente de ingerir sustancias no destinadas al consumo humano, tales como yeso, detergente, pelo, hielo, jabón, entre muchas otras. Según el tipo de sustancia ingerida, el síndrome de pica toma nombres específicos, por ejemplo: Geofagia (comer tierra), Pagofagia (comer hielo), Tricofagia (comer pelo).

Otros trastornos alimenticios

• Síndrome del gourmet
Quienes padecen el síndrome del gourmet viven obsesionados con la preparación de la comida, desde la compra y preparación hasta la presentación e ingestión de exquisitos platillos, a tal punto que pierden el interés en sus relaciones familiares, sociales y laborales.

• Diabulimia
La Diabulimia es una peligrosa patología en la que se mezclan la diabetes mellitus tipo 1 y los trastornos alimenticios. Se presenta en mujeres que sufren este tipo de diabetes, quienes con tal de adelgazar, suprimen o se saltan las dosis de insulina inyectadas que necesitan para llevar una vida normal, tomando apenas lo necesario para sobrevivir, poniendo en grave riesgo su salud.

• Ebriorexia
Aunque no es aún un término oficial, se está utilizando para denominar un nuevo trastorno alimenticio con mayor incidencia en mujeres. Quienes lo padecen no comen o se dan atracones seguidos de purgas, para compensar las calorías que ingieren a través del alcohol que consumen en exceso. Se puede decir que el término describe a personas alcohólicas anoréxicas o bulímicas, en las que el alcohol es básicamente la única fuente de calorías que las sustenta.

Existen ciertos denominadores comunes de los síntomas de los trastornos alimenticios, entre ellos figuran la distorsión de la auto imagen corporal, el excesivo temor o pánico a subir de peso y un conjunto de auto lesiones que pueden provocar secuelas graves e irreversibles o incluso pueden conducir a la muerte a quienes los padecen.

Información básica no exhaustiva proporcionada con fines meramente informativos. Para ahondar con mayor profundidad sobre información relativa a herbolaria, dietas, sustancias o terapias de salud natural pregunte a su médico o consulte publicaciones científicas especializadas. Dienut, no se responsabiliza de ningún daño o problema relacionado con la utilización de sustancias, dietas o tratamientos naturales, su uso será responsabilidad absoluta de quien las usa, consuma y prescriba. Consulte a su médico antes de tomar cualquier tratamiento o sustancia. La información de este sitio No sustituye la atención médica y la consulta con profesionales en el área de salud. Consulte a su médico antes de iniciar cualquier tratamiento, dieta o programa físico.

La obesidad infantil puede provocar que se atrase la pubertad en los varones

Las tasas crecientes de niños con exceso de peso y obesos en Estados Unidos y otros países desarrollados, además de muchos en desarrollo, puede estar contribuyendo a un comienzo más tardío de la pubertad en los varones, según revelaron investigadores de la Universidad de Michigan.
En un nuevo estudio publicado en la edición de febrero de la revista Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine,los investigadores muestran que un índice más alto de masa corporal durante la infancia temprana y media en los varones está asociado con un comienzo más tardío de la pubertad.
Éste es uno de los primeros estudios longitudinales en Estados Unidos que examina la vinculación entre el status de peso y las fechas de comienzo de la pubertad de los varones.
Los detalles
“Encontramos que el aumento de la grasa en el cuerpo está vinculado con un comienzo más tardío de la pubertad en los varones, al contrario de lo que hemos visto en las niñas, dado que las niñas con más peso tienden a desarrollarse más temprano en lugar de hacerlo más tarde”.
“Nuestro estudio muestra que la relación entre la grasa corporal y el comienzo de la pubertad no es la misma para los varones y para las niñas”, dijo la doctora especializada en endocrinología pediátrica Joyce Lee, autora principal del estudio.
 
Tasas en aumento
Las tasas de obesidad infantil han aumentado a más del doble en Estados Unidos en las últimas dos décadas, y se ha hecho cada vez más importante el comprender mejor la forma en que el exceso de grasa corporal pueda impactar el crecimiento y el desarrollo de un niño o una niña, añadió Lee.
“Aunque ha habido numerosos estudios longitudinales que han considerado el vínculo entre la grasa corporal y la pubertad en las niñas, se han hecho pocos esudios de los varones.
Los resultados de nuestro estudio indican que el exceso de peso puede contribuir a un comienzo más tardío de la pubertad en los varones. Nuestras conclusiones tienen implicaciones importantes para entender las diferencias sexuales en los mecanismos fisiológicos de la pubertad”, dijo Lee, profesora asistente en el Departamento de Pediatría y Enfermedades Contagiosas.
El estudio
Para estudiar la relación entre el peso y el comienzo de la pubertad Lee y sus colegas observaron a 401 varones de diversos entornos socioeconómicos en 10 regiones de Estados Unidos, utilizando tatos de los Institutos Nacionales de Salud y el Estudio de Desarrollo Humano de Cuidado de la Infancia Temprana y Desarrollo Juvenil.
El estudio dividió a los niños en trayectorias de índice de masa corporal (IMC) baja, intermedia y alta. Noventa y siete de los niños en el grupo de trayectoria de bajo IMC (el 7 % ) tuvieron un comienzo tardío de la pubertad. Entre los niños con trayectoria de IMC intermedio 196 (esto es el 13,3 % ) tuvieron comienzo tardío de la pubertad. Y entre los niños con trayectoria de IMC alto 114 (es decir el 14 % ) tuvieron un comienzo tardío de la pubertad.