La disfagia es la dificultad para transportar la comida desde la boca al estómago ya sea la comida líquida o sólida. Esta patología puede presentarse de forma repentina con mucha intensidad o puede ir apareciendo poco a poco haciendo más difícil detectarla y en consecuencia diagnosticarla.
Esta enfermedad puede darse, entre otras cosas, por una alteración de los músculos o de las zonas del cerebro que controlan la deglución. Normalmente suele presentarse con dificultad para tragar cualquier tipo de alimento y puesto que puede tener muchos orígenes, de los cuales hablaremos en el siguiente artículo, precisa un tratamiento personalizado.
Los síntomas y signos que pueden hacernos pensar que posamos estar sufriendo una disfagia y a los que hay que atender son: presencia de tos o carraspeo frecuente después de comer o beber, cambios en la calidad de voz, dificultades respiratorias o del habla después de comer, dificultad para controlar las secreción de saliva, atragantamientos frecuentes, frecuentes infecciones respiratorias, desinterés por comer o rechazo a los alimentos que antes se tomaban de forma habitual.
Las consecuencias puedes ir más lejos que la simple molestia y pueden ser de tal magnitud como atragantamientos graves. También pueden acarrear infecciones respiratorias reiteradas o graves por el paso del alimento a las vías respiratorias y desnutrición o deshidratación causada por el temor a comer.
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