Requerimientos nutricionales en la tercera edad

Las necesidades energéticas en la tercera edad disminuyen considerablemente, a razón de un 10% por cada década a partir de los 60 años. Esto se debe a la pérdida de masa muscular y a la disminución de la actividad física.

 

• Proteínas:

Las necesidades proteicas constituyen el 10-20% de las calorías totales en la tercera edad. El 50% deben ser aportadas en forma de proteína de origen animal (carnes, pescados ó huevos), sin embargo, con frecuencia se tiene poca apetencia por estos alimentos, por lo que se debe evaluar el uso de batidos proteicos.

 

• Grasas:

Las necesidades de grasa varían entre un 30-35% del total de la dieta. Se aconseja un consumo moderado de colesterol y especialmente el consumo de aceite de oliva, linaza o sacha inchi. Se debe disminuir la grasa animal por el alto contenido de ácidos grasos saturados y colesterol.

 

• Carbohidratos:

Las necesidades de carbohidratos se encuentran entre el 50-55% de las calorías totales. Con la edad aumenta el riesgo de Diabetes Mellitus y un elevado nivel de glucosa en sangre se asocia a un mayor deterioro funcional y a una limitación en las actividades de la vida diaria.

 

En el anciano diabético se aconseja disminuir este aporte prefiriendo el consumo de carbohidratos complejos, representados principalmente por los cereales, pan, pastas, papas ó legumbres. A su vez es necesario un aporte de fibra de 20-30 gr/día.

 

• Vitaminas y minerales:

En la tercera edad se aprecia una carencia de vitaminas y minerales debido al menor consumo de determinados alimentos, los procesos metabólicos disminuidos, el consumo de medicamentos y la asociación de enfermedades, aumentando sus necesidades de manera dramática.

 

Con la edad la absorción de Calcio va disminuyendo en relación con la menor secreción ácida gástrica y los niveles más bajos de Vitamina D por una menor secreción a nivel de la piel. La falta de ejercicio y la menopausia favorecen la pérdida de masa ósea.

También el déficit de hierro es un problema frecuente, sobre todo asociado al consumo prolongado de antiácidos y antiinflamatorios.

 

En general se recomienda la administración en dosis suficientes tanto de vitaminas y minerales para cubrir las necesidades fisiológicas del organismo.

 

Es aconsejable llevar dietas balanceadas, supervisadas por médicos y nutricionistas, para asegurar la correcta alimentación y calidad de vida para el paciente de la tercera edad.

 

La alimentación al llegar a los 40

En esta etapa de la vida las personas suelen tomar conciencia de lo importante que es conservar una buena salud y evitar el sobrepeso a través de la alimentación. Por tal razón, tienden a consumir más verduras, legumbres, frutas y grasas cardiosaludables.

 

Los errores más frecuentes que se comenten en la alimentación a los 40 son:

 

• No disfrutar de comidas equilibradas debido al exceso de trabajo y a las responsabilidades propias de esta edad, lo cual propicia el aumento de peso e incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

 

• Si bien es cierto en esta etapa, se empieza a tomar conciencia de la importancia de observar una dieta equilibrada, el consumo de frutas, verduras y fibra suelen seguir siendo escaso.

 

• Otro de los errores frecuentes en las personas que han arribado a las cuatro décadas, es la falta de ejercicio físico.

 

Recomendaciones:

 

• Incremente el ejercicio físico y siga una dieta equilibrada para evitar el sobrepeso y disminuir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.

 

• Reduzca el consumo de sal y beba abundante agua diariamente.

 

• Controle las grasas, especialmente las más nocivas. Consuma carnes magras, pescados y grasas cardiosaludables como el aceite de oliva. Limite la bollería, mantequillas o embutidos muy grasos y resérvelos para ocasiones especiales.

 

• Incremente los alimentos ricos en antioxidantes, vitaminas C, E y betacaroteno. Esto se logra consumiendo frutas y verduras frescas. Las hoja verdes o de tonalidad naranja, son las que proporcionan en mayor concentración de estos nutrientes.

 

• Continúe prestando atención al consumo de calcio dentro de su dieta.

 

La alimentación al llegar a los 30

Las personas de 30 suelen llevar un estilo de vida ajetreado tanto dentro como fuera de casa, razón por la cual con frecuencia tienen que comer fuera, cualquier comida rápida.

 

Si tienen niños, suele prestar más atención a la nutrición de éstos pero tienden a descuidar la propia.

 

Los errores más frecuentes que cometen los treintañeros en materia de alimentación son:

 

• Exceso de trabajo, tienen poco tiempo para relajarse y disfrutar de una comida saludable.

• Demasiadas comidas fuera de casa, con frecuencia poco equilibradas y propician la ganancia de peso.

• Consumo escaso de frutas, verduras y fibra.

• LLevar una vida sedentaria.

 

Las recomendaciones nutricionales para las personas que están viviendo su tercera década son las siguientes:

 

• Evite el sedentarismo, incremente el ejercicio físico.

 

• Cuando coma fuera, elija platos de verduras, ensaladas, proteínas a la parrilla y platos sin demasiadas salsas y condimentos. Como postre, siempre que sea posible, elije frutas frescas.

 

• Elabore la cesta de la compra a partir de productos frescos, frutas, verduras, legumbres, pan integral, lácteos descremados, carnes magras, pescado, aceite de olive. Preste especial atención a las “grasas ocultas” que abundan en aperitivos, galletitas o patatas fritas y también en los pastelillos y bollería industrial.

 

• Evite el consumo excesivo de café y excitantes, ya que el exceso de éstos aumenta la pérdida de calcio.

 

• Continúe prestando atención al consumo de calcio en su dieta.

 

Comer menos durante la vejez aumenta la memoria, según estudio

Investigadores de la Universidad de Münster (al oeste de Alemania) han descubierto, a partir del primer estudio realizado con personas sobre este tema, que ingerir menos calorías durante la vejez puede aumentar la memoria, según informó hoy un portavoz del centro académico.

 

Aumentar la ingesta de ácidos grasos no saturados no implica, en contra de investigaciones previas con ratas, una mejora de la capacidad memorística, afirma la científica alemana Agnes Flöel.

 

Para llevar a cabo su estudio, los investigadores eligieron a 50 personas, con edades en torno a los 60 años, y las dividieron en tres grupos.

 

El primer grupo redujo su consumo diario de calorías en torno a un treinta por ciento; el segundo aumentó la ingesta de calorías y ácidos grasos no saturados alrededor de un veinte por ciento -tomando, por ejemplo, aceite de oliva y pescado-; y el tercero, el empleado como grupo de control, no modificó su alimentación.

 

Tres meses después se sometió a los sujetos a una prueba de memoria siguiendo un procedimiento estandarizado, que consiste en observar detenidamente una lista de palabras durante trece minutos y, tras ese lapso, ver cuántas son capaces de recordar.

 

Tan sólo las personas del grupo que había seguido la dieta habían mejorado su memoria, al registrar marcas un 20 por ciento mejores que las que hicieron en el test inicial. Los otros dos grupos, en cambio, no habían experimentado ninguna variación significativa.

 

Por otra parte, los investigadores hallaron en las personas que habían hecho dieta valores de insulina más bajos y niveles de inflamación también menores.

 

Los científicos alemanes esperan conseguir con el tiempo más descubrimientos en relación con la insulina, al igual que con el deterioro del sistema inmunológico debido a la edad.

 

En cualquier caso, según Flöel se trata de la primera investigación en este sentido y deberá completarse con estudios posteriores y con procedimientos de diagnóstico que indaguen sobre las posibles transformaciones de la materia gris del cerebro.

 

El hallazgo -que certifica además estudios anteriores realizados con animales- se ha publicado en la revista “Proceedings”, editada por la “National Academy of Sciences” de Estados Unidos.

 

La alimentación del adulto joven (18 a 39 años)

Alimentarse saludablemente durante la juventud, constituye una gran inversión para el futuro, pues se sabe que las dietas desequilibradas aumentan el riesgo de padecer enfermedades futuras tales como hipertensión, diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares, entre otras.

 

Aunque las necesidades nutritivas y energéticas son muy distintas para cada individuo individuo, conviene observar las siguientes recomendaciones generales:

 

No saltarse el desayuno.

 

Beber dos litros de agua al día.

 

Hacer un poco de ejercicio, tres veces a la semana como mínimo.

 

Seguir una dieta variada, moderada y apetecible, que incluya todos los grupos básicos de alimentos.

 

Comer despacio, sentado, masticando bien y evitando distracciones como la radio, la televisión, el ordenador, etc.

 

Reducir al máximo el consumo de dulces y azúcares. Se admite 30 grs. de azúcares diarios como máximo.

 

Las comidas rápidas y/o preparadas poseen altos niveles de colesterol, sal y grasas saturadas, por lo que su consumo ha de ser muy esporádico.

 

Recuerde que cuánto menos manufacturada esté la comida que compra, mayor valor nutritivo aportará a su organismo.