Para concebir un hijo varón no hay nada mejor que una dieta rica en calorías y nutrientes, mientras que seguir un régimen antes del embarazo aumenta las probabilidades de traer al mundo una niña.
Este no es el último «truco de la abuela» sino el resultado de un estudio llevado a cabo por médicos de las universidades británicas de Exeter y Oxford, que por vez primera demuestra que la dieta de la madre está relacionada con el sexo del bebé.
Según la doctora Fiona Matthews, autora principal del estudio publicado en Journal Proceedings of the Royal Society Biological Sciences, «esta investigación puede ayudar a explicar por qué en los países desarrollados, donde muchas mujeres siguen dietas bajas en calorías, la proporción de nacimientos de niños está en declive».
En los últimos 40 años se ha registrado un pequeño pero constante descenso -del orden del uno por 1.000 cada año – en el número de varones nacidos en los países industrializados.
El estudio se llevó a cabo sobre 740 mujeres británicas embarazadas por primera vez que desconocían el sexo de su bebé y a las que se preguntó sobre sus hábitos alimentarios antes y en los inicios del embarazo.
Las mujeres se dividieron en tres grupos, en función del número de calorías consumidas al día en las fechas en las que se produjo la concepción.
El 56% de las mujeres en el grupo que ingirió más calorías tuvo varones, frente a sólo un 45% en el grupo con el nivel más bajo de calorías.
Los investigadores también comprobaron que las mujeres que tuvieron niños eran más proclives a tomar nutrientes como potasio, calcio y vitaminas C,E y B12, y a desayunar cereales antes del embarazo.
Según el estudio, investigaciones anteriores ya han demostrado que la ingesta media de calorías ha caído en el mundo desarrollado.
La «epidemia de obesidad» que aqueja a estas sociedades se atribuye al declive de la actividad física y a diferencias en la calidad de los alimentos y en los hábitos alimentarios.
También hay evidencias de que saltarse el desayuno es una práctica cada vez más común, como lo demuestran datos según los cuales en EEUU la proporción de adultos que desayunan se ha reducido del 86% al 75% entre 1965 y 1991.
La relación de la dieta con el sexo de la prole tiene precedentes en el mundo animal y se explica por el impulso natural a producir descendientes, según el estudio.
«Potencialmente, los machos de la mayoría de las especies pueden engendrar más hijos que las hembras, pero esto depende del tamaño y el estatus social del macho y los más débiles pueden no tener ninguna descendencia. Por el contrario, las hembras se reproducen de forma más consistente,» afirma Matthews.
La científica explicó que «si una madre cuenta con muchas reservas tendrá sentido engendrar un hijo, porque seguramente le proporcionará más nietos que una hija», al ser grande y fuerte.
Sin embargo, en los tiempos de vacas flacas «tener una hija es una apuesta más segura».
El estudio concluye que aunque son los padres -a través de los espermatozoides, X o Y- los que determinan el sexo del bebé, las madres parecen ser capaces de favorecer, en la formación del gameto, el desarrollo de un sexo o de otro.
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La dieta de la madre influye en el sexo del bebé, según un estudio
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