Salva tu vida

No hay duda de que la actividad física juega un papel importante en la prevención de las enfermedades del corazón. Muchas autoridades en el campo de la salud, como la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association), promueven el ejercicio como una forma de ayudar a combatir las enfermedades cardíacas.

La buena noticia es que no tienes que pasarte la vida en un gimnasio para ver los beneficios. Hasta los niveles moderados de actividad física son beneficiosos para el corazón. Esta es una razón fundamental para adoptar y mantener un estilo de vida activo. El ejercicio:

  • Ayuda a prevenir el daño a las arterias coronarias (arterias que llevan la sangre al corazón). El daño en estas arterias puede resultar en enfermadades cardiovasculares.
  • Aumenta las posibilidades de supervivencia entre las personas que ya han sufrido un ataque al corazón y disminuye las posibilidades de que éste ocurra por segunda vez.
  • No sólo fortalece el corazón y los pulmones, sino que también mejora los niveles de colesterol “bueno” (HDL) y aumenta los efectos beneficiosos de una dieta baja en grasa. Seguir un plan de ejercicios ayuda a mantener un peso saludable y disminuye el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades crónicas.
  • Es aún más importante si ya padeces alguna enfermedad o condición crónica, como diabetes con hipertrigliceridemia (niveles elevados de triglicéridos en sangre) o si hay antecedentes de enfermedades cardiovasculares en tu familia.

Quienes llevan una vida sedentaria tienen 30 por ciento mayor riesgo que sus contrapartes más activos de que se obstruyan sus arterias coronarias. Por eso es que vale la pena usar las escaleras en vez del ascensor para subir o bajar unos pocos pisos; estacionarse más lejos para caminar un poco más a la oficina o al supermercado o ir a pie a comprar el periódico.

Para obtener mayores beneficios, es importante que realices tu rutina todos los días. Si estás empezando, puedes hacerlo de 10 a 15 minutos diarios y luego aumentar poco a poco, hasta llegar a 30 minutos por sesión. Cuánto ejercicio realizar dependerá de tu condición física. Recomendamos a toda persona mayor de 35 años que se haga una evaluación médica antes de iniciar un régimen de ejercicios.

El ejercicio no sólo te ayudará a sentirte mejor físicamente, sino también a controlar los niveles de estrés propios de la vida moderna, a reducir la ansiedad, aliviar la depresión y aumentar significativamente la sensación de bienestar.

Una nueva meta

Un estilo de vida saludable incluye una alimentación completa, balanceada y nutritiva, en combinación con una rutina de ejercicios apropiada para ti.

La actividad física es esencial en el estilo de vida saludable de un niño, de una mujer embarazada, de un adolescente, de un adulto mayor, de una persona saludable o con alguna condición médica… en conclusión, de todos.

La actividad física brindará grandes beneficios para tu salud y bienestar. Entre sus beneficios, están:

  • Disminuye el riesgo de enfermedades como diabetes, hipertensión, cáncer de colon, cáncer de mama y niveles de colesterol elevados.
  • Previene caídas.
  • Reduce la depresión.
  • Ayuda a la pérdida de peso y reduce la obesidad alrededor del abdomen.
  • Aumenta la densidad de los huesos.
  • Mejora el sueño.
  • Aumenta tu nivel de energía.
  • Te dará una sensación de bienestar.

Estos son sólo algunos de los muchos beneficios que te provee la actividad física.

Existen dos tipos principales: ejercicios aeróbicos y de resistencia. En los ejercicios aeróbicos, se aumenta tu ritmo cardiaco y utilizas todos tus músculos rítmicamente. Se incluyen ejercicios como correr, montar bicicleta, saltar, bailar y nadar. Los ejercicios de resistencia tonifican tus músculos, haciéndolos trabajar más de lo normal. Estos ejercicios incluyen escalar, levantar pesas o estirar con bandas de resistencia. Una combinación de los dos tipos te brindará los mejores resultados.

En las Guías de Actividad Física para los Americanos del Departamento de Salud de los Estados Unidos (publicadas en el 2008), te sugieren 150 minutos de actividad física a la semana. Con este tiempo de actividad física, se ha demostrado que las personas obtienen grandes beneficios en su salud. Mientras más actividad física realices, los beneficios serán mayores, así que si ya estás cumpliendo con 150 minutos a la semana, ponte como meta aumentar hasta llegar a los 300 minutos semanales, distribuidos en diferentes días.

La actividad física puede ser realizada en lapsos de diez minutos, aumentando poco a poco este tiempo hasta que tú te sientas seguro(a) con tu rutina de ejercicios. No es necesario que empieces con 150 minutos a la semana; si no has realizado ejercicios últimamente, puedes empezar con tan sólo 60 minutos a la semana, es decir, diez minutos seis veces a la semana.

El hacer un poco de actividad física te brindará mayores beneficios que no hacer nada. ¡Así que no pienses más y comienza tu rutina hoy mismo! Recuerda que debes consultar con tu médico antes de iniciar cualquier rutina de ejercicios, especialmente si eres una mujer embarazada, una mujer en período de lactancia o si tienes una condición médica como diabetes, hipertensión u osteoporosis.

Frecuencia cardiaca

La frecuencia cardiaca, conocida también como ritmo cardiaco o latidos del corazón, indica el número de latidos que da el corazón en un minuto. Entre sus muchos usos dentro de la medicina, la frecuencia cardiaca se utiliza para monitorear la intensidad del ejercicio y para establecer metas en el entrenamiento.

La medición de la frecuencia cardiaca se puede hacer tomando el pulso en diferentes partes del cuerpo (la muñeca, el cuello, la ingle, el pecho, entre otros). Quizás la forma más práctica para que tú mismo(a) tomes tu frecuencia cardiaca es hacerlo en la muñeca, de la siguiente forma:

 

  1. Coloca tus dedos índice y medio sobre la parte anterior de la muñeca de tu otra mano, y el pulgar del lado opuesto, al nivel del otro dedo pulgar.
  2. Presiona para sentir el pulso.
  3. Cuenta los latidos durante un minuto (también lo puedes hacer durante 30 segundos y multiplicar el número por dos, o durante 15 segundos y multiplicar por cuatro).
  4. El número resultante corresponde a tu frecuencia cardiaca.

Para realizar ejercicio a una intensidad moderada, se ha establecido como meta un valor de frecuencia cardiaca entre el 60 y el 85% de la frecuencia cardiaca máxima, la cual se calcula a partir de la edad y la frecuencia cardiaca en reposo (el valor de la frecuencia cardiaca en la mañana, antes de levantarse).

Usualmente, los deportistas tienen una frecuencia cardiaca en reposo menor que la de las personas que no hacen ejercicio. Esto indica una mejor condición física, pues quienes realizan ejercicio se adaptan más fácilmente al esfuerzo y también se recuperan más rápidamente luego de cada sesión de entrenamiento.

Recuerda consultar con tu médico antes de iniciar una nueva rutina de ejercicios o si vas a realizar cambios importantes en tu régimen actual.

El ejercicio y tu corazón

¿Sabías que las personas con factores de riesgo cardiovascular (como diabetes, presión arterial alta o colesterol elevado) que realizan una rutina de ejercicios regularmente tienen una tasa de mortalidad menor que las personas sin factores de riesgo que no hacen ejercicio?

La actividad física es un factor de riesgo modificable de enfermedad del corazón, al igual que de otras enfermedades crónicas, como obesidad, diabetes, cáncer, hipertensión, artritis y depresión. Estudios longitudinales han demostrado una reducción entre el veinte y treinta y cinco por ciento del riesgo de muerte en hombres y mujeres que llevan una vida activa, lo cual los investigadores traducen como quemar mil calorías a la semana, por medio de actividad física. Por el contrario, se observó que las mujeres sedentarias que realizaban menos de una hora de actividad física por semana aumentaron su mortalidad en un cincuenta y dos por ciento y duplicaron su riesgo de padecer alguna enfermedad cardiovascular.

Los autores concluyeron que las consecuencias del sedentarismo podrían asemejarse a las de fumar moderadamente, tener presión alta, colesterol elevado en sangre u obesidad.

Realizar ejercicio regularmente también es importante en personas que ya sufren de alguna alteración cardiovascular, pues podría ayudarles a revertir o detener el progreso de la enfermedad. Se ha encontrado que quemar aproximadamente mil seiscientas calorías a la semana a expensas de ejercicio físico podría detener la progresión de la enfermedad coronaria. Asimismo, el consumo de 2200 calorías semanales podría ayudar a reducir el tamaño de la placa de colesterol en pacientes con enfermedad cardiaca. Esto significa que la actividad física regular contribuye a la prevención secundaria de las patologías cardiacas y puede reducir el riesgo de muerte prematura tanto en hombres como en mujeres.

La forma en la que el ejercicio físico ayuda a la salud cardiovascular es:

  • Disminuye la presión arterial.
  • Aumenta el colesterol bueno (HDL) y disminuye el malo (LDL).
  • Controla la glucosa en sangre por medio de una mejora en el uso de insulina por el cuerpo.
  • Reduce el estrés.
  • Controla el peso corporal.
  • Ayuda a sentirse mejor con uno mismo.

Cualquier tipo de ejercicio es beneficioso para la salud; sin embargo, cuando se trata del corazón, es mejor elegir una actividad aeróbica en la cual se pongan en movimiento los brazos y las piernas. Por ejemplo: caminar, correr, nadar, montar bicicleta o bailar. La recomendación actual de actividad física para mejorar la salud cardiovascular es de treinta minutos todos los días de la semana a una intensidad moderada. Si deseas perder peso, es necesario aumentar el tiempo a sesenta minutos y para mantenerlo, a noventa minutos.

Siempre es necesario tomar en cuenta algunas precauciones mientras se realiza ejercicio. Por ejemplo:

  • Para de ejercitarte si te sientes fatigado o corto de aliento. Acuéstate y levanta las piernas por un momento. Si no ves mejoría, consulta con tu médico.
  • No hagas ejercicio si no te sientes bien o si tienes fiebre.
  • Interrumpe la actividad física si desarrollas un latido cardiaco irregular o muy rápido. Descansa quince minutos y mide tu pulso. Si éste sigue arriba de 120 a 150 latidos por minuto, consulta al doctor.
  • Nunca ignores el dolor en el pecho ni en alguna otra parte del cuerpo. Deja de ejercitarte de inmediato.
  • Interrumpe tu programa de ejercicios si te sientes débil, mareado(a) o hinchado(a) por retención de líquidos.

Nunca es tarde

Las investigaciones en este campo coinciden en que el secreto de una vejez sana y feliz está en mantenerse activo y que, a su vez, esto es favorecido enormemente cuando la persona ha practicado ejercicios de manera disciplinada desde joven.

No es verdad

Esta afirmación descarta la creencia popular de que la vejez es una etapa de la vida que se caracteriza inevitablemente por la imposibilidad de hacer casi de todo. Ahora existe una nueva verdad, ya demostrada en los países desarrollados: la vejez es una bella época de la vida que debe permitirnos disfrutar de la experiencia adquirida con el paso de los años, del cariño de los nietos y de la posibilidad de hacer, sin ningún apuro, casi todo lo que es necesario hacer para ser felices.

Hoy sabemos que las limitaciones que se asociaban a la vejez no eran producto del inexorable transcurrir del tiempo, sino del impacto de las enfermedades sufridas en las etapas precedentes del ciclo vital. Actualmente, reconocemos que el ejercicio juega un papel muy importante en la prevención de estas enfermedades.

Por eso, es necesario promover un programa de actividad física disciplinada a los esquemas de vida de los niños y los jóvenes desde etapas muy tempranas y hacer todo los esfuerzos posibles para convencer a los demás de que nunca es tarde para comenzar. Siempre podremos beneficiarnos de la acción favorable del trabajo muscular sobre cada uno de nuestros órganos y sistemas.

Encuentra la juventud

Son muchos los trabajos científicos que han permitido concluir, sin lugar a dudas, que las funciones orgánicas, en vez de decaer, pueden mejorar en los llamados “años dorados”. En diversas instituciones de investigación se ha sometido a personas de más de sesenta años a programas especiales de levantamiento de pesas, lográndose una recuperación y mantenimiento de la masa muscular con una eficiencia mayor que en grupos más jóvenes de la población. En muchos casos, se ha logrado que personas de hasta noventa años logren abandonar sus bastones y sillas de rueda a través de la actividad física, rescatando así la calidad de vida que habían perdido.

La elasticidad de los tejidos del sistema muscular y articular, que es fundamental para la realización de movimientos, la fortaleza y la capacidad aeróbica, que constituyen la base del bienestar físico, sólo se logran con un buen programa de ejercicios. Este bienestar será mayor mientras más temprano comencemos la preparación de nuestros músculos, articulaciones, corazón y pulmones, para que puedan ayudarnos a vivir activos por un número mayor de años.

Por supuesto que, mientras más años de inactividad ha pasado una persona, más cuidado debe tener en la selección de un programa de ejercicios; sin olvidar que es indispensable una buena evaluación médica previa.

El ejercicio ayuda al corazón femenino

(HealthDay News/Dr. Tango) — Alrededor del 60 por ciento de la protección ofrecida a las mujeres por medio de los ejercicios contra la enfermedad cardíaca y el accidente cerebrovascular proviene de su efecto sobre ciertos factores de riesgo, señala un estudio publicado en la revista Circulation.

Los investigadores evaluaron los factores de riesgo cardiovasculares y los niveles de ejercicio en más de 27.000 mujeres de entre 45 a 90 años (con una edad media de 55 años) inscritas en el Women’s Health Study, que fueron evaluadas en un seguimiento medico que duró más de 11 años. Los científicos concluyeron que las mujeres que más se ejercitaban eran 40 por ciento menos propensas a sufrir un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular que las que hacían la menor cantidad de ejercicio.

“La actividad física regular es enormemente beneficiosa en la prevención del ataque cardíaco y el accidente cerebrovascular”, dijo en un comunicado la autora principal, la Dra. Samia Mora, catedrática en la Facultad de Medicina de Harvard en las divisiones de medicina preventiva y cardiovascular en el Hospital Brigham and Women’s de Boston.

“Hallamos que incluso los cambios modestos en los factores de riesgo para la enfermedad cardiaca y el accidente cerebrovascular, sobre todo los relacionados con la inflamación/hemostasis y la presión arterial, pueden tener un impacto profundo en la prevención de eventos clínicos. Este estudio es el primero en examinar la importancia de una variedad de factores de riesgo conocidos para explicar cómo la actividad física previene la enfermedad cardiaca y el accidente cerebrovascular”, apuntó Mora.

El equipo de Harvard halló que los cambios relacionados con el ejercicio en biomarcadores inflamatorios y hemostáticos (fibrinógenos, proteína C reactiva y molécula 1 de adhesión intracelular) tuvieron el mayor impacto, y redujeron el riesgo de el ataque cardíaco y accidente cerebrovascular en un 33 por ciento. “Los factores inflamatorios y hemostáticos como grupo tienen funciones y papeles superpuestos y, en nuestro estudio, tuvieron el mayor efecto en la mediación de la cardioprotección relacionada con el ejercicio, más que la presión arterial y el peso corporal”, apuntó Mora.

La mejora relacionada con el ejercicio en la presión arterial fue el segundo efecto más importante (una reducción de 27 por ciento en el riesgo), seguido de los lípidos (grasas sanguíneas), índice de masa corporal, anormalidades en la glucosa, función renal, y homocisteína.

Debido a la falta de evidencia clínica, la inclusión de biomarcadores inflamatorios y hemostáticos como factores de riesgo en la evaluación de la enfermedad cardiovascular aún no es reconocida por la American Heart Association.

Ejercicio familiar

¿Quieres que tu familia se mantenga lo más sana posible? ¡Pues motívalos a que hagan ejercicios con frecuencia!

La mejor estrategia para promover la actividad física en la familia es dar el ejemplo y tratar de integrar al máximo a todos los miembros en tu rutina de ejercicios. No hace falta ir al gimnasio o correr sin compañía para estar en forma, pues existe toda una gama de ejercicios que se pueden hacer en conjunto y ponen a todos en movimiento.

Muchos padres se sienten culpables cuando hacen ejercicio porque piensan que están dedicando menos tiempo a sus hijos. Por lo tanto, al ejercitarse en familia, se sentirán mejor y contribuirán a mantener la salud familiar.

Para que el ejercicio sea un placer familiar

Aquí te damos algunos consejos para lograr que a tu familia le encante el ejercicio. Prueba utilizar todas las estrategias que se te ocurran hasta que descubras el enfoque ideal para ti y para tu familia:

  • En primer lugar, habla con tu pareja sobre tus metas físicas y el efecto que tendría el ejercicio en la familia.
  • Ten siempre una actitud positiva con respecto al ejercicio en todo el ámbito familiar.
  • Todos deben alentarse mutuamente y apoyar las actividades de cada uno de los miembros.
  • Empieza a cambiar tu concepto de ejercicio y acepta otras posibilidades; la actividad física no tiene por qué limitarse a caminar, trotar, montar bicicleta o ir al gimnasio. A veces el trabajo en el jardín o la limpieza de la casa equivalen a tu cuota de ejercicios. Este tipo de actividades y quehaceres queman calorías y son beneficiosos para la salud.
  • Al comienzo, puedes caminar con tu familia. Sin embargo, es probable que los niños pequeños prefieran ir en bicicleta mientras tú y tu pareja trotan o caminan. Cuando recorran la urbanización, dile a los niños que cada vez escojan un camino diferente para hacerlo más interesante y lograr que estén más motivados por el ejercicio. Puedes incluir juegos u otras actividades para entretenerlos durante el recorrido, como contar los perros que ven, etc.
  • Si no vives en un lugar tranquilo para hacer ejercicio al aire libre con tu familia, puedes ir a un centro deportivo cercano y trotar en la pista mientras los niños juegan en el campo interior. La mayoría de las escuelas abren sus instalaciones deportivas al público después de las horas de clase.
  • Si deseas cambiar la rutina, planifica salidas familiares diferentes y frecuentes como ir de excursión a un parque, patinar sobre hielo, nadar en la piscina pública, jugar fútbol en un campo cercano o montar bicicleta en un camino asfaltado. Lo importante es hacer una actividad divertida y agradable para todos.
  • Trata de variar las distintas opciones para evitar el aburrimiento. Puedes invitar a otros familiares y hacer otro tipo de deporte o actividades en conjunto.
  • ¡Hasta los más pequeños de la casa pueden acompañar a la familia! En el mercado existen portabebés y coches de todo tipo que se adaptan de maravilla al ejercicio al aire libre. Mientras los bebés sean todavía muy pequeños, tú o tu pareja pueden llevarlos cargados en el pecho en una mochila portabebés y, una vez que puedan sostener la cabeza, colocárselos en la espalda. También hay sillas o cestas que se instalan en la bicicleta para llevar a los niños pequeños. Recuerda que no es conveniente usar audífonos al pasear en bicicleta, ya que pueden impedirte oír algunos ruidos importantes a tu alrededor, como el claxon de un carro.
  • Si tus hijos juegan béisbol, fútbol (soccer) o fútbol americano, o si tus hijas son porristas, puedes caminar cerca de los campos o parques donde juegan o hacen sus prácticas y verlos en actividad. Invita a otros padres a caminar o a trotar contigo para que se conozcan mejor y entablen una amistad.
  • Las mascotas también son parte importante de la familia. Por lo tanto, si tu mascota es un perro, ¡no te olvides de llevarlo a hacer ejercicio con la familia al aire libre!

Si conviertes el ejercicio en un componente esencial de tu vida familiar, le inculcarás a tus hijos hábitos saludables desde sus primeros años de vida, por lo que es mucho más probable que sigan realizando alguna actividad física cuando sean mayores. De esta manera, tus hijos serán adultos saludables. Además, para ti será mucho más fácil mantenerte en forma si tu familia comprende la importancia del ejercicio y si está realmente dispuesta a llevar un estilo de vida activo contigo.

¿Al quiropráctico por el bolso?

Desde finales de 2007 la moda ha sido implacable con nuestra pobre espalda: los bolsos y las carteras se ha impuesto en tamaños “extra large” desmesurados. Y, como indica la ley, toda mujer sabe que cuanto más grande sea la cartera, más cosas cargará en ella… con consecuencias nefastas para la pobre y exigida columna vertebral.

Y los quiroprácticos están preocupados por esto ya que esta especialidad que nace en el país a fines del siglo XIX enfoca especialmente en el cuidado de la columna vertebral. Desde el Palmer College of Chiropractic, escuela pionera en el desarrollo de la quiropraxia con sedes en Iowa, California y Florida, se han hecho alertas sobre la importancia de la postura y lo nocivo que es el sobrepeso sobre los hombros y la espalda, que puede llevar a dolores y hasta a desarrollar una hernia de disco.

Los especialistas aseguran que prevenir cualquier dolor de espalda es bueno porque se considera que es uno de los padecimientos físicos que provocan mayor mal humor producto de un desequilibrio corporal general. Esto se logra con ejercicios que apuntan al fortalecimiento de la pelvis y estiramiento de la espalda para darle mayor elasticidad.

Si su obsesión por la moda la ha llevado al extremo de que se siente lesionada por lo pesado que es su bolso, quizás un quiropráctico pueda ayudarla. Para ir con buena información en las manos, la Asociación Quiropráctica Argentina explica que la práctica de la quiropraxia incluye:

  • Realizar una evaluación quiropráctica de la persona con el objeto de localizar y analizar la subluxación vertebral (cuando una o más vértebras se desplazan de su posición habitual, una de las principales causas del dolor de espalda).
  • Proceder al ajuste vertebral necesario para corregirla.
  • Evaluación posterior para asegurarse de que la columna de la persona se encuentra libre de subluxaciones.

Un quiropráctico, incluso, tal vez la aconseje bien sobre los límites de peso que puede cargar sobre sus hombros. Y le pedirá que logre un equilibrio entre su tamaño y el bolso que acarrea. En estos días es muy común ver mujeres de contextura pequeña literalmente arrastrando carteras que casi las superan en tamaño. Perder el balance, dicen, acarrea dolor.

La Asociación Brasileña de Quiropraxia indica que esta disciplina natural logra, a través de técnicas de masajes y manipulaciones directamente con las manos, que el cuerpo recupere la armonía. Y exactamente de eso se trata de no perder la armonía por estar a la moda.

Ejercicio para ti

A veces cuesta hacerse tiempo, tomar la decisión. Al menos de oídas conocemos los enormes beneficios de realizar alguna actividad física, y así y todo no nos terminamos de decidir. Pero hay que atreverse y romper la inercia porque incorporar el ejercicio en la rutina diaria o semanal nos pondrá definitivamente en el camino correcto hacia una vida más saludable.

La Asociación Americana de Diabetes define ocho razones de peso para hacer ejercicio:

  • mantener su corazón y sus pulmones saludables (para no quedarse sin aliento cuando suba las escaleras corriendo)
  • contribuir a que esté más fuerte y más flexible
  • ayudar a mantener un peso saludable
  • ayudarle a sentirse mejor cuando esté de mal humor
  • relajarle cuando se sienta tenso o alterado
  • ayudarle a dormir mejor
  • darle confianza en sí mismo
  • reducir los niveles de glucosa en la sangre

 

Esta asociación agrega que “No es necesario que corra una maratón para agregar más actividad a su vida”. Y ese es justamente uno de los grandes tabúes: creer que si no hacemos ejercicio como la atleta olímpica o el jugador de fútbol admirado, no vale la pena.

Bailar, caminar, son verbos que definen actividades físicas. Pero para eso, dicen los expertos de la asociación, a veces hay que apagar el televisor. “Disminuya las horas que destina a la televisión, la computadora o los juegos de video cada día. En lugar de mirar ese programa malo que está entre sus dos programas favoritos, apague el televisor durante media hora, encienda la radio y baile sus canciones preferidas en su habitación”.

Y algo esencial: nunca se sienta torpe cuando está en movimiento. A veces la vergüenza por no sentirnos elástico es uno de los factores que nos hace permanecer estáticos como un cactus.

Otro consejo, dicen, haga ejercicio en forma gradual: si empieza queriendo completar media hora de abdominales, seguramente no vuelva a hacerlos nunca más. Y hasta termine con algún músculo lesionado. Empiece poco a poco, con cinco minutos por día estirando piernas, levantando brazo y girando cabezas.

Hoy en día, y especialmente por el aumento en las tasas de obesidad en la población, se enfatiza la necesidad de incorporar el ejercicio físico temprano en la vida. Y seguir haciéndolo hasta el final.

La Asociación Mexicana de Actividad Física y Deporte para Adultos y Ancianos, entidad gestora de campañas que promueven la actividad física, publica en su sitio Web un artículo del profesor Raúl Lorda -egresado del Instituto Superior de Educación Física de Montevideo, Uruguay, y autor y promotor del proyecto Educación Física y Recreación de la intendencia de esa ciudad- sobre el ejercicio en la tercera edad. Lorda asegura que “la ejercitación corporal facilita un camino de adecuación progresiva a medida que el tiempo pasa, dando la posibilidad a quienes la practican, de ser protagonistas de su propia historia, en el tránsito hacia una mejor calidad de vida”.

El autor logra una sintética y abarcativa definición de lo que significa la actividad física en la vida de un individuo. Y hasta sus beneficios económicos. “La actividad física (entre todas las terapias elaboradas con el objetivo de preservar la salud del hombre) es la más natural, la más higiénica y por consiguiente la menos costosa. Presenta la ventaja de que puede ser aplicada en todos los estadios de la vida, a condición de que se adapte a las posibilidades y a los límites de cada uno. No solamente tiende a favorecer las capacidades motrices e intelectuales sino que también hace posible una mejor adaptación física afectiva de las personas que caminan por esta etapa de la vida, en cuanto a su entorno familiar y social. Colaborando, finalmente, en esa lucha por la decadencia corporal y algunas angustias que provoca la soledad”.

Platano es igual a potasio

Se trata de una de las frutas más populares a nivel mundial, y en los Estados Unidos en estos días de crisis, la más económica. Ya sea sola, combinada en ensaladas de fruta y hasta acompañando platos principales, la banana es una de las fuentes esenciales de potasio, un mineral clave para darle energía al organismo.

Como indica el “Manual Merck de Información Médica para el Hogar”, editado por el laboratorio Merck Sharp & Dohme, la banana es eficiente para “el funcionamiento nervioso y muscular, el equilibrio acidobásico y el metabolismo del agua”. El texto agrega que 2 gramos diarios de productos que contengan este mineral (también lo poseen la leche entera y descremada, las ciruelas y las pasas de uva) son un buen aporte para que el potasio cumpla con su trabajo.

Por su capacidad de aportar energía al funcionamiento muscular, la banana también es altamente recomendada antes de realizar ejercicio o entrenamiento físico.

La Academia Americana de Pediatras recomienda en su sitio web incorporar la banana en su apartado sobre la importancia del desayuno porque esta comida “provee energía para la activa mañana del niño. Los niños que saltean el desayuno pueden no concentrarse bien en la escuela o pueden no tener energía para jugar”.

Como los pediatras reconocen que no todos los niños disfrutan de los más tradicionales desayunos, ofrecen algunos consejos para tener desayunos diferentes, y en dos de ellos está presente la banana:

 

  • Batidos para el desayuno: combinar leche descremada o con 1 por ciento de grasa con fruta e hielo en un vaso grande.
  • Banana congelada: cortar banana en un yogur y luego incorporar cereal. Frisarlas en recipientes o en forma de barras.

El periplo de esta fruta amarilla ha sido largo. Originaria de Malasia, conquistadores como Alejandro Magno la fueron acercando a Occidente, con escalas en Madagascar y las Islas Canarias, hasta que llegó a las Américas hace unos 400 años.

Una de las referencias más populares a esta fruta se encuentra en la obra clásica del siglo XVIII “Cyclopaedia of Practical Information”, de Arnold James Cooley, publicada en Londres en 1846, en donde ofrecen alternativas para comer la banana: “las bananas son comidas solas, en rodajas con azúcar y crema, o vino o jugo de naranjas. También asadas, fritas o hervidas. O procesada en forma de mermeladas”. Esta obra, aunque antigua, se puede leer en la web ya que el sitio Yahoo realizó el trabajo de digitalizarla.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) refiere a la “Wellnes Enciclopedia of Food and Nutrition” (1992) para definir con exactitud el potencial de esta fruta: “La banana es la fruta fresca más popular en los Estados Unidos. Tiene una cáscara que se quita fácilmente, madura después de haber recogida, se encuentra todo el año y es barata. La banana tiene una cantidad alta de carbohidratos y también de potasio, y eso que hace que sea la fruta preferida de muchos atletas”.

Los CDC indican también que media tasa de banana (unos 75 gramos) aporta 70 calorías al organismo, 400 miligramos de potasio y 17 gramos de carbohidratos. Y aportan consejos útiles para la “sobrevida” de la banana luego de tomarla bien verde del supermercado, “para madurar más las bananas, déjelas a la temperatura ambiente por unos días. Cuando ya estén maduras, puede guardarlas en la nevera de 3 a 5 días. La cáscara se volverá de un color pardo en la nevera, pero la fruta no cambia”.