Una nueva meta

Un estilo de vida saludable incluye una alimentación completa, balanceada y nutritiva, en combinación con una rutina de ejercicios apropiada para ti.

La actividad física es esencial en el estilo de vida saludable de un niño, de una mujer embarazada, de un adolescente, de un adulto mayor, de una persona saludable o con alguna condición médica… en conclusión, de todos.

La actividad física brindará grandes beneficios para tu salud y bienestar. Entre sus beneficios, están:

  • Disminuye el riesgo de enfermedades como diabetes, hipertensión, cáncer de colon, cáncer de mama y niveles de colesterol elevados.
  • Previene caídas.
  • Reduce la depresión.
  • Ayuda a la pérdida de peso y reduce la obesidad alrededor del abdomen.
  • Aumenta la densidad de los huesos.
  • Mejora el sueño.
  • Aumenta tu nivel de energía.
  • Te dará una sensación de bienestar.

Estos son sólo algunos de los muchos beneficios que te provee la actividad física.

Existen dos tipos principales: ejercicios aeróbicos y de resistencia. En los ejercicios aeróbicos, se aumenta tu ritmo cardiaco y utilizas todos tus músculos rítmicamente. Se incluyen ejercicios como correr, montar bicicleta, saltar, bailar y nadar. Los ejercicios de resistencia tonifican tus músculos, haciéndolos trabajar más de lo normal. Estos ejercicios incluyen escalar, levantar pesas o estirar con bandas de resistencia. Una combinación de los dos tipos te brindará los mejores resultados.

En las Guías de Actividad Física para los Americanos del Departamento de Salud de los Estados Unidos (publicadas en el 2008), te sugieren 150 minutos de actividad física a la semana. Con este tiempo de actividad física, se ha demostrado que las personas obtienen grandes beneficios en su salud. Mientras más actividad física realices, los beneficios serán mayores, así que si ya estás cumpliendo con 150 minutos a la semana, ponte como meta aumentar hasta llegar a los 300 minutos semanales, distribuidos en diferentes días.

La actividad física puede ser realizada en lapsos de diez minutos, aumentando poco a poco este tiempo hasta que tú te sientas seguro(a) con tu rutina de ejercicios. No es necesario que empieces con 150 minutos a la semana; si no has realizado ejercicios últimamente, puedes empezar con tan sólo 60 minutos a la semana, es decir, diez minutos seis veces a la semana.

El hacer un poco de actividad física te brindará mayores beneficios que no hacer nada. ¡Así que no pienses más y comienza tu rutina hoy mismo! Recuerda que debes consultar con tu médico antes de iniciar cualquier rutina de ejercicios, especialmente si eres una mujer embarazada, una mujer en período de lactancia o si tienes una condición médica como diabetes, hipertensión u osteoporosis.

Frecuencia cardiaca

La frecuencia cardiaca, conocida también como ritmo cardiaco o latidos del corazón, indica el número de latidos que da el corazón en un minuto. Entre sus muchos usos dentro de la medicina, la frecuencia cardiaca se utiliza para monitorear la intensidad del ejercicio y para establecer metas en el entrenamiento.

La medición de la frecuencia cardiaca se puede hacer tomando el pulso en diferentes partes del cuerpo (la muñeca, el cuello, la ingle, el pecho, entre otros). Quizás la forma más práctica para que tú mismo(a) tomes tu frecuencia cardiaca es hacerlo en la muñeca, de la siguiente forma:

 

  1. Coloca tus dedos índice y medio sobre la parte anterior de la muñeca de tu otra mano, y el pulgar del lado opuesto, al nivel del otro dedo pulgar.
  2. Presiona para sentir el pulso.
  3. Cuenta los latidos durante un minuto (también lo puedes hacer durante 30 segundos y multiplicar el número por dos, o durante 15 segundos y multiplicar por cuatro).
  4. El número resultante corresponde a tu frecuencia cardiaca.

Para realizar ejercicio a una intensidad moderada, se ha establecido como meta un valor de frecuencia cardiaca entre el 60 y el 85% de la frecuencia cardiaca máxima, la cual se calcula a partir de la edad y la frecuencia cardiaca en reposo (el valor de la frecuencia cardiaca en la mañana, antes de levantarse).

Usualmente, los deportistas tienen una frecuencia cardiaca en reposo menor que la de las personas que no hacen ejercicio. Esto indica una mejor condición física, pues quienes realizan ejercicio se adaptan más fácilmente al esfuerzo y también se recuperan más rápidamente luego de cada sesión de entrenamiento.

Recuerda consultar con tu médico antes de iniciar una nueva rutina de ejercicios o si vas a realizar cambios importantes en tu régimen actual.

El ejercicio y tu corazón

¿Sabías que las personas con factores de riesgo cardiovascular (como diabetes, presión arterial alta o colesterol elevado) que realizan una rutina de ejercicios regularmente tienen una tasa de mortalidad menor que las personas sin factores de riesgo que no hacen ejercicio?

La actividad física es un factor de riesgo modificable de enfermedad del corazón, al igual que de otras enfermedades crónicas, como obesidad, diabetes, cáncer, hipertensión, artritis y depresión. Estudios longitudinales han demostrado una reducción entre el veinte y treinta y cinco por ciento del riesgo de muerte en hombres y mujeres que llevan una vida activa, lo cual los investigadores traducen como quemar mil calorías a la semana, por medio de actividad física. Por el contrario, se observó que las mujeres sedentarias que realizaban menos de una hora de actividad física por semana aumentaron su mortalidad en un cincuenta y dos por ciento y duplicaron su riesgo de padecer alguna enfermedad cardiovascular.

Los autores concluyeron que las consecuencias del sedentarismo podrían asemejarse a las de fumar moderadamente, tener presión alta, colesterol elevado en sangre u obesidad.

Realizar ejercicio regularmente también es importante en personas que ya sufren de alguna alteración cardiovascular, pues podría ayudarles a revertir o detener el progreso de la enfermedad. Se ha encontrado que quemar aproximadamente mil seiscientas calorías a la semana a expensas de ejercicio físico podría detener la progresión de la enfermedad coronaria. Asimismo, el consumo de 2200 calorías semanales podría ayudar a reducir el tamaño de la placa de colesterol en pacientes con enfermedad cardiaca. Esto significa que la actividad física regular contribuye a la prevención secundaria de las patologías cardiacas y puede reducir el riesgo de muerte prematura tanto en hombres como en mujeres.

La forma en la que el ejercicio físico ayuda a la salud cardiovascular es:

  • Disminuye la presión arterial.
  • Aumenta el colesterol bueno (HDL) y disminuye el malo (LDL).
  • Controla la glucosa en sangre por medio de una mejora en el uso de insulina por el cuerpo.
  • Reduce el estrés.
  • Controla el peso corporal.
  • Ayuda a sentirse mejor con uno mismo.

Cualquier tipo de ejercicio es beneficioso para la salud; sin embargo, cuando se trata del corazón, es mejor elegir una actividad aeróbica en la cual se pongan en movimiento los brazos y las piernas. Por ejemplo: caminar, correr, nadar, montar bicicleta o bailar. La recomendación actual de actividad física para mejorar la salud cardiovascular es de treinta minutos todos los días de la semana a una intensidad moderada. Si deseas perder peso, es necesario aumentar el tiempo a sesenta minutos y para mantenerlo, a noventa minutos.

Siempre es necesario tomar en cuenta algunas precauciones mientras se realiza ejercicio. Por ejemplo:

  • Para de ejercitarte si te sientes fatigado o corto de aliento. Acuéstate y levanta las piernas por un momento. Si no ves mejoría, consulta con tu médico.
  • No hagas ejercicio si no te sientes bien o si tienes fiebre.
  • Interrumpe la actividad física si desarrollas un latido cardiaco irregular o muy rápido. Descansa quince minutos y mide tu pulso. Si éste sigue arriba de 120 a 150 latidos por minuto, consulta al doctor.
  • Nunca ignores el dolor en el pecho ni en alguna otra parte del cuerpo. Deja de ejercitarte de inmediato.
  • Interrumpe tu programa de ejercicios si te sientes débil, mareado(a) o hinchado(a) por retención de líquidos.

Nunca es tarde

Las investigaciones en este campo coinciden en que el secreto de una vejez sana y feliz está en mantenerse activo y que, a su vez, esto es favorecido enormemente cuando la persona ha practicado ejercicios de manera disciplinada desde joven.

No es verdad

Esta afirmación descarta la creencia popular de que la vejez es una etapa de la vida que se caracteriza inevitablemente por la imposibilidad de hacer casi de todo. Ahora existe una nueva verdad, ya demostrada en los países desarrollados: la vejez es una bella época de la vida que debe permitirnos disfrutar de la experiencia adquirida con el paso de los años, del cariño de los nietos y de la posibilidad de hacer, sin ningún apuro, casi todo lo que es necesario hacer para ser felices.

Hoy sabemos que las limitaciones que se asociaban a la vejez no eran producto del inexorable transcurrir del tiempo, sino del impacto de las enfermedades sufridas en las etapas precedentes del ciclo vital. Actualmente, reconocemos que el ejercicio juega un papel muy importante en la prevención de estas enfermedades.

Por eso, es necesario promover un programa de actividad física disciplinada a los esquemas de vida de los niños y los jóvenes desde etapas muy tempranas y hacer todo los esfuerzos posibles para convencer a los demás de que nunca es tarde para comenzar. Siempre podremos beneficiarnos de la acción favorable del trabajo muscular sobre cada uno de nuestros órganos y sistemas.

Encuentra la juventud

Son muchos los trabajos científicos que han permitido concluir, sin lugar a dudas, que las funciones orgánicas, en vez de decaer, pueden mejorar en los llamados “años dorados”. En diversas instituciones de investigación se ha sometido a personas de más de sesenta años a programas especiales de levantamiento de pesas, lográndose una recuperación y mantenimiento de la masa muscular con una eficiencia mayor que en grupos más jóvenes de la población. En muchos casos, se ha logrado que personas de hasta noventa años logren abandonar sus bastones y sillas de rueda a través de la actividad física, rescatando así la calidad de vida que habían perdido.

La elasticidad de los tejidos del sistema muscular y articular, que es fundamental para la realización de movimientos, la fortaleza y la capacidad aeróbica, que constituyen la base del bienestar físico, sólo se logran con un buen programa de ejercicios. Este bienestar será mayor mientras más temprano comencemos la preparación de nuestros músculos, articulaciones, corazón y pulmones, para que puedan ayudarnos a vivir activos por un número mayor de años.

Por supuesto que, mientras más años de inactividad ha pasado una persona, más cuidado debe tener en la selección de un programa de ejercicios; sin olvidar que es indispensable una buena evaluación médica previa.

El ejercicio ayuda al corazón femenino

(HealthDay News/Dr. Tango) — Alrededor del 60 por ciento de la protección ofrecida a las mujeres por medio de los ejercicios contra la enfermedad cardíaca y el accidente cerebrovascular proviene de su efecto sobre ciertos factores de riesgo, señala un estudio publicado en la revista Circulation.

Los investigadores evaluaron los factores de riesgo cardiovasculares y los niveles de ejercicio en más de 27.000 mujeres de entre 45 a 90 años (con una edad media de 55 años) inscritas en el Women’s Health Study, que fueron evaluadas en un seguimiento medico que duró más de 11 años. Los científicos concluyeron que las mujeres que más se ejercitaban eran 40 por ciento menos propensas a sufrir un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular que las que hacían la menor cantidad de ejercicio.

«La actividad física regular es enormemente beneficiosa en la prevención del ataque cardíaco y el accidente cerebrovascular», dijo en un comunicado la autora principal, la Dra. Samia Mora, catedrática en la Facultad de Medicina de Harvard en las divisiones de medicina preventiva y cardiovascular en el Hospital Brigham and Women’s de Boston.

«Hallamos que incluso los cambios modestos en los factores de riesgo para la enfermedad cardiaca y el accidente cerebrovascular, sobre todo los relacionados con la inflamación/hemostasis y la presión arterial, pueden tener un impacto profundo en la prevención de eventos clínicos. Este estudio es el primero en examinar la importancia de una variedad de factores de riesgo conocidos para explicar cómo la actividad física previene la enfermedad cardiaca y el accidente cerebrovascular», apuntó Mora.

El equipo de Harvard halló que los cambios relacionados con el ejercicio en biomarcadores inflamatorios y hemostáticos (fibrinógenos, proteína C reactiva y molécula 1 de adhesión intracelular) tuvieron el mayor impacto, y redujeron el riesgo de el ataque cardíaco y accidente cerebrovascular en un 33 por ciento. «Los factores inflamatorios y hemostáticos como grupo tienen funciones y papeles superpuestos y, en nuestro estudio, tuvieron el mayor efecto en la mediación de la cardioprotección relacionada con el ejercicio, más que la presión arterial y el peso corporal», apuntó Mora.

La mejora relacionada con el ejercicio en la presión arterial fue el segundo efecto más importante (una reducción de 27 por ciento en el riesgo), seguido de los lípidos (grasas sanguíneas), índice de masa corporal, anormalidades en la glucosa, función renal, y homocisteína.

Debido a la falta de evidencia clínica, la inclusión de biomarcadores inflamatorios y hemostáticos como factores de riesgo en la evaluación de la enfermedad cardiovascular aún no es reconocida por la American Heart Association.

Ejercicio familiar

¿Quieres que tu familia se mantenga lo más sana posible? ¡Pues motívalos a que hagan ejercicios con frecuencia!

La mejor estrategia para promover la actividad física en la familia es dar el ejemplo y tratar de integrar al máximo a todos los miembros en tu rutina de ejercicios. No hace falta ir al gimnasio o correr sin compañía para estar en forma, pues existe toda una gama de ejercicios que se pueden hacer en conjunto y ponen a todos en movimiento.

Muchos padres se sienten culpables cuando hacen ejercicio porque piensan que están dedicando menos tiempo a sus hijos. Por lo tanto, al ejercitarse en familia, se sentirán mejor y contribuirán a mantener la salud familiar.

Para que el ejercicio sea un placer familiar

Aquí te damos algunos consejos para lograr que a tu familia le encante el ejercicio. Prueba utilizar todas las estrategias que se te ocurran hasta que descubras el enfoque ideal para ti y para tu familia:

  • En primer lugar, habla con tu pareja sobre tus metas físicas y el efecto que tendría el ejercicio en la familia.
  • Ten siempre una actitud positiva con respecto al ejercicio en todo el ámbito familiar.
  • Todos deben alentarse mutuamente y apoyar las actividades de cada uno de los miembros.
  • Empieza a cambiar tu concepto de ejercicio y acepta otras posibilidades; la actividad física no tiene por qué limitarse a caminar, trotar, montar bicicleta o ir al gimnasio. A veces el trabajo en el jardín o la limpieza de la casa equivalen a tu cuota de ejercicios. Este tipo de actividades y quehaceres queman calorías y son beneficiosos para la salud.
  • Al comienzo, puedes caminar con tu familia. Sin embargo, es probable que los niños pequeños prefieran ir en bicicleta mientras tú y tu pareja trotan o caminan. Cuando recorran la urbanización, dile a los niños que cada vez escojan un camino diferente para hacerlo más interesante y lograr que estén más motivados por el ejercicio. Puedes incluir juegos u otras actividades para entretenerlos durante el recorrido, como contar los perros que ven, etc.
  • Si no vives en un lugar tranquilo para hacer ejercicio al aire libre con tu familia, puedes ir a un centro deportivo cercano y trotar en la pista mientras los niños juegan en el campo interior. La mayoría de las escuelas abren sus instalaciones deportivas al público después de las horas de clase.
  • Si deseas cambiar la rutina, planifica salidas familiares diferentes y frecuentes como ir de excursión a un parque, patinar sobre hielo, nadar en la piscina pública, jugar fútbol en un campo cercano o montar bicicleta en un camino asfaltado. Lo importante es hacer una actividad divertida y agradable para todos.
  • Trata de variar las distintas opciones para evitar el aburrimiento. Puedes invitar a otros familiares y hacer otro tipo de deporte o actividades en conjunto.
  • ¡Hasta los más pequeños de la casa pueden acompañar a la familia! En el mercado existen portabebés y coches de todo tipo que se adaptan de maravilla al ejercicio al aire libre. Mientras los bebés sean todavía muy pequeños, tú o tu pareja pueden llevarlos cargados en el pecho en una mochila portabebés y, una vez que puedan sostener la cabeza, colocárselos en la espalda. También hay sillas o cestas que se instalan en la bicicleta para llevar a los niños pequeños. Recuerda que no es conveniente usar audífonos al pasear en bicicleta, ya que pueden impedirte oír algunos ruidos importantes a tu alrededor, como el claxon de un carro.
  • Si tus hijos juegan béisbol, fútbol (soccer) o fútbol americano, o si tus hijas son porristas, puedes caminar cerca de los campos o parques donde juegan o hacen sus prácticas y verlos en actividad. Invita a otros padres a caminar o a trotar contigo para que se conozcan mejor y entablen una amistad.
  • Las mascotas también son parte importante de la familia. Por lo tanto, si tu mascota es un perro, ¡no te olvides de llevarlo a hacer ejercicio con la familia al aire libre!

Si conviertes el ejercicio en un componente esencial de tu vida familiar, le inculcarás a tus hijos hábitos saludables desde sus primeros años de vida, por lo que es mucho más probable que sigan realizando alguna actividad física cuando sean mayores. De esta manera, tus hijos serán adultos saludables. Además, para ti será mucho más fácil mantenerte en forma si tu familia comprende la importancia del ejercicio y si está realmente dispuesta a llevar un estilo de vida activo contigo.

¿Cual es la mejor hora para hacer ejercicio?

Entre las preguntas más frecuentes relacionadas con el ejercicio hay dos: ¿cuál es el mejor ejercicio? y ¿cuál es el mejor momento del día para hacer ejercicio?

En esta ocasión responderemos la segunda de estas preguntas. Para la primera, te referiremos a otro artículo, anotado al final de esta página.

Existen opiniones diversas y contradictorias acerca de qué tipo de ejercicios hacer y cuándo hacerlos. Hay quienes favorecen el ejercicio al levantarse, mientras que otros hablan de las ventajas de hacerlo al final del día. Sin embargo, después de muchos años de promover estilos de vida más activos, nuestro equipo de expertos de MiDieta™ ha llegado a una conclusión. Existe un elemento fundamental: hacer el ejercicio correctamente.

Sí, hacerlo bien

El horario tiene poco que ver cuando se trata de aumentar los niveles de actividad en nuestra rutina de cada día, ya que son otros los factores que determinan la hora de levantarnos y el horario de las comidas y el trabajo. El elemento fundamental para hacer un determinado tipo de ejercicio y disfrutar de sus beneficios es, sobre todo, hacerlo bien.

Hacer ejercicios bien significa seguir la metodología adecuada. Y la disciplina y la dedicación son factores fundamentales para mantener la frecuencia e intensidad del ejercicio.

Pero, ¿cómo?

Para adquirir disciplina, debemos partir de dos elementos básicos. Primero, debemos disfrutar del ejercicio escogido porque de esta manera resulta más fácil incorporarlo a nuestro estilo de vida. Segundo, debemos seleccionar el mejor momento del día para hacerlo. Para seleccionar la hora indicada, tenemos que integrarlo como parte de otras actividades de nuestra vida diaria.

No cabe duda que vale más hacer ejercicios disciplinadamente, a la hora que podamos, que hacer una rutina que cause angustia y frustración.

Ejercicio para ti

A veces cuesta hacerse tiempo, tomar la decisión. Al menos de oídas conocemos los enormes beneficios de realizar alguna actividad física, y así y todo no nos terminamos de decidir. Pero hay que atreverse y romper la inercia porque incorporar el ejercicio en la rutina diaria o semanal nos pondrá definitivamente en el camino correcto hacia una vida más saludable.

La Asociación Americana de Diabetes define ocho razones de peso para hacer ejercicio:

  • mantener su corazón y sus pulmones saludables (para no quedarse sin aliento cuando suba las escaleras corriendo)
  • contribuir a que esté más fuerte y más flexible
  • ayudar a mantener un peso saludable
  • ayudarle a sentirse mejor cuando esté de mal humor
  • relajarle cuando se sienta tenso o alterado
  • ayudarle a dormir mejor
  • darle confianza en sí mismo
  • reducir los niveles de glucosa en la sangre

 

Esta asociación agrega que “No es necesario que corra una maratón para agregar más actividad a su vida”. Y ese es justamente uno de los grandes tabúes: creer que si no hacemos ejercicio como la atleta olímpica o el jugador de fútbol admirado, no vale la pena.

Bailar, caminar, son verbos que definen actividades físicas. Pero para eso, dicen los expertos de la asociación, a veces hay que apagar el televisor. “Disminuya las horas que destina a la televisión, la computadora o los juegos de video cada día. En lugar de mirar ese programa malo que está entre sus dos programas favoritos, apague el televisor durante media hora, encienda la radio y baile sus canciones preferidas en su habitación”.

Y algo esencial: nunca se sienta torpe cuando está en movimiento. A veces la vergüenza por no sentirnos elástico es uno de los factores que nos hace permanecer estáticos como un cactus.

Otro consejo, dicen, haga ejercicio en forma gradual: si empieza queriendo completar media hora de abdominales, seguramente no vuelva a hacerlos nunca más. Y hasta termine con algún músculo lesionado. Empiece poco a poco, con cinco minutos por día estirando piernas, levantando brazo y girando cabezas.

Hoy en día, y especialmente por el aumento en las tasas de obesidad en la población, se enfatiza la necesidad de incorporar el ejercicio físico temprano en la vida. Y seguir haciéndolo hasta el final.

La Asociación Mexicana de Actividad Física y Deporte para Adultos y Ancianos, entidad gestora de campañas que promueven la actividad física, publica en su sitio Web un artículo del profesor Raúl Lorda -egresado del Instituto Superior de Educación Física de Montevideo, Uruguay, y autor y promotor del proyecto Educación Física y Recreación de la intendencia de esa ciudad- sobre el ejercicio en la tercera edad. Lorda asegura que “la ejercitación corporal facilita un camino de adecuación progresiva a medida que el tiempo pasa, dando la posibilidad a quienes la practican, de ser protagonistas de su propia historia, en el tránsito hacia una mejor calidad de vida”.

El autor logra una sintética y abarcativa definición de lo que significa la actividad física en la vida de un individuo. Y hasta sus beneficios económicos. “La actividad física (entre todas las terapias elaboradas con el objetivo de preservar la salud del hombre) es la más natural, la más higiénica y por consiguiente la menos costosa. Presenta la ventaja de que puede ser aplicada en todos los estadios de la vida, a condición de que se adapte a las posibilidades y a los límites de cada uno. No solamente tiende a favorecer las capacidades motrices e intelectuales sino que también hace posible una mejor adaptación física afectiva de las personas que caminan por esta etapa de la vida, en cuanto a su entorno familiar y social. Colaborando, finalmente, en esa lucha por la decadencia corporal y algunas angustias que provoca la soledad”.

Elimina calorías jugando futbol

Está comprobado: los que juegan fútbol queman una enorme cantidad de grasa por partido, a la vez que aumentan su masa muscular. Esto, combinado con un deporte que se juega en grupo, lo que a veces ayuda a ese empujón que necesitamos para hacer ejercicio … ¿te animas?

La original sugerencia, para grandes y chicos, hombres y mujeres, surge de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca. Allí, científicos han demostrado que jugar un partido de fútbol entre amigos permite a quien participa en el encuentro quemar más grasas y ganar masa muscular en mayor proporción que la práctica de salir a correr.

Para llegar a esta conclusión, los expertos daneses estudiaron a 37 varones sanos, de entre 31 y 33 años, y descubrieron también que quienes juegan este deporte se cansan menos que aquellos que practican el “footing”, “running” o carrera, porque disfrutan más del ejercicio que realizan.

Los participantes en la investigación fueron divididos en tres grupos: unos jugaron al fútbol, otros corrieron y el resto no hizo ningún ejercicio. Para medir su esfuerzo, se les colocaron monitores cardíacos y se compararon muestras de su sangre y tejido muscular tomadas  antes y después de cada partido de fútbol o carrera.

Luego de tres semanas, durante las que practicaron sus respectivos deportes durante una hora tres veces a la semana, los futbolistas perdieron un 3,7 por ciento de su masa grasa, mientras que la de los corredores disminuyó tan solo en un 2 por ciento.

La masa muscular de los jugadores de fútbol aumentó en casi dos kilos, mientras que la de quienes corrieron apenas se modificó.

Por su parte, no se registraron cambios relevantes en la grasa corporal y musculatura de los que no practicaron ejercicio.

“Aunque quienes jugaron al fútbol no estaban entrenados, hubo momentos muy intensos en los que sus sistemas cardiovasculares fueron exigidos al máximo, como si fuesen profesionales”, explicó Peter Krustrup, del Departamento de Ciencias del Deporte de la universidad y uno de los autores del trabajo.

Los investigadores también comprobaron que hay momentos en los partidos en los que el corazón bombea a un 90 por ciento de su capacidad, nivel que no se registró entre los corredores.

Además, “los futbolistas se divirtieron más y no pensaron tanto en la fatiga y el dolor muscular», según la investigación.

El fútbol no sólo es beneficioso para adelgazar, sino además para reforzar la densidad mineral ósea, sobre todo cuando si se practica desde la infancia. Lo que lo vuelve también un deporte interesante para la mitad femenina del mundo. De hecho, el próximo paso de los investigadores será iniciar una investigación con goleadoras, defensoras y atacantes femeninas.

Jugar al balompié desde antes de la pubertad favorece al contenido y la concentración de sales minerales de los huesos y les confiere un mayor tamaño, indica otro trabajo liderado por José Antonio López Calbet, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

La mejor hora para hacer ejercicio

Entre las preguntas más frecuentes relacionadas con el ejercicio hay dos: ¿cuál es el mejor ejercicio? y ¿cuál es el mejor momento del día para hacer ejercicio? En esta ocasión responderemos la segunda de estas preguntas; para la primera, te referiremos a otro artículo, anotado al final de esta página.

Existen opiniones diversas y contradictorias acerca de qué tipo de ejercicios hacer y cuándo hacerlos. Hay quienes favorecen el ejercicio al levantarse, mientras que otros hablan de las ventajas de hacerlo al final del día. Sin embargo, después de muchos años de promover estilos de vida más activos, nuestro equipo de expertos de MiDieta™ ha llegado a una conclusión. Existe un elemento fundamental: el hacer el ejercicio correctamente.

Sí, hacerlo bien

El horario tiene poco que ver cuando se trata de aumentar los niveles de actividad en nuestra rutina de cada día, ya que son otros los factores que determinan la hora de levantarnos y el horario de las comidas y el trabajo. El elemento fundamental para hacer un determinado tipo de ejercicio y disfrutar de sus beneficios es, sobre todo, hacerlo bien.

Hacer ejercicios bien significa seguir la metodología adecuada. Y la disciplina y la dedicación son factores fundamentales para mantener la frecuencia e intensidad del ejercicio.

Pero, ¿cómo?

Para adquirir disciplina debemos partir de dos elementos básicos. Primero, debemos disfrutar del ejercicio escogido porque de esta manera resulta más fácil incorporarlo a nuestro estilo de vida. Segundo, debemos seleccionar el mejor momento del día para hacerlo. Para seleccionar la hora indicada tenemos que integrarlo como parte de otras actividades de nuestra vida diaria.

 

No cabe duda que vale más hacer ejercicios disciplinadamente, a la hora que podamos, que hacer ejercicios que causen angustia y frustración.